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Torre de Babel Ediciones

El evangelio del Buddha. Capítulo 29. Rahula

 

El evangelio del Buddha – Pablo Carus
Fundación del reino de la verdad

 

Glosario de términos buddhistas Índice

 

 

Fundación del reino de la verdad

XXIX.- RAHULA (1)

1. Muchas gentes de Kapilavastu creyeron en el Tathagata y se acogieron a su doctrina; y entre los jóvenes que se adhirieron al Sangha fueron Ananda, hijo de Prajapati, primo de Siddhartha, Devadata, primo y cuñado suyo, el barbero Upalf y el filósofo Anuruddha

2. Ananda era un hombre, según el corazón del Bienaventurado, de comprensión profunda y dulce de espíritu; fue su discípulo predilecto. Y Ananda estuvo siempre al lado del Santo Maestro de Verdad hasta que la muerte les separó.

3. A los siete días de la llegada a Kapilavastu, Yasodhara vistió a Rahula, entonces de siete años, con toda la magnificencia que corresponde a un príncipe, y le dijo:

4. «Ese santo hombre, de aspecto tan glorioso, que se parece al gran Arahusa, es tu padre. Tiene cuatro grandes minas de tesoros que yo no he visto aún; ve hacia él, y suplícale que las ponga a tu disposición, porque el hijo debe heredar la fortuna del padre.»

5. Rahula respondió: «Yo no conozco otro padre que el rey. ¿Quién es mi padre?»

6. La princesa tomó al niño en sus brazos, y asomándole a la ventana, le enseñó al Buddha, que precisamente estaba comiendo cerca del palacio.

7. Rahula fue hacia el Buddha, y mirándole a la cara sin temor, le dijo tiernamente: «¡Padre mío!»

8, Y poniéndose luego a su lado de pie, añadió: «¡Oh sramana!, hasta vuestro nombre es un sitio de felicidad.»

9. Cuando el Tathagata acabó su comida, dio su bendición, y se alejó del palacio; pero Rahula le siguió, y pidió a su padre su herencia.

10. Nadie, ni el Bhagavat mismo, apartó al niño.

11. Entonces el Bienaventurado se volvió hacia Saripatra, diciendo: «Mi hijo reclama mi herencia, Yo no puedo darle tesoros perecederos, que produzcan cuidados y tristezas; pero puedo darle la herencia de una vida santa, tesoro que no perecerá nunca.»

12. Y dirigiéndose seriamente a Rahula, el Bienaventurado dijo: «Yo no poseo ni oro, ni plata, ni piedras preciosas. Pero si quieres recibir los tesoros espirituales, si eres bastante fuerte para llevarlos y conservarlos, te daré las cuatro Verdades que te enseñarán los ocho caminos de la verdad. ¿Deseas tú ser admitido en la Congregación de los que consagran su vida a la cultura del espíritu y a la indagación de la más grande felicidad que puede alcanzarse?»

13. Y Rahula respondió con firmeza: «Sí quiero.»

14. Cuando el rey supo que Rahula había entrado en la Congregación de los bhikskus, se afligió. Había perdido a Siddhartha y a Ananda sus hijos, y a Devadata su sobrino. Ahora se le llevaban a su nieto, y fue hacia el Bhagavat y le habló. Y el Bhagavat prometió que en adelante no ordenaría ningún menor sin el consentimiento de sus padres o tutores.

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(1) Fuente: Mahavagga I, 54, Manual of Buddism, 208-209.

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