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Torre de Babel Ediciones

Aristóteles – Filosofía Griega – Obras de Aristóteles


Aristóteles
Ejercicios – Textos – Biografía – Enlaces

Conceptos fundamentales explicados

Obras aristotélicas

Este término griego se puede traducir por ley, y más en particular la ley de la ciudad.

Aristóteles escribió dos tipos de obras:

  • las redactadas y publicadas para el gran público. En ellas parece que se expresaba con un estilo claro, ameno y en algunos casos parecido al de su maestro Platón (en forma de diálogos). Estos escritos recibieron el nombre de exotéricos. Ninguna de estas obras ha llegado hasta nosotros;
  • pero redactó también materiales para sus explicaciones en la Academia. Estas lecciones no se publicaron en vida de Aristóteles; fue Andrónico de Rodas (siglo primero a. C.) quien hizo una edición sistemática de estos escritos y son los que ahora conocemos del Estagirita. Recibieron el nombre de esotéricos por estar destinado al uso interno de la escuela.La lista de obras que viene a continuación pertenece a este segundo grupo y refleja sus escritos más importantes. (Si quieres leer los índices de las obras principales de Aristóteles, te recomendamos índices de las obras aristotélicas).

Diccionario de filosofía aristotélica – Definiciones del propio Aristóteles de los términos principales de su filosofía. Textos de Aristóteles.

Aristóteles – Esquema de su pensamiento – Resumen de la filosofía aristotélica para la preparación de la PAU (prueba de acceso a la universidad)

TEXTOS DE ARISTÓTELES

En el siguiente texto de Metafísica, Aristóteles presenta su idea de la filosofía. Concibe la filosofía como la ciencia más digna, soberana y en cierto modo divina, pues es la ciencia teórica, que se practica a partir de la admiración, de los principios y causas fundamentales de la realidad, y, en último término de Dios mismo.

          Por de pronto, concebimos al filósofo principalmente como conocedor del conjunto de las cosas, en cuanto es posible, pero sin tener la ciencia de cada una de ellas en particular. En seguida, el que puede llegar al conocimiento de las cosas arduas, aquellas a las que no se llega sino venciendo graves dificultades, ¿no le llamaremos filósofo? En efecto, conocer por los sentidos es una facultad común a todos, y un conocimiento que se adquiere sin esfuerzos no tiene nada de filosófico. Por último, el que tiene las nociones más rigurosas de las causas, y que mejor enseña estas nociones, es más filósofo que todos los demás en todas las ciencias; aquella que se busca por sí misma, sólo por el ansia de saber, es más filosófica que la que se estudia por sus resultados; así como la que domina a las demás es más filosófica que la que está subordinada a cualquiera otra. No, el filósofo no debe recibir leyes, y sí darlas; ni es preciso que obedezca a otro, sino que debe  obedecerle el que sea menos filósofo.
(…)
Entre todas las ciencias, son las más rigurosas las que son más ciencias de principios; las que recaen sobre un pequeño número de principios son más rigurosas que aquellas cuyo objeto es múltiple; la aritmética, por ejemplo, es más rigurosa que la geometría. La ciencia que estudia las causas es la que puede enseñar mejor, porque los que explican las causas de cada cosa son los que verdaderamente enseñan. Por último, conocer y saber con el solo objeto de saber y conocer, tal es por excelencia el carácter de la ciencia de lo más científico que existe. El que quiera estudiar una ciencia por sí misma, escogerá entre todas la que sea más ciencia, puesto que esta ciencia es la ciencia de lo que hay de más científico. Lo más científico que existe lo constituyen los principios y las causas. Por su medio conocemos las demás cosas, y no conocemos  aquéllos por las demás cosas. Porque la ciencia soberana, la ciencia superior a toda ciencia subordinada, es aquella que conoce el porqué debe hacerse cada cosa. Y este porqué es el bien de cada ser, que tomado en general, es lo mejor en todo el conjunto de los seres.
De todo lo que acabamos de decir sobre la ciencia misma, resulta la definición de la filosofía que buscamos. Es imprescindible que sea la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas, porque una de las causas es el bien, la razón final. Y que no es una ciencia práctica lo prueba el ejemplo de los primeros que han filosofado. Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después, avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del Universo. Ir en busca de una explicación y admirarse, es reconocer que se ignora. Y así, puede decirse que el amigo de la ciencia lo es en cierta manera de los mitos, porque el asunto de los mitos es lo maravilloso. Por consiguiente, si los primeros filósofos filosofaron para librarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la ciencia para saber, y no por miras de utilidad. El hecho mismo lo prueba, puesto que casi todas las artes que tienen relación con las necesidades, con el bienestar y con los placeres de la vida, eran ya conocidas cuando se comenzaron las indagaciones y las explicaciones de este género. Es, por tanto, evidente que ningún interés extraño nos mueve a hacer el estudio de la filosofía.
Así como llamamos hombre libre al que se pertenece a sí mismo y no tiene dueño, en igual forma esta ciencia es la única entre todas las ciencias que puede llevar el nombre de libre. Sólo ella efectivamente  depende de sí misma. Y así con razón debe mirarse como cosa sobrehumana la posesión de esta ciencia. Porque la naturaleza del hombre es esclava en tantos respectos, que sólo Dios, hablando como Simónides, debería disfrutar de este precioso privilegio. (…).
Por último, no hay ciencia más digna de estimación que ésta, porque debe estimarse más la más divina, y ésta lo es en un doble concepto. En efecto, una ciencia que es principalmente patrimonio de Dios, y que trata de las cosas divinas, es divina entre todas las ciencias. Pues bien, sólo la filosofía tiene este doble carácter. Dios pasa por ser la causa y el principio de todas las cosas, y Dios sólo, o principalmente al menos, puede poseer una ciencia semejante. Todas las demás ciencias tienen, es cierto, más relación con nuestras necesidades que la filosofía, pero ninguna la supera.

Aristóteles, Metafísica, Libro Primero, II
(Biblioteca Filosófica. Obras filosóficas de Aristóteles. Volumen 10. Traducción: Patricio de Azcárate)

Índice general del tema AristótelesEdición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 1: Filosofía Griega.
Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.
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