best microsoft windows 10 home license key key windows 10 professional key windows 11 key windows 10 activate windows 10 windows 10 pro product key AI trading Best automated trading strategies Algorithmic Trading Protocol change crypto crypto swap exchange crypto mcafee anti-virus norton antivirus Nest Camera Best Wireless Home Security Systems norton antivirus Cloud file storage Online data storage
tes

Torre de Babel Ediciones

La filosofía y su historia – Historia de la Filosofía de Jaime Balmes

Historia de la Filosofía

Explicación de la filosofía de los principales pensadores, resúmenes, ejercicios…

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

JAIME BALMES (1810-1848) – Índice general

Historia de la Filosofía  – Jaime Balmes          Capítulo LXIII – OJEADA SOBRE LA FILOSOFÍA Y SU HISTORIA

LXIII – OJEADA SOBRE LA FILOSOFÍA Y SU HISTORIA

Jaime Balmes - Historia de la filosofía365. Existe algo. ¿Cómo lo sabemos? ¿Cuáles son nuestros medios de percepción? ¿Es legítimo el testimonio de éstos? En qué se funda su legitimidad? ¿Qué cosas existentes conocemos? ¿Cuál es la naturaleza de ellas? ¿Qué relaciones tienen entre sí? ¿Tienen origen? ¿Cuál es? ¿Tienen un fin ? ¿Cuál es ? Estas son las cuestiones que se ofrecen a la filosofía, a esa ciencia que no sin razón ha tomado un nombre tan modesto como amplio: «amor de la sabiduría, de esa sabiduría definida por Cicerón: la ciencia de las cosas divinas y humanas y de sus causas»; es decir, de todo. Nec quidquam aliud est philosophia, si interpretari valis, praeter studium sapientiae. Sapientia autem est, ut a veteribus philosophis definitum est, rerum divinarum et humanarum, causarumque quibus eae res continentur, scientia: cojos studium qui vituperat, haud sane intelligo quidnam sit quod laudandum puta. (Cic., de Officis, lib. II, § 2.)

366. Mal comprende la filosofía quien la mira como un conjunto de vanas cavilaciones sobre objetos poco importantes: el Hombre, el Universo, Dios, son sin duda objetos de alta importancia; y tales son los objetos de la filosofía; todo lo que existe y puede existir no es objeto de escasa importancia, y todo lo que existe y puede existir es objeto de la filosofía.

367. ¿Existo? ¿Qué soy? ¿De dónde he salido ? ¿Cuál es mi destino? ¿Qué es ese conjunto de objetos que me rodean y me afectan? ¿Ha dimanado de otro? ¿Cuál es este origen? ¿Quién se atreverá a decir que éstas son cuestiones de poca importancia y que no merecen nuestra atención ? Si esto no es importante, ¿dónde está la importancia? Si esto no es digno de ocupar al hombre, ¿dónde se hallará algo que lo sea?

368. Se ha abusado mucho de la filosofía, ciertamente; pero de qué no se abusa? No hay absurdo que algún filósofo no haya dicho, es verdad; pero ¿condenaréis las leyes porque no hay tiranía que no se haya ejercido en nombre de alguna ley? ¿Abominaréis de los tribunales porque se han cometido crímenes en nombre de la administración de justicia?

369. La filosofía fomenta la vanidad; pero el hombre se envanece por cualquier adelanto; ¿le condenaréis a permanecer estacionario para siempre? La discusión es un disolvente de las leyes y de las instituciones; pero la discusión es el ejercicio de la razón; ¿extinguiremos en nuestro espíritu la hermosa centella que nos ha sido otorgada por la bondad del Creador?

370. El buen sentido de los antiguos romanos era enemigo de la filosofía; sin embargo, no se libró Roma del contagio; la patria de Catón lo fué de Cicerón, y además ese mismo Catón, al ocuparse del individuo, de la sociedad, de lo que convenía a ésta y a aquél, ¿qué era sino un filósofo? Los graves romanos, al discutir sobre los grandes intereses de la república, sobre los secretos de conservar y engrandecer el imperio, sobre los medios de señorear el entendimiento y la voluntad de los ciudadanos, sobre la utilidad de preservarlos de la discusión filosófica, ¿qué eran sino filósofos?

371. Donde hay un hombre que piensa sobre un objeto inquiriendo su naturaleza, sus causas, sus relaciones, su origen, su fin, allí hay un filósofo. Donde hay dos hombres que se comunican recíprocamente sus ideas, que se ilustran o se contradicen, se ponen de acuerdo o disienten, allí hay discusión filosófica.

372. Mira las cosas muy apocadamente quien no ve filosofía sino en las escuelas. En la India, en la China, en la Persia, en la Caldea, en Egipto hemos encontrado filosofía, y, no obstante, allí no hemos visto ni Academia, ni Pórtico, ni Liceo: antes de Platón y Sócrates había filosofía en Grecia sin formas de escuela; el mismo Platón dista mucho de Sócrates en su forma: a Platón no se llamaría, como se llamó a Sócrates, bufón, atticus scurra.

373. La filosofía es la razón examinando; la diferencia está en el más y en el menos, en la extensión y en la forma, pero el fondo es el mismo; donde hay examen, sea cual fuere su especie, allí hay filosofía. Mas el pensamiento humano, corriendo a través de los tiempos, debía dejar vestigios: aquí una hondonada, allí un montecillo, acá un arenal, acullá un terreno cubierto de vegetación; en unas partes con regularidad, en otras con desorden y a veces sin enlace, quizá un cierto encadenamiento; he aquí la imagen a las escuelas filosóficas; y he aquí, por decirlo de paso, la suma dificultad de presentar su historia bajo un plan uniforme, de fijar y deslindar con exactitud las varias épocas y determinar con precisión las diversas fases. Los fenómenos intelectuales, como radicados en seres dotados de espontaneidad y libertad, presentan por doquiera el carácter de los sujetos en que se desenvuelven: variedad, oposición, libertad. Cuando veáis una clasificación muy precisa, como salida de un molde, tened por seguro que el clasificador, o finge, o se alucina.

374. ¿Cuáles son las conquistas prácticas de la filosofía? En el orden material, muchas; en el social, harto escasas; en el moral y religioso, ninguna.

375. El hombre sondea las inmensidades del espacio; sujeta a medida el mundo microscópico, domina los elementos y transforma la superficie del Globo: éstas son las conquistas de la filosofía en el orden material; sin las meditaciones y experimentos de los físicos de los siglos anteriores no veríamos los prodigios de la mecánica y de todas las artes con los que nos asombra el actual.

376. La sociedad no se ha formado ni se conserva por la filosofía; cuando los filósofos la han querido fundir en sus crisoles, el resultado ha sido producir una conflagración espantosa; parte se ha volatilizado, parte se ha carbonizado; para aprovechar algo ha sido necesario arrumbar las teorías, y apelar al buen sentido: abandonar la filosofía de Platón y recurrir a la de Solón.

377. Se ha visto que en las sociedades hay un organismo, hay principios vitales, como en los individuos; y que la filosofía puede explayarse observando, pero que debe guardarse de tocar. No hay inconveniente en que estudie el pulso, pero no puede manosear el corazón; si abre al viviente, le mata.
Pero esto. se nos dirá, ha producido grandes bienes: escarmiento y desengaño; y, por consiguiente, un caudal de prudencia; cierto, y en verdad que esto es una ventaja; pero si bien se observa, es del mismo género que las quemaduras, que nos enseñan desde niños a no tocar el fuego.

378. Bajo el aspecto moral, ¿qué nos ha enseñado la filosofía? ¿Ha podido añadir algo a estos sublimes preceptos: «Ama a Dios sobre todas las cosas; ama al prójimo como a ti mismo»? ¿ Hay algún libro filosófico que se acerque ni con mucho al sermón de Jesucristo sobre la montaña?

379. Tocante a Dios y al alma, preciso es confesarlo, la filosofía no ha hecho más que desbarrar cuando se ha desviado del Catecismo. Ahí está su historia; y quien con esto no se convenza de que la filosofía por sí sola es impotente para dirigir al género humano, no alcanzamos qué otras pruebas pueda desear. Quien duda de esto no conoce la historia de la filosofía, porque entre los filósofos más eminentes, no obstante su vanidad, lo que más alto descuella, lo que se expresa con el acento de una convicción más profunda es la conciencia de su flaqueza. Esto producía que anduvieran en pos de los restos de las tradiciones antiguas, que interrogasen a la India, a la Persia, al Egipto: con la sola razón se hundían, y buscaban, como dice Platón, una barquilla para atravesar el mar tempestuoso de la vida terrestre.

