best microsoft windows 10 home license key key windows 10 professional key windows 11 key windows 10 activate windows 10 windows 10 pro product key AI trading Best automated trading strategies Algorithmic Trading Protocol change crypto crypto swap exchange crypto mcafee anti-virus norton antivirus Nest Camera Best Wireless Home Security Systems norton antivirus Cloud file storage Online data storage
tes

Torre de Babel Ediciones

Heráclito – Historia de los hombres célebres de Grecia

Aristóteles  ◄

 

    ►  Demócrito

Historia de los hombres célebres de Grecia – Capítulo VI – Heráclito

Hay dos célebres filósofos griegos de los que seguramente habréis oído hablar, niños míos, porque el uno siempre se representa riendo de todo, y el otro, por lo contrario, llorando. Este triste, que no será el que vosotros prefiráis, ni yo tampoco, es Heráclito. No por eso creáis que simpatizo con su contrario Demócrito, niños míos; en este mundo, ni se puede llorar por todo, ni menos reír.

El célebre filósofo Heráclito nació en Efeso 500 años antes del nacimiento de Nuestro Señor. Era melancólico, y lloraba sin cesar por las aberraciones de los hombres. Esta  tendencia, unida a su estilo enigmático y oscuro, hizo que le apellidasen el «llorón» y el filósofo «tenebroso». Compuso varios tratados, entre ellos uno sobre la Naturaleza, en que decía que el mundo era formado por el fuego y que después de varias transformaciones se disolvería en fuego. Eurípides envió una copia de este tratado a Sócrates, y éste respondió: «Que lo que había podido comprender en él era muy bueno, y que suponía que lo que no había comprendido lo sería también».

Darío, rey de Persia, le escribió una carta muy atenta convidándolo a ir a su corte; el filósofo rehusó groseramente como un patán. Dicen que, irritándole cada día más el trato con los hombres, se retiró a los montes para vivir sólo de vegetales en compañía de las fieras. Este género de vida le causó una hidropesía, de la que quiso curarse enterrándose en estiércol para sudar, lo que le ocasionó la muerte a los sesenta años de edad.

Una de sus bellas máximas es: «Las discordias o desavenencias se deben sofocar en un principio, como se sofocan los incendios».

tes