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Torre de Babel Ediciones

Ática hasta los 500 años antes de J. C. Historia de Grecia, por Ch. A. Fyffe


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Historia romana contada a los niños

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Nociones de historia de Grecia

Cap.I. Principios de los griegos

Cap II. El Peloponeso hasta el año 500 antes de J. C. Colonias

Cap.III. Ática hasta 500 años antes de J. C

Cap. IV. La revolución jónica y las guerras médicas

Cap. V. El imperio de Atenas y la guerra del Peloponeso

Cap.VI. Esparta, Tebas, Macedonia

Cap. VII. Imperio de Alejandro
 

 

 

NOCIONES DE HISTORIA DE GRECIA –CHARLES ALAN FYFFE


Índice

 

CAPÍTULO III – ÁTICA HASTA 500 AÑOS ANTES DE J. C.

1. Son abolidos los reyes en Atenas

Los habitantes de la Ática (mapa de Grecia meridional) pertenecían a la rama jónica de los griegos En un principio hubo varios Estados independientes en la Ática, que muchas veces se hacían entre sí la guerra. Atenas era el más fuerte, pero no convirtió en súbditos suyos a los habitantes de otros Estados, como Esparta lo hizo en Laconia, sino que se unió con ellos y de este modo la Ática fue un Estado solo, y las familias nobles de los otros Estados fueron nobles de Atenas. Ocurrió esto probablemente estando todavía Atenas gobernada por reyes, y los atenienses atribuían el mérito de esta unión a su héroe Teseo. El poder real fue aboliéndose muy poco a poco. Al principio los nobles suprimieron el empleo sacerdotal del rey, y le denominaron Arconte (άρχων), gobernador, en vez de Basileus, rey, que significaba gobernador y sacerdote al mismo tiempo; pero el empleo de Arconte era vitalicio, y el hijo sucedía al padre. Después determinaron que el arcontado no durase más de diez años; y por último, en el año 683 antes de J. C, se hizo empleo de un año, y se nombraron nueve arcontes en vez de uno, con objeto de que pudiera haber varias personas para administrar justicia y para mandar el ejército, en vez de un solo hombre investido con todas las manifestaciones del poder.

2. Clases nobles

Se dividía el pueblo de la Ática en tres clases, los Eupátridas o nobles, Geomori o labradores, y Demiurgi o trabajadores. Los eupátridas formaban como una raza aparte, aunque no eran conquistadores extranjeros como los dorios en los Estados del Peloponeso. Eran tribus o familias a quienes se suponía descendientes de héroes; tenían a su cargo las ceremonias sagradas y conservaban en su poder todo el gobierno del Estado. Algunas familias eran más distinguidas que otras, y las más grandes tomaban la dirección en los asuntos de Estado. Al comenzar la historia de la Ática, no tenía el pueblo común participación en el gobierno. Veremos de qué manera las clases nobles llegaron a tener menos importancia en la consideración pública, y cómo adquirieron los atenienses una idea mejor de lo que han de ser un Estado y sus ciudadanos.

3. Leyes de Dracón

Una de las quejas del pueblo común era que no hacían justicia los jueces. No había leyes escritas. Los nobles se trasmitían preceptos de ley, de unos a otros, verbalmente; pero el pueblo se quejaba de que los arcontes, que siempre eran nobles, sentenciaban conforme les venia en voluntad, y favorecían a sus amigos. Convínose por esto que un ciudadano llamado Dracón redactara un código de leyes, a fin de que todo el mundo pudiera saber cuál era la ley (624 antes de J. C). No hizo Dracón leyes nuevas, sino que averiguó las reglas que servían generalmente a los jueces, y las escribió. Los castigos en el código de Dracón parecieron tan severos a las generaciones posteriores de griegos, que se empleó la palabra draconiano para expresar todo lo que fuera muy severo o desapiadado; pero, en realidad, los castigos de todas las leyes primitivas eran muy severos y no lo eran más las de Dracón que las otras.