380. ¿Cuál es el origen del mundo? Los filósofos han estado disputando sin cesar, y han excogitado innumerables sistemas; sin embargo, muchos siglos antes de que nacieran Platón y Pitágoras estaban escritas aquellas palabras, cuya sublimidad constrasta con su sencillez: «Ea el principio creó Dios el cielo y la tierra.» A ellas siguen otras en que se explica la formación del mundo; y los modernos geólogos se asombran al encontrar tamaña sabiduría en un libro tan antiguo, trazado por la mano de un habitante del desierto, en un rincón de la tierra.

381. ¿Cuál es el origen del hombre? Si lo preguntáis a la filosofía, os responde con monstruosidades; pero en el mismo libro está escrito: «Formó, pues, el Señor Dios al hombre del lodo de la tierra, e inspiróle en el rostro un soplo de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma

382. Los filósofos se pierden en conjeturas sobre el origen y el fin de las cosas; los sabios que llenan el mundo con el ruido de sus nombres no tienen ni un rayo de luz para alumbrar el caos, ni una palabra de consuelo para las desgracias de la humanidad, ni aciertan a encontrar un dique contra la corrupción que todo lo inunda; entretanto, en el mismo pueblo que conserva los libros y las tradiciones de Moisés se hallan ejemplos de alta sabiduría, desprendimiento, heroísmo, no sólo en los sabios, sino también entre los sencillos. Siete hermanos prefieren morir antes que violar la ley de Dios; y su madre les habla con este lenguaje, que oirían asombrados Sócrates V Platón: «Yo no sé cómo fuisteis formados en mi seno, porque ni yo os di el alma, el espíritu y la vida, ni fuí tampoco la que coordiné los miembros de cada uno de vosotros, sino el Creador del Universo, que es el que formó al hombre en su origen y el que dió principio a todas las cosas; y él mismo os volverá por su misericordia al espíritu y la vida puesto que ahora por amor de sus leyes os sacrificáis.» Y dirigiéndose después al más pequeño, único que le quedaba con vida, le dice: «Ruégote, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra, y a todas las cosas que en ellos se contienen; y que entiendas bien que Dios las ha creado todas de la nada, como igualmente al linaje humano. De este modo no temerás a este verdugo; antes bien, haciéndote digno de participar de la suerte de tus hermanos, abraza la muerte, para que así en el tiempo de la misericordia te recobre yo junto con tus hermanos.» (Macabeos, lib. II, cap. VII.) Mientras así habla sobre el origen y destino del hombre, no un filósofo, sino una humilde mujer, los sofistas disuelven la Grecia y los hinchados académicos vierten raudales de palabras, tan ligeras como el polvo que levantan con sus mantos rozagantes.

383. ¿Hay Dios? ¿ Hay uno o muchos? ¿ Cuál es su naturaleza? ¿Cuáles sus atributos? Leed a Platón, Aristóteles, Cicerón y a los más grandes hombres de la antigüedad, ¿y qué encontráis?: errores, incertidumbre, tinieblas. Pero abrid la Biblia. Hay un Dios eterno, infinito, inmutable, inmenso, creador, conservador, ordenador de todas las cosas, cuya providencia se extiende a los astros que giran por las profundidades del espacio, como al imperceptible insecto que se alberga en las hojas del árbol; a sus ojos está patente todo lo pasado y lo por venir; descubre los más íntimos secretos del corazón del hombre; todo lo conoce, todo lo ve; con irresistible fuerza abarca todos los extremos, lo dispone todo con suavidad, vela sobre el justo y el malvado y reserva para otra vida el premio o el castigo conforme a los merecimientos. La inmortalidad del alma, el libre albedrío, la diferencia entre el bien y el mal, el origen de las contradicciones que se hallan en el hombre, la causa de sus calamidades, sus remedios, sus compensaciones, todo está explicado con tan admirable sabiduría que al volverlos ojos a los vanos sistemas de la filosofía humana parece que asistimos a juegos infantiles.

