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Torre de Babel Ediciones

Santo Tomás de Aquino – Filosofía Medieval y Cristiana – Actos Humanos y del Hombre

 

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA- VOCABULARIO FILOSÓFICO

SANTO TOMÁS

Ejercicios  –  Textos  –  Resumen de su pensamiento

Influencias y repercusiones

Conceptos fundamentales explicados

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Actos (o acciones) del hombre

Las acciones hechas por el hombre que no son consecuencia de su voluntad.

Actos (o acciones Humanos)

Conductas voluntarias.

Santo Tomás distingue dos tipos de conductas humanas:

  • aquellas que no son consecuencia de la voluntad y del libre albedrío; son acciones del hombre pero no propiamente humanas pues no son del hombre en cuanto tal. También se las puede llamar naturales, como es el caso de las operaciones del alma vegetativa y los actos involuntarios (los reflejos, por ejemplo). A estas acciones las llama actos del hombre
  • las acciones libres que el sujeto realiza porque así lo quiere y que son consecuencia de su razón y de su voluntad. Estas acciones se hacen por un fin, y en último término por la felicidad. A estas acciones que dependen de una voluntad deliberada las llama actos humanos y caen en el campo de la filosofía moral.

Santo Tomás – Esquema de su pensamiento – Resumen de la filosofía tomista para la preparación de la PAU (prueba de acceso a la universidad)

imageTEXTOS DE SANTO TOMÁS

Santo Tomás presenta en el siguiente texto los actos voluntarios como los propios de los seres humanos, consecuencia de la existencia en nosotros de dos principios: el poder obrar o actuar por un principio intrínseco y el poder obrar a partir del conocimiento del fin del movimiento.

Es necesario que en los actos humanos haya voluntario. Para verlo, hay que tener en cuenta que el principio de algunos actos o movimientos está en el agente, o en lo que es movido; mientras que el principio de otros movimientos o actos está fuera. Porque, cuando una piedra se mueve hacia arriba, el principio de esta moción es exterior a la piedra, pero cuando se mueve hacia abajo, el principio de esta moción está en la piedra misma.
Ahora bien, de los que se mueven por un principio intrínseco, unos se mueven a sí mismos y otros no; porque, como todo agente actúa o todo movimiento se mueve por un fin, según se determinó antes (q.1 a.2), se mueven perfectamente por un principio intrínseco aquellos seres en los que hay un principio intrínseco no sólo para moverse, sino también para moverse al fin. Pero para que algo llegue a hacerse por un fin, se requiere algún conocimiento del fin. Así, pues, lo que obra de este modo o es movido por un principio intrínseco que tiene algún conocimiento del fin, tiene en sí mismo el principio de la acción o del movimiento, no sólo para obrar, sino también para obrar por un fin. Mientras que en lo que carece de conocimiento del fin, aunque esté en ello el principio de la acción o del movimiento, no se halla en ello el principio de su obrar o moverse por un fin, sino en otro, que le imprime el principio de su movimiento hacia el fin. Por eso no se dice que estos seres se muevan a sí mismos, sino que los mueven otros. Pero se dice que se mueven a sí mismas las cosas que tienen conocimiento del fin, porque está en ellas el principio no sólo para obrar, sino para obrar por un fin. En consecuencia, cuando tanto el obrar como el obrar por un fin se deben a un principio intrínseco, estos movimientos y actos se llaman voluntarios; pues el término voluntario implica esto, que el movimiento y el acto se deben a la propia inclinación. Y por eso se dice que lo voluntario es, según la definición de Aristóteles, Gregorio Niseno y del Damasceno no sólo aquello cuyo principio está dentro, sino con el añadido de conocimiento. Por consiguiente, en los actos del hombre se encuentra plenamente lo voluntario, porque él conoce perfectamente el fin de su obrar y se mueve a sí mismo.

Santo Tomás, Suma Teológica I-II, cuestión 6, artículo 1

Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna.
Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.
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