4. Cilón. La maldición de los Alcmeónidas

Poco después de esto, un noble llamado Cilón intentó hacerse tirano (612 antes de J, C). Esperando que el pueblo se le uniría para derribar a los Eupátridas, se apoderó de la Acrópolis, ciudadela de Atenas; pero el pueblo no le ayudó, y el gobierno rodeó con tropas dicha ciudadela. Cilón se escapó, y sus partidarios, cuando estaban ya casi muertos de hambre, buscaron refugio en los altares de los dioses, que había en la acrópolis. El arconte Megacles, que mandaba las tropas, les perdonó la vida si salían del asilo; pero en cuanto abandonaron los altares, fueron pasados a cuchillo por los soldados. Fue éste un crimen muy impío contra los dioses, y los atenienses creyeron que caería la maldición sobre la ciudad. Decidieron vengarse de toda la parentela de Megacles, los alcmeónidas, pues a todos ellos se les creía contaminados por la culpa de aquél. Durante algunos años disputaron entre sí los nobles si entregarían a los alcmeónidas o no; y el pueblo común cada vez se puso más violento contra el gobierno de los nobles. Por último, los alcmeónidas fueron persuadidos por Solón, sabio eupátrida, que se sometieran a juicio. Se les encontró culpables de sacrilegio y fueron desterrados de la ciudad.

5. Solón salva a los deudores 

Solón gozaba de una gran confianza, lo mismo de los nobles que del pueblo. Veían los nobles que si no se hacia algo para aliviar la miseria e insolvencia del pueblo común, surgiría un tirano, y por esta razón dieron a Solón facultades para que tomara las medidas que juzgase más convenientes. La gran calamidad del país eran las deudas. Los labradores hablan tomado dinero prestado de los ricos a rédito muy alto, dando sus haciendas en garantía del pago de la deuda. En los linderos de toda finca así hipotecada se erigieron pilares que sirvieran de testimonio, en los cuales se tallaba la cantidad debida y el nombre del que la había prestado. Todos los años crecía la deuda por efecto de los onerosos intereses; el labrador perdió toda esperanza de poder llegar a pagarla, y empezó a no ser otra cosa en realidad que un jornalero de la misma hacienda que antes le había pertenecido. El deudor que no tenía tierras y que no podía pagar sus deudas, estaba todavía en peor caso, porque se convertía en esclavo de su acreedor y podía ser vendido. Así, pues, los labradores libres, los Geomori, iban desapareciendo completamente. Algunos fueron vendidos fuera del país como esclavos, otros seguían trabajando en él como siervos o luchando en las agonías de una pobreza miserable. Para salvar al Estado, se vio precisado Solón a tomar medidas muy enérgicas. Ordenó que las monedas de plata común, llamadas dracmas, se hicieran de menor peso, de modo que ciento de las nuevas valieran tanto como 73 de las antiguas, y que las nuevas fuesen aceptadas, como si fueran iguales a las otras, en el pago de las deudas. De esta manera, uno que debía 100 dracmas antiguas podía pagar con 100 dracmas nuevas que equivalían a 73 de las primeras, lo cual reducía en realidad su deuda en 27.

     A los labradores que debían dinero al Estado les fueron condonadas sus deudas por entero, poniéndolos en disposición de comenzar de nuevo. Muchas personas que habían sido vendidas en el extranjero como esclavos fueron vueltas al país y declaradas libres; y Solón ordenó que desde entonces en adelante no pudiera ningún ateniense ser esclavo de otro por deudas. Estas medidas hicieron mucho bien a los labradores; y los poemas de Solón nos cuentan el modo de desaparecer del país los pilares de hipotecas.

6. Constitución de Solón. Timocracia

También se dio a Solón autorización para hacer una constitución nueva y nuevas leyes para el Estado. Hasta ahora las familias nobles lo habían sido todo. Solón fue el primero que hizo de Atenas un Estado en el cual podía cualquiera desempeñar la parte de un ciudadano, sin pertenecer a una de aquellas familias privilegiadas. La antigua asamblea homérica de todo el pueblo quizás no había desaparecido nunca en Atenas, pero jamás había adquirido autoridad. Solón hizo primeramente que esta asamblea (έκκλησία) fuese una parte efectiva del Estado. Diole la elección de los arcontes, el derecho de aprobar leyes, y el de residenciar a los magistrados por cuanto hubieran hecho en el tiempo de su empleo. Todo el nacido libre en Ática tenía un voto en la asamblea, perteneciera o no a familia noble; pero no quiso Solón que cualquiera pudiera levantarse en la asamblea a proponer una ley; estableció un consejo (βουλή) de 400 que preparara los asuntos que habían de llevarse ante la asamblea, y nada se proponía en ella fuera de lo que hubiese sido acordado por el consejo. Los consejeros (βουλευταί) tenían que ser elegidos anualmente por el pueblo.
      También hizo Solón una nueva división de los ciudadanos, distinta de las antiguas divisiones de clases. Dividió a todos los nacidos en Ática en cuatro clases, según la cantidad de tierra que poseían. A las clases más ricas dio la mayor parte en el gobierno, pero en cambio les exigió que pagaran contribuciones mayores y que hicieran más servicios por el Estado. Solamente podían ser arcontes los hombres de la primera clase, o de la más rica; y de ricos eupátridas, que eran los que más entendían de gobierno, seguirían estando a la cabeza del Estado. Las clases inferiores no podían ser miembros del consejo ni tener empleo ninguno; tenían solamente sus votos en la asamblea. No pagaban contribuciones; y cuando se les llamaba para soldados no tenían que proveerse de armas por sí mismos, mientras que las tres primeras clases tenían que presentarse con un juego completo de armadura, o servir en los cuerpos montados con caballos propios. Una constitución como la de Solón, que da el poder en proporción de la riqueza, se llama Timocracia (τιμοκρατία, de τιμή, riqueza, honor y κράτος, poder). Hasta entonces sólo el nacimiento había podido dar a un hombre el poder en Atenas; ahora, aunque la mayor parte de la primera clase eran sin duda eupátridas, todo ateniense que poseyera una buena finca, podría llegar a los puestos más elevados; y todo el pueblo, aunque efectivamente no tomara parte en el gobierno, tenía en él alguna intervención supuesto que elegía los arcontes y los residenciaba. 

7. Areópago

Había una antiquísima asamblea de nobles que se reunían en la colina Areópago, y que también se llamaba Areópago. En un principio sirvió para fallar en los casos de asesinato. Solón le dio más facultades y dispuso que los arcontes de cada año, cuando eran aprobados por el areópago, fuesen miembros de esta asamblea para toda su vida. Así el Areópago se compondría de los hombres de más experiencia entre los nobles. Solón le dio el derecho de prohibir la aprobación de cualquier ley que creyera peligrosa para el Estado, y el de amonestar o castigar a los ciudadanos que vivieran de una manera indigna de atenienses, o que criaran mal a sus hijos. El Areópago no tomó parte ninguna regular en el gobierno, pero fue mirado con gran respeto, y era el orgullo de los eupátridas.

8. Leyes de Solón

También fue encargado Solón de formar un nuevo código de leyes para Atenas, que reemplazaran a las de Dracón. En todos los países, en épocas muy primitivas, la familia o la tribu tenía una autoridad sobre sus miembros que hoy pertenece solamente a las leyes del Estado. El padre tenía grandes facultades sobre sus hijos, y hasta podía quitarles la vida; y la propiedad de los que fallecían sin hijos pasaba a la tribu. Pero Solón pensó que la vida y libertad de los hijos no debía depender de la voluntad de los padres, y que la tribu no debía tener ningún derecho sobre la propiedad que un hombre dejara a su fallecimiento, y. por consiguiente, hizo una ley para que el padre no pudiese vender ni empeñar a sus hijos, y para que la gente que no los hubiera tenido disfrutare el derecho de dejar sus propiedades, a su muerte, a quien quisiera. El hijo tenía la obligación de sostener a su padre anciano, pero no cuando el padre no le hubiera dado una educación. Solón exigió a todos los ciudadanos que tomasen parte activa en proteger al Estado de todo daño, pues no había ejército ni policía que especialmente lo hiciera; y castigaba, por lo mismo, a todo ciudadano que, cuando se suscitaba algún desorden, no se pusiera resueltamente de una u otra parte. Solón puso fin a su obra perdonando a todos los que hubieran caído en desgracia durante los últimos trastornos; y los alcmeónidas volvieron a Atenas (594 años  antes de J. C).

9. Nomotetas

Los males que existían en Atenas eran generales en otros Estados de Grecia; y en muchos de ellos, lo mismo que en Atenas, se dio facultades a un solo hombre para redactar una colección de leyes enteramente nuevas, que libertaran a los ciudadanos de la opresión y disgusto que sufrían, y los pusieran en disposición de vivir juntos y en paz. Se llamaron aquellos hombres nomotetas (νομοθέται), legisladores; y algunos cumplieron su cometido con gran sabiduría y buen éxito, dando realmente una nueva vida a sus Estados. Se conoce, sin embargo, más sobre las leyes de Solón que acerca de las de ningún otro de los nomotetas

10. Facciones. El tirano Pisístrato

A pesar de las grandes reformas de Solón, continuaron en la Ática los desórdenes. Los más poderosos entre los nobles eran enemigos; y como la Ática era una región muy grande para componer un Estado solo, los habitantes de las diferentes localidades fácilmente se movían los unos en contra de los otros. Había tres partidos, el de los de los llanos, el de los de la costa y el de los de las montañas. Los últimos eran los más pobres y disgustados; y el más astuto de los nobles, Pisístrato, se puso a su cabeza. El jefe de los de la costa era Megacles, un alcmeónida, nieto del Megacles que había matado a los partidarios de Cilón. Un día de mercado, estando la ciudad llena de gente pobre del campo, Pisístrato se salpicó a sí mismo de sangre, y se dirigió a la plaza del mercado, declarando que casi había sido muerto por sus enemigos, por su mucho celo por el pueblo. Un amigo, con el cual había arreglado Pisístrato todo el plan, propuso al pueblo que dieran a Pisístrato una escolta de quince hombres, armados de mazas. En vano Solón aconsejó al pueblo en contra; se dio la guardia, que poco a poco se aumentó hasta 400 hombres. Entonces, cuando Pisístrato se encontró seguro de su poder, se apoderó de la Acrópolis, y se hizo tirano (560 años antes de J. C). Dos veces fue arrojado por los partidos de la costa y de la montaña; en el año 545 antes de J. C. se hizo tirano por tercera vez, y desde entonces reinó en paz hasta su muerte (527 años antes de J. C). Aunque se rodeó de una guardia extranjera, gobernaba con gran moderación y permitió que quedara en vigor la constitución de Solón, con la única enmienda de que los empleos más elevados fueran ocupados por miembros de su propia familia. Estableció festividades religiosas a las cuales podía asistir todo el pueblo; hermoseó a Atenas con templos y edificios públicos; mejoró los caminos y construyó un acueducto. Hizo también venir poetas a Atenas y coleccionó copias de la poesía más antigua de todas las partes de la Gracia, empleando hombres eruditos para que las limpiaran de errores y confusiones.

11. Hipias e HIparcO

Después de la muerte de Pisístrato (527 años antes de J. C), le sucedió su hijo mayor Hipias, que gobernó con moderación; pero en 514 antes de J. C. Hiparco, hermano de Hipias, ultrajó a la hermana de un ciudadano joven llamado Harmodio, y éste con un amigo suyo Aristogitón decidieron matar al tirano y a su hermano. Consiguieron matar a Hiparco, pero Hipias se salvó merced a su presencia de ánimo, y Harmodio y Aristogitón perecieron. Después de esto, se hizo Hipias suspicaz y cruel, matando y maltratando a los ciudadanos.

12. Fin de la tiranía 

Desde la vuelta de Pisístrato, en el año 545 antes de J. C, habían estado en el destierro los Alcmeónidas. Como eran muy ricos y deseaban borrar con un acto de piedad el mal nombre que tenían, emprendieron mediante una cierta suma la reconstrucción del templo de Delfos, que un incendio había reducido a cenizas; y aunque en el contrato se estipulaba la piedra común, hicieron de hermoso mármol la fachada del templo. Esto les proporcionó el apoyo del oráculo, y como sabían ellos que mientras que la familia de Pisístrato reinara no había de permitírseles volver a Atenas, sobornaron a la sacerdotisa de Delfos, para que siempre que los espartanos enviaran a consultar el oráculo, diera esta única respuesta: «Hay que libertar a Atenas.» Viendo los espartanos que para todo lo que preguntaban no les daba el dios otro consejo, determinaron hacer lo que les pedía. Enviaron un ejército contra Hipias, y derrotado que fue este, enviaron otro al mando de Cleómenes, rey de Esparta. Los hijos de Hipias cayeron en poder de Cleómenes y para recobrarlos convino Hipias en salir de la Ática. Tal fue el término de la tiranía de los Pisistrátidas (510 años antes de J. C). Los atenienses recordaron con horror los últimos cuatro años de crueldad de Hipias, e hicieron honras por la memoria de Harmodio y Aristogitón, como si éstos hubieran sido los libertadores de la ciudad.

13. Constitución de Clístenes. Democracia

Desaparecido Hipias, empezó otra vez la lucha de los partidos. Muchos nobles, a cuya cabeza estaba Iságoras, deseaban restablecer el antiguo gobierno de los nobles, tal cual había existido antes de Solón. Los Alcmeónidas, dirigidos por Clístenes, hijo de Megacles, tomaron la determinación contraria. Este Clístenes había tomado este nombre que era el del tirano de Sición, con cuya hija se había casado Megacles. Él era el que había sobornado a la sacerdotisa de Delfos; y ahora, bien por ambición, bien por un verdadero amor a Atenas, abrazó la causa del pueblo común y le dio más participación en el gobierno.

14. Tribus y Démas

Había una antigua división del pueblo en cuatro tribus, llamadas las tribus jónicas, Clístenes abolió esta división, porque era causa de que el pueblo bajo tuviera encima a los nobles de su tribu; y en lugar de dividir el pueblo según el nacimiento, dividió la tierra en un gran número de distritos o parroquias, llamados démas (δήμοι), y luego hizo diez nuevas tribus poniendo en una sola los habitantes de varios démas, que estaban entre sí a cierta distancia. De este modo, en nada se parecía una de las nuevas tribus a las antiguas formadas por sólo una familia: el pueblo que en ella había procedía de diferentes partes de la Ática, y no estaba entre sí relacionado por parentesco, y los miembros de una misma familia estaban distribuidos en muchas tribus diferentes. Clístenes esperaba impedir por este medio que los grandes nobles levantaran partidos que los apoyasen, y al mismo tiempo poner fin a la división del país en regiones, como la de los llanos, de la costa y de la montaña.

15. Consejo

En la constitución de Solón se componía el consejo de los 400 de 100 de cada una de las cuatro antiguas tribus jónicas; Clístenes hizo que el consejo fuera elegido por sus diez nuevas tribus, cincuenta consejeros de cada una, que hacían un total de 500. No varió la división de Solón en clases según la propiedad, ni se opuso a los privilegios de las clases más ricas; pero cuando hizo su división de démas, incluyó entre los ciudadanos a todo el que a la sazón vivía en la Ática, excepto a los esclavos, fuese o no hijo de padres de la Ática. Así es que un número de traficantes y colonos, llamados forasteros (μέτοικοι) recibieron la ciudadanía de Atenas; y el pueblo comprendió que tenía más participación que antes en los asuntos de Estado. Los miembros de cada familia antigua seguían conservando sus ceremonias religiosas y un sentimiento de orgullo de raza; pero para todos los fines del gobierno, el pueblo todo cooperaba en sus démas y tribus nuevas.

16. Asamblea

Deseaba Clístenes que la asamblea pública (έκκλησία) tomara en el gobierno mayor parte que la que tenía en tiempo de Solón; y supuesto que no podía introducirse en la asamblea medida ninguna que no hubiera sido redactada por el consejo, tenía Clístenes que hacer del consejo un cuerpo más de negocios de lo que hasta entonces lo había sido. Como es imposible que 500 hombres puedan hacer negocios metódicamente todos reunidos, dividió el consejo en comisiones pritanias. Cada comisión se componía de los hombres elegidos (pritanos) por una de las nuevas tribus, con objeto de que nunca pudiera un noble conseguir que hubiera un comité compuesto de los miembros de su casa. El consejo y la asamblea empezaron, pues, a tomar mayor participación en el gobierno.

17. Estrategos

En conexión con las tribus se creó un empleo nuevo e importante. Cada una de las diez tribus debía elegir un estratego o general (στρατηγός), y los diez generales debían mandar el ejército. por tumo, uno cada día. Uno de los arcontes, llamado el polemarca (πόλεμος, guerra, άρχων) compartía el mando con ellos. Gradualmente fueron adquiriendo los estrategos la dirección de los negocios extranjeros del estado.

18. Jurados

Por aquella misma época se dividió la asamblea en tribunales o jurados, para que los principales casos pudieran ser juzgados delante de un jurado de ciudadanos, en vez de ser decididos por los arcontes o el Areópago, como lo eran antes.

19. Ostracismo

Clístenes vio que en toda la Grecia hablan conseguido hombres ambiciosos hacerse tiranos porque los Estados no tenían ejércitos o policía, prontos a defender la constitución y temió que otra vez pudiera levantarse un tirano en Atenas. Por esta razón estableció una costumbre llamada el ostracismo, según la cual podían los ciudadanos librarse de un hombre del cual sospecharan que podía hacerse tirano o sumir de nuevo al Estado en violentas convulsiones. Antes que todo, tenían que decidir el consejo y la asamblea que el Estado estaba realmente en peligro; después eran convocados los ciudadanos a reunirse en un día determinado y a escribir cada uno en una boleta (óarpaKov) el nombre de cualquier persona que creyeran peligrosa para el Estado. Si estaba escrito el mismo nombre en 6000 boletas, la persona tenía que ir al destierro por diez años, pero no perdía su propiedad, y podía regresar con todos sus derechos de ciudadano al cabo de los diez años.

20. Elección por la suerte

Otro recurso fue puesto en práctica para impedir que los ambiciosos levantasen partidos en el Estado, y para dar más probabilidades a los menos poderosos. Cuando los candidatos para el empleo de arconte hablan dado sus nombres, el pueblo, en vez de votar cuáles habían de ser arcontes entre los que hablan apuntado sus nombres, echaba suertes (κλήρος). De esta manera, pues, todo lo más que podía hacer un ambicioso era inscribir su nombre como candidato: abolido el voto, no podía servirle de nada el reunir un partido que le apoyara. Los más importantes funcionarios, sin embargo, los estrategos, nunca fueron designados por la suerte, pues hubiera podido resultar un gran daño si aquélla hubiera recaído en un hombre nada a propósito para ser general.

