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Torre de Babel Ediciones

Historia del imperio chino – Artes e industria


MITOLOGÍA

La Mitología contada a los niños e historia de los grandes hombres de Grecia  

Mitología de la juventud o Historia fabulosa para la inteligencia de los poetas y autores antiguos

 

 

HISTORIA

Compendio de la historia de la China

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Historia romana contada a los niños

Historia de los templarios

LECCIONES DE HISTORIA DEL IMPERIO CHINO


Prólogo

Primera parte

De la situación, población y división

Del gobierno

De las dinastías

De varios emperadores

De los mandarines y la policía

Del ejército y las armas

De la justicia y los castigos

Segunda parte

De la religión

De los sacerdotes y templos

Del carácter y las costumbres

De la educación, las ciencias y los libros

De las fiestas y teatros

Tercera parte

Edificios públicos

De las producciones naturales

Continúa el mismo asunto

Prosigue la misma materia

De los animales

Cuarta parte

De las artes e industria

Continúa el mismo asunto

Prosigue la misma materia

Preguntas sobre las lecciones precedentes


 

 

LECCIONES DE HISTORIA DEL IMPERIO CHINO
 

Breve descripción de este Imperio, de su historia, población, 

gobierno, religión, industria, usos y costumbres
 

Redactadas por J. Herrara Dávila y A. Alvear – 1829


Índice

 

CUARTA PARTE
Lección XVIII – De las artes e industria.

215. Los chinos cultivan todas las artes con mucha aplicación e ingenio, y en algunas llevan todavía ventaja a los europeos, quienes no han podido penetrar varios de sus secretos, particularmente en el colorido, en la fabricación de la porcelana, en la de las pastillas de tinta, en la mezcla de metales de los tantanes, en la elaboración del marfil y otros varios. Respecto de la agricultura, que es su principal ocupación, la más noble y apreciada, ya hemos dicho bastante. El cultivo se apodera en aquel fértil suelo de todo cuanto es susceptible de él. Las montañas están cultivadas desde su base hasta su cima por medio de escalones ingeniosamente dispuestos para contener las tierras, evitar los estragos de las aguas, y facilitar las labores. A más de la multitud de ríos, arroyos y canales, tienen pantanos y estanques artificiales sin número, y pozos para aprovechar todas las aguas y generalizar el riego. Aprovechan toda especie de inmundicias y basuras para hacer los abonos, y hasta en los caminos tienen abiertos una especie de pozos, y colocados vasos para recoger los orines y excrementos de los pasajeros.

216. Muchos cuentos fabulosos se han esparcido en Europa sobre la exquisita porcelana de china; y en este mismo imperio hay muchas supersticiones respecto a su fabricación. Cuentan por ejemplo que un famoso fabricante llamado Pu, se arrojó y quemó en su horno, porque no pudo sacar unos vasos, según el modelo que le había dado el emperador, los cuales sin embargo después de quemado el maestro salieron con toda perfección. Lo cierto es que los chinos conocen este arte de tiempo inmemorial.

217. La masa de la porcelana se forma de dos clases de tierra; una que llaman pé-tum-tsé y otra kao-lin; la primera es arcillosa, muy suave al tacto, mezclada de cuarzo y mica; la segunda es un espato fusible, mezclado también de mica y cuarzo. Estas tierras se encuentran en canteras en forma de rocas, se muelen y reducen a polvo muy fino; se echa éste en una gran vasija llena de agua, y se agita fuertemente con una pala de hierro; al cabo de algunos momentos de reposo sobrenada una especie de crema que se saca y se echa en otra vasija, se vuelve a agitar la mezcla y produce otra porción de crema, y se repite la misma operación hasta que solo quedan en el fondo partículas groseras, las cuales también se sacan para volverlas a moler. La crema se echa en moldes, se seca y se vende en ladrillos para fabricar la porcelana.

218. Los ladrillos se vuelven a reducir a polvo muy fino, y con él se hace la pasta con que se forman las diferentes figuras por un medio semejante al que usan nuestros alfareros; y las que no pueden trabajarse en la rueda se vacían en moldes, se secan después a la sombra, y luego se meten en el horno a un fuego muy fuerte; concluida esta primera cocción se sacan del horno los vasos y se echan en un baño de arena guarzosa desleída en agua, se vuelven al horno, y en esta segunda cocción se vitrifica la cubierta y la pasta queda semitransparente. Después se trazan los diseños dorados o de colores, y vuelven al horno por tercera vez las piezas; en esta tercera cocción es el fuego más suave.

219. El dibujo que emplean los chinos en sus porcelanas es muy inferior al que se hace en Inglaterra y Francia, pero en cambio de esta desventaja, el colorido chino es más vivo y hermoso perpetuamente.

220. Los chinos se lamentan de haber perdido algunos secretos preciosos sobre esta fabricación, así como en Europa nos lamentamos de haber perdido el arte de pintar sobre vidrio con la perfección que era tan común en el siglo XV. Los chinos se aprovechan de la manía que tienen los europeos por sus antiguas porcelanas, vendiéndoles las nuevas corroídas como si tuvieran tres o cuatro siglos. Ejecutan este fraude enterrando los vasos en una mezcla que tienen la propiedad de corroerlos; más no sabemos de qué está formada.

221. La porcelana se llama en lengua china tse-ki, y es una materia de un uso muy general.

222. No solo en la porcelana dan los chinos sus hermosos colores; también excede su primor en pintar sobre una especie de piedra particular de su país del color de mármol blanco, la cual se divide en láminas muy delgadas, con las que forjan hermosos cuadros y otros muchos adornos. La facilidad con que penetran del color estas láminas, consiste en la naturaleza de la piedra.

223. Todos los dibujos iluminados y grabados de color en la China se conservan sin perder de su brillo y frescura por muchísimo tiempo.

224. Las pinturas de los chinos son hechas en la mayor parte con preparaciones al pastel; los pintores chinos hacen de ello un gran secreto, pero he aquí como se sabe lo que practican. 1.° el papel para pintar debe ser sin cola ni alumbre como nuestro papel gris, y cuanto más delgado mejor; se rocía ligeramente con agua y se pegan con cola los bordes sobre un cuadro, de modo que en secándose queda bien estirado; por detrás se pone un cartón que llene el vacío del cuadro, y estando así se pinta por el otro lado sobre el papel. 2.° Concluida la pintura se funde en agua de fuente, cola de ante de la más pura y fuerte, y se vierte una quinta parte en agua caliente en la que se ha fundido alumbre clanes o de roca; se toma un pincel grueso y se da con esta agua preparada una fuerte capa sobre el revés de la pintura al pastel; este lavado humedece el papel, y hace que se impregne de los colores sin dañar a estos; si una capa de dicha agua no es suficiente, se da otra segunda más caliente. 3.° Para dar más cuerpo al papel y fijar más bien los colores, se pone otra hoja de papel humedecido con agua de cola sobre el revés de la pintura y después otras varias del mismo modo, lo cual impide que la humedad destruya los colores. Ningún chino puