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Torre de Babel Ediciones

Maimónides. Filosofía judía medieval. Historia de la Filosofía de Zeferino González.

Historia de la Filosofía – Tomo II – Segunda época filosófica
La filosofía cristiana – Filosofía judía

§ 102 –MAIMÓNIDES

Moisés ben-Malmoum, conocido vulgarmente con el nombre de Maimónides, es el principal representante de la expresada dirección racionalista de la Filosofía entre los judíos de la Edad Media. Nació este célebre escritor en Córdoba, año de 1135, y allí tuvo por maestro en Filosofía al famoso Averroes, según afirman algunos historiadores, aunque otros lo niegan; pero a causa de la terrible persecución suscitada por la dinastía de los Almohades contra los filósofos y sus escritos, vióse precisado a salir de España, pasando a Fez, y después al Egipto, en donde fijó su residencia durante los últimos años de su vida, falleciendo en el antiguo Cairo en 1204.

 

       En su Guía de los extraviados, cuya versión latina, impresa a principios del siglo XVI, lleva el título de Dux seu director dubitantium et perplexorum, el judío cordobés, después de explicar en sentido filosófico ciertas metáforas bíblicas, disipando a la vez ciertas preocupaciones antropomorfistas que prevalecían sin duda entre sus correligionarios, discute y resuelve la mayor parte de los problemas filosóficos desde un punto de vista puramente científico y con cierto sabor racionalista. El fondo de su Filosofía es la Filosofía de Aristóteles, interpretada por sus comentadores griegos y árabes, y más o menos modificada por los escritos y las ideas del neoplatonismo.

De aquí es que en la ya citada Guía de los extraviados, libro famoso y consultado por espacio de siglos por autores católicos (1) y profanos, y obra en la que se propone, entre otras cosas, demostrar la unidad y la inmaterialidad perfecta de Dios. Maimónides establece y afirma, como bases preliminares o premisas lógicas de esta demostración, veintiséis proposiciones, que resumen casi todo su pensamiento filosófico, y que no son más que aserciones e ideas extractadas de los escritos de Aristóteles y de sus comentadores griegos y árabes. He aquí algunas de estas proposiciones, que citaremos sin seguir el orden del autor, omitiendo las menos importantes, y reuniendo en una sola dos o más de las veintiséis del mismo:

1.ª Repugna y es inadmisible la existencia de una extensión infinita, y también es inadmisible la existencia de un número infinito de extensiones o partes extensas, si se habla de infinidad actual.

2.ª La existencia de un número actualmente infinito repugna igualmente, aun cuando no se trate de cosas extensas, sino de causas y efectos o de otras especies de existencias.

3.ª Cuatro son las categorías capaces o susceptibles de cambio o mutación, a saber: a) la categoría de substancia, por razón de la generación y corrupción; b) la de cantidad, por razón del aumento y disminución; c) la de cualidad y según que es capaz de transformación o alteración; d) la de lugar, por razón del movimiento de traslación. A este último es al que corresponde, con toda propiedad, el nombre de movimiento.

4.ª Todo movimiento envuelve una transición de la potencia al acto, ora se trate de movimientos locales y de traslación, ora de movimientos o mutaciones substanciales como la generación y corrupción, ora de movimientos accidentales.

5.ª Todo cuerpo que comunica movimiento a otro cuerpo, es movido a su vez por otro, y éste por otro (omne quod movetur ab alio movetur), hasta llegar a un primer motor inmóvil. Entre las diferentes clases de cambios o movimientos, sólo el de traslación puede ser continuo y permanente; pero esta cualidad solo se encuentra en el movimiento circular, y no en las demás especies de movimientos locales.

6.ª El tiempo es un accidente o modo del movimiento, siendo inseparables el uno del otro, de donde resulta que lo que no está sujeto a movimiento, tampoco está sujeto al tiempo.

7.ª Siempre que una cosa pasa de la potencia al acto, es preciso que esta cosa sea distinta de la que produjo su transición de la potencia al acto, y que esta última exista fuera de aquélla.

8.ª Todo ser cuya naturaleza se compone de dos partes, existe y tiene esencia en virtud o por razón de la unión de las dos partes, y no por sí mismo, y por consiguiente no tiene existencia necesaria de sí y en sí.

9.ª Todo cuerpo está compuesto necesariamente de dos ideas o partes diferentes, que son materia y forma, y contiene además necesariamente diversos accidentes, como la cantidad, la figura, el sitio, etc.

10.ª Para que se verifique la existencia y la unión de la materia con la forma en los cuerpos singulares sujetos a generación y corrupción, es necesario que haya un agente o motor que mueva el substratum, o, mejor, que obre sobre la materia, disponiéndola para recibir la forma.

Esta proposición, que corresponde a la vigésimaquinta de Maimónides, es admitida por éste como verdadera y evidente, lo mismo que las veinticuatro que la preceden. Pero al llegar a la última, o sea la vigésimasexta, que establece y afirma con Aristóteles que el tiempo y el movimiento son eternos, el filósofo judío advierte que establece esta proposición a título de hipótesis muy conducente para demostrar la existencia, la unidad y la perfecta inmaterialidad de Dios, demostración que constituye uno de los objetos preferentes de su libro. Considerada, sin embargo, en sí misma y como tesis, «paréceme a mí, añade, que esta proposición es posible, y que no es ni necesaria, según quieren los comentadores de las palabras de Aristóteles, ni tampoco imposible, como pretenden los Motécallemin».

Aquí, como en otros muchos lugares de sus escritos, Maimónides, ora por medio de atenuaciones y términos medios, ora interpretando en sentido alegórico los textos bíblicos, esfuérzase a disimular y ocultar al vulgo sus tendencias racionalistas, sus ideas filosóficas, no siempre en armonía con la enseñanza bíblica y con las tradiciones de los judíos. Tal sucede, entre otras cuestiones, con la que se refiere a la inmortalidad. Después de citar y exponer varios textos de la Biblia; después de indicar las diferentes teorías de los comentadores griegos y musulmanes; después de aprobar, o vacilar al menos, entre el entendimiento hylico de Alejandro de Afrodisia y el entendimiento en acto y entendimiento adquirido de ciertos comentadores árabes, Maimónides concluye por negar la inmortalidad del alma humana, o al menos de lo que se llama alma racional; pero atenuando esta negación, puesto que parece conceder la inmortalidad a las almas de los justos, y aun esto según que tienen el estado de entendimiento en acto por medio de su unión con el entendimiento activo separado (2); de manera que en realidad la teoría de Maimónides se acerca bastante a la de su maestro Averroes, y lo que permanece después de la muerte no es el alma racional y propia de cada individuo, sino su entendimiento en cuanto ilustrado, perfeccionado, o, digamos mejor, unido e identificado con el entendimiento agente separado.

A fuerza de querer separar a Dios de las cosas finitas, y a fuerza de querer salvar en Dios la perfecta simplicidad, puede decirse que destruye y niega la realidad de su ser, puesto que le niega todo género de atributos positivos, convirtiendo, por consiguiente, la divinidad o Ser supremo en una especie de unidad abstracta, muy semejante, si ya no es idéntica, al unum de los neoplatónicos de Alejandría.

A pesar de sus tendencias racionalistas, al tratar del origen del mundo, Maimónides defiende la doctrina bíblica, o sea la creación ex nihilo con respecto a la forma y a la materia, rechazando la solución dualista de Platón y la solución de Aristóteles acerca de la eternidad del mundo. La existencia de la libertad en el hombre, la libre facultad de éste para obrar el bien y el mal, y la necesidad de obrar el bien, no tanto por el temor del castigo o esperanza de premio, cuanto por puro amor del bien, son tesis profesadas y tratadas con especial esmero y cuidado por Maimónides.

Los numerosos escritos de este filósofo, aunque menos originales en el fondo que los de Avicebrón, contribuyeron más que los de éste al movimiento filosófico entre los judíos, hasta el punto de que Maimónides puede ser apellidado con justicia el iniciador y representante del movimiento científico que se observa entre los judíos durante los tres siglos siguientes, y hasta en épocas muy posteriores; porque la verdad es que en las teorías filosóficas de Baruch Spinoza, Isaac Cardoso, Mendelsshon y otros escritores judíos más recientes, se descubren vestigios e inspiraciones del Dux Dubitantium de Maimónides.

 

 

      Por otra parte, los elogios tributados por Maimónides a su antiguo maestro, contribuyeron eficazmente a que los escritos de Averroes y de otros filósofos árabes adquirieran autoridad y séquito entre los judíos, los cuales se dedicaron a traducir en hebreo y en latín sus escritos. 

§ 103 – SUCESORES DE MAIMÓNIDES HASTA EL SIGLO XV

A la sombra del grande impulso comunicado a los estudios filosóficos por Maimónides, florecieron varios filósofos judíos, más o menos notables y más o menos fieles a los principios y tendencias de su célebre correligionario. Casi todos son, o españoles, u originarios de España; pues los que aparecen viviendo o escribiendo en las provincias meridionales de Francia, procedían de las provincias españolas ocupadas por los mahometanos, viéndose obligados a abandonarlas por las persecuciones terribles suscitadas contra ellos por los Almohades.

En atención a que los límites que nos hemos prescrito en esta obra no permiten otra cosa, citaremos los nombres de los filósofos judíos posteriores a Maimónides, haciendo algunas indicaciones sobre los escritos y doctrinas de los más principales.

a)Schem-Tob ibn-Falaquera, natural de España, aunque se ignora el lugar de su nacimiento, floreció en el siglo XIII y escribió varias obras en las que revela gran conocimiento, no sólo de la doctrina de los judíos, sino de la Filosofía de los árabes. Tiene además el mérito de haber dado a conocer y de haber popularizado el famoso libro Fons vitae de su correligionario Avicebrón, por medio del extracto que hizo de esta obra. No contribuyó menos a la propaganda y popularidad de la doctrina de Maimónides, por medio del comentario que escribió sobre las partes propiamente filosóficas de su Guía de los extraviados, o sea el Dux seu director dubitantium et perplexorum, de la versión latina.

b)Iedaïa Penini, por sobrenombre Bedersi, nació en Beziers, y es autor de una carta apologética en que defiende los fueros de la Filosofía contra las prohibiciones y anatemas que contra los estudios filosóficos habían lanzado los rabinos en una asamblea tenida en Barcelona. Escribió también una obra con el título de Examen del mundo, en la que trata principalmente de Filosofía moral, y recomienda con caloría doctrina de Maimónides, llamándole el mayor doctor de la Sinagoga.

c)Joseph ibn-Caspi, entre cuyas obras se encuentran un resumen del Organon de Aristóteles, y comentarios sobre la obra ya citada de Maimónides, los cuales fueron publicados con el título de Josephi Caspi commentaria hebraica in R. Mosis Maimonidis tractatum Dalalat Al-Haurin, sive Doctor perplexorum

d)Levi ben-Gerson, apellidado generalmente el maestro León, que floreció en la primera mitad del siglo XIV, y fue uno de los filósofos y astrónomos más notables de su tiempo. Sus obras principales son los comentarios que escribió sobre la paráfrasis de Averroes acerca de varios libros de Aristóteles, y la que lleva el título de Guerras del Señor, en la cual, no sólo trata de los principales problemas filosóficos, y entre ellos de la naturaleza e inmortalidad del alma, de la Providencia, de los futuros contingentes y su conocimiento, de la creación del mundo, etc., sino que contiene un tratado completo de astronomía, en el cual se encuentran varias observaciones, cálculos y opiniones originales, y hasta la descripción de un nuevo instrumento astronómico inventado por él. Pico de la Mirándula le llama vir insignis et celeber mathematicus, y añade que, no fiándose de los antiguos, inventó un nuevo instrumento: veteribus parum fidens, excogitavit novum instrumentum

Levi ben-Gerson es uno de los filósofos judíos que siguieron y ahondaron más la dirección racionalista de Maimónides, siendo acaso el primero que combatió y rechazó la creación ex nihilo en el sentido bíblico, rechazando también e interpretando en sentido naturalista la enseñanza de los libros sagrados acerca de las profecías y los milagros.

e) Moisés ben-Josué fue natural de Narbona, en opinión de algunos, aunque Casiri le supone nacido en España. En todo caso, sábese que vivió en Toledo y en Soria, en donde escribió también algunas de sus obras. Siguió la dirección racionalista, como su antecesor, siendo a la vez el representante más fiel de la Filosofía arábigo-peripatética. Casi todas sus obras tienen por objeto dar a conocer y comentar las de Aristóteles y las de sus comentadores árabes, con particularidad las de Al-Ghazâli y Averroes. El tantas veces citado Dux dubitantium et perplexorum de Maimónides fue también objeto de sus comentarios, los cuales comenzó, según su propio testimonio, en Toledo y los terminó en Soria hacia el año 1362.

Casiri le atribuye un comentario sobre un libro de Al-Ghazâli, en el cual discute las opiniones de los principales filósofos griegos (3), y también de Hipócrates y Galeno, comentario que supone escrito en Carrión: is autem liber anno erae sapharensis sive hispanae 1359, in oppido Carrion exaratus esse memoratur

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(1) Entre estos pueden enumerarse nuestros compatriotas Raimundo Martín, Pablo de Burgos o de Santa María y Alfonso de Espina. Por cierto que la dificultad de traducir literalmente el título hebreo y árabe del libro de Maimónides, fue causa de que cada uno de estos tres escritores le dieran nombres o epígrafes algún tanto diferentes. El primero, o sea Raimundo Martín, cita la obra del filósofo con el nombre de Director neutrorum, el segundo con el título de Directio perplexorum, y el tercero con el de Demonstrator errantium

(2) En la imposibilidad de citar los pasajes y las muchas páginas que Maimónides dedica a esta materia, bastará transcribir algunas palabras para reconocer que, por lo menos, no admitía la inmortalidad de las almas humanas en el sentido general y propio que nosotros damos a esto: «Les ames qui survivent aprés la mort ne sont pas la même chose que l’âme qui naît dans l’homme au moment de la naissance; car celle qui naît en même temps avec lui est seulement une chose en puissance et une disposition, tandis que la chose qui reste séparément après la mort est ce qui es dévenu intellect en acte. L’âme qui nait avec l’homme n’est pas non plus la même chose que l’esprit…. tandis que l’âme separée n’est qu’une seule chose.» Guide des égarés, trad. Münk, t. I, pág. 328.
      Münk advierte que Maimónides, al hablar de las almas de los justos, no hace distinción entre alma y espíritu, porque sobreentiende el alma inmortal, es decir, el entendimiento adquirido o en acto, el cual es cosa diferente del entendimiento hylico, que es una de las varias facultades del alma racional, la cual perece con el hombre. «Aquí y en otros pasajes, añade Münk, el autor indica con bastante claridad que el alma sólo podrá tener inmortalidad si en la vida presente llegó al grado de entendimiento adquirido
       Maimónides dice expresamente en otra parte: «Les âmes des hommes d’élite, selon notre opinion, bien que créées, ne cessent jamais d»exister.» Ibid., t. II, pág. 205.

(3) «Commentarius in celeberrimi Algazelis librum, cui titnhis Fax luminum. Ibi veterum philosophorum, Platonis, Aristotelis, Hippocratis, et Galeni placita ad examen revocantur. Commentarii vero auctor R. Moyses filius Josuae, Hispanus, qui quidem opus ex arabico sermone in hebraicum transtulit.» Biblioth. arab. hisp., t. I, cod. 638.

Avicebrón                                                                                                            Filósofos judíos del siglo XV

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