21. Intervienen los espartanos

Los cambios de Clístenes dieron gran poder al pueblo; y la constitución de Atenas empezó entonces a ser una democracia, o gobierno del pueblo (δημοκρατία, δήμος, pueblo, κράτος, poder) en vez de una timocracia Muchos nobles, a cuya cabeza estaba Iságoras, se opusieron a Clístenes con cuanta fuerza pudieron; y cuando Iságoras vio que no podía contener las reformas de Clístenes, apeló por socorros a Cleómenes, rey de Esparta, diciendo que Clístenes estaba a punto de hacerse tirano, y que seria el enemigo de los dorios, como su abuelo, Clístenes de Sición. Cleómenes era un rey muy ambicioso y deseaba que Esparta ejerciera el dominio sobre Atenas; por esta razón, con objeto de deshacerse de Clístenes, pidió a los atenienses que expulsaran a los Alcmeónidas, la familia de Clístenes, con motivo de su maldiciónClístenes salió desde luego de Atenas; y Cleómenes entró allí con una fuerza pequeña, y expulsó a 700 familias que Iságoras le designó como democráticas. Trató en seguida de disolver el consejo de los 500; pero el pueblo entero se levantó en armas. Los soldados de Cleómenes se vieron dominados y arrojados dentro de la ciudadela. Los atenienses les permitieron retirarse ilesos, pero condenaron a muerte a los ciudadanos que se les habían unido. Entonces Cleómenes convocó a los aliados que en el Peloponeso tenía Esparta, e invadió a la Ática, determinado a nombrar tirano a Iságoras, porque éste estaba dispuesto a someter Atenas a Esparta. No enteró a los aliados de su propósito; pero cuando llegaron a Eleusis, en la Ática, lo descubrieron los aliados y se negaron a seguir más adelante y el ejército se disolvió. Cleómenes había también persuadido a los tebanos y a los ciudadanos de Chalcis, en Eubea, a que declarasen la guerra a Atenas. Cuando los atenienses vieron que el ejército de Cleómenes se desbarataba, marcharon contra los tebanos, a quienes encontraron en las costas del Euripo (mapa de Grecia meridional) esperando a los de Chalcis. Atacaron y derrotaron los atenienses al ejército de Tebas, y en cuanto concluyeron la batalla cruzaron el Euripo y ganaron una victoria tan completa el mismo día sobre los de Chalcis, que todo el Estado de Chalcis quedó a su disposición. Tomaron las tierras de los nobles de dicho Estado, y en ellas establecieron a 4000 labradores atenienses. Los espartanos estaban más celosos que nunca de los atenienses. Descubrieron que la sacerdotisa de Delfos había sido sobornada para hacerles que derribaran a Hipias, y determinaron restablecer a éste y humillar a Atenas; pero después de lo que había acontecido en la última campaña, no se atrevieron a ocultar a los aliados sus designios. Para esto convocaron diputados de todas partes del Peloponeso, y trataron de persuadirlos a que se les unieran en restablecer a Hipias. Empero el diputado de Corinto, Sosiclés, censuró a los espartanos, que siempre habían sido los enemigos de los tiranos, por el cambio de su conducta; y les recordó lo que Corinto había sufrido por Periandro. La asamblea aplaudió a Sosiclés, y los espartanos, viendo que nada podían hacer, desistieron de su empresa. Así mantuvieron los atenienses sus libertades y ganaron dos victorias brillantes sobre los de Tebas y los de Chalcis, quienes hubieran ayudado a restablecer la tiranía. El espíritu de los ciudadanos se elevó. Los cambios de Clístenes hablan abatido las rivalidades de los ricos, y los pobres veían que tenían participación en el Estado y no concebían deseos de volver a traer a los tiranos. Atenas fue más independiente y estuvo mas unida de lo que antes lo había sido y estado. En las guerras que vinieron después con Persia los atenienses se mantuvieron juntos a pesar de los traidores, y tanto los ricos como los pobres cumplieron con su deber cuando llegó el momento.

 

La sesión del Areópago en que habló San Pablo, fue probablemente una mera reunión de ciudadanos sin autoridad.

 

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