384. El estudio de la filosofía y de su historia engendra en el alma una convicción profunda de la escasez de nuestro saber, por manera que el resultado especulativo de este trabajo es un conocimiento científico de nuestra ignorancia.

385. ¿Despreciaremos por esto la filosofía? No, ciertamente: basta que conozcamos su insuficiencia. El desprecio de la filosofía es una especie de insulto a la razón. ¿Y sabéis en qué suele parar ese insulto? En apoteosis; la víctima se convierte en ídolo y el agresor en su gran sacerdote. Lutero despreciaba la razón y tuvo la modestia de erigirse en legislador supremo; no se han escrito contra la razón páginas más elocuentes que las de Lamennais, y, sin embargo, también intenta con su propia razón regenerar el mundo.

386. Guardémonos de la exageración esos arrebatos de abatimiento son inspiraciones del orgullo; las dificultades que se encuentran en la investigación de la verdad deben producirnos la convicción de nuestra flaqueza, mas no irritación ni despecho. ¿Podemos, acaso, mudar nuestra naturaleza? ¿Está en nuestro poder el alterar el grado que ocupamos en la escala de los seres?

387. La filosofía no muere ni se debilita por estar a la sombra de la religión, antes bien, se vivifica y fortalece; el espíritu nada pierde de su brío, antes vuela con más osadía y soltura cuando está seguro de que no se puede extraviar. Al que quiere ser filósofo sin abandonar la religión, se le imponen condiciones, es verdad; pero ¡que condiciones tan felices!: no ser ateo, ni materialista; no ser fatalista, no negar la moral, no negar la inmortalidad del alma. ¿Y es, por ventura, ofuscar la razón el prohibirle que empiece por sumirse en el caos, negando a Dios? ¿Es degradar el espíritu el vedarle que se niegue a sí propio, confundiéndose con la materia? ¿Es afear el alma el precisarla a admitir una cosa tan bella como el orden moral? ¿Es esclavizar al hombre el imponerle la obligación de reconocer su propia libertad? ¿Es apocar el alma el precisarla a reconocer su inmortalidad? Dichosa obligación la que nos preserva de ser ateos y de confundirnos con los brutos.

388. Salvos los grandes principios que no pueden negarse ni en religión ni en filosofía, so pena de degradar la naturaleza humana, ¿en qué coarta la fe el vuelo de la inteligencia? San Justino, San Clemente de Alejandría, San Agustín, San Alselmo, Santo Tomás de Aquino, Descartes, Bossuet, Fenelón, Malebranche, ¿no encontraron regiones filosóficas donde extender las alas de su genio? ¿Necesitáis más espacio que ellos? ¿Sois más grandes que Leibnitz, quien, nacido y educado en el protestantismo, recorre en todas direcciones los espacios de la ciencia, y, lejos de encontrar nada contrario a la verdad católica, se siente atraído hacia ella como a un inmenso foco de vida y de luz?

389. Además, el conocer de antemano y con toda certeza las verdades fundamentales relativas al hombre, al mundo y a Dios, en vez de dañar a la profundidad del examen filosófico, la favorece; jamás, entre los antiguos, se elevó la filosofía al alto grado a que ha llegado después de la aparición del cristianismo. La existencia de Dios, su infinidad, su providencia, la espiritualidad del alma, su libertad, su inmortalidad, la diferencia entre el bien y el mal, todas las relaciones morales en su inmensa amplitud han sido tratadas en las escuelas de los filósofos cristianos con una sublimidad que asombraría a Platón y Aristóteles. En las regiones de la metafísica y de la moral, el espíritu humano se muestra tanto más poderoso cuanto más participa de la influencia del cristianismo.


Historia de la Filosofía  – Jaime Balmes          Capítulo LXIII – OJEADA SOBRE LA FILOSOFÍA Y SU HISTORIA

Capítulo LXII – Krause

  © TORRE DE BABEL EDICIONES – Edición: Javier Echegoyen  – Aviso legal y política de privacidad
tes