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Torre de Babel Ediciones

Atlas – Mercurio – Lares – Penates – La mitología contada a los niños

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La Mitología contada a los niños – Capítulo XIV – Atlas – Mercurio –
Lares – Penates

Pleione, hija del Océano, casó con Atlas, hijo de Urano, que fue rey de Mauritania y gran astrónomo. Inventó la esfera, por lo cual se le representa llevando el globo sobre sus hombros y agobiado bajo su peso. Otros dicen que fue un castigo que le impuso Júpiter por haber ayudado a los Titanes en la guerra que contra él emprendieron. Ello es que lo que ha dado pábulo a esta ficción es un alto monte del mismo nombre, sobre el cual según creían los griegos, descansaba el firmamento.

Tuvo este matrimonio siete hijas, que se llamaron Pléyades, y son las estrellas que forman la constelación de ese nombre, menos una de ellas, que fue Electra, que se ausentó por no ver la destrucción de Troya, que había fundado su hijo Dárdano. Desde aquella época nunca volvió a aparecer entre sus hermanas sino como un pasajero cometa.

Una de estas Pléyades, llamada Maya, fue una de las infinitas sultanas del serrallo que para Júpiter pobló la imaginación de los griegos con tal de dar encumbrado origen a sus deidades. Hijo de Júpiter, pues, y de Maya, fue Mercurio. Llamóse también Hermes, que quiere decir «mensajero», porque su augusto padre le hizo mensajero de los dioses, y al intento le puso alas en los pies y en su tocado, que es una especie de gorro con el que se le ve siempre pintado. Le hizo además dios de la elocuencia, del comercio y de los ladrones.

Regaló Apolo a Mercurio una varita formada de un rayo de sol. Un día encontró este último a dos serpientes peleando, y las separó con dicha varita, alrededor de la cual ellas se enroscaron. Éste es el Caduceo, que toma su nombre de la palabra latina «cadere, caer», porque tiene el poder de acabar con todas las disensiones. Los poetas atribuyen un gran poder al caduceo; simboliza la paz, el comercio, la seguridad, la fortuna y la felicidad; las serpientes representan la prudencia; unas alas pequeñas que tiene arriba, la agilidad, y la vara el poder; tres cosas que unidas facilitan el buen éxito de las empresas. Siempre representan a Mercurio con el caduceo en la mano.

Este dios aparece muchas veces mezclado en los acontecimientos de la fábula; pero su historia propia no tiene muchos lances. Siempre ocupado en los asuntos de su padre, a esto debió su enlace con la bonita náyade Lara. Fue el caso que Júpiter, al que como sabéis se complacían los griegos en suponerle siempre en aventuras amorosas, pretendió a Yuturna, hija de Dáceno, que era muy hermosa. Yuturna, asustada de los requiebros del empalagoso galán, huyó y se tiró al río Tíber, suplicando a sus náyades que la ocultasen, a lo que accedieron gustosas, y una de ellas, llamada Lara, indignada, participó a Juno lo que pasaba, y ésta convirtió a Yuturna en fuente. Pero Júpiter, irritado contra Lara, la mandó cortar la lengua, y a Mercurio que la llevase al Infierno.

Mercurio, conmovido de su desgracia y seducido por su belleza, se enlazó con ella. Tuvieron por hijos a los dioses Lares

Esta voz, que significa jefe o conductor, se les dio por distintivo, porque eran los buenos genios de las casas y custodios de las familias, como lo eran también los Penates

Como tales dioses tutelares fueron primitivamente adorados los antepasados de las familias; pero más adelante se les dio, como se ha visto, su propio ser.

Eran los Lares unas estatuas pequeñitas, que se guardaban con gran veneración en el lugar más solo y secreto de la casa, denominadas «Lararia» y «Penetralia».

Estos pequeños dioses, Lares y Penates, es de lo más bonito que contiene el cúmulo de invenciones sin alma y sin corazón que constituyen la fábula. Lo doméstico, el interior de las familias, debe ser, y es siempre, una fuente de buenos y tiernos sentimientos, de santos e inmutables amores; el puerto después de todo viaje, el descanso después de toda fatiga, el lugar de consuelo en toda desgracia. ¿Cómo no lo había de amar el hombre, cuando el pájaro, irracional y sin alma, sólo por instinto ama a su dulce nido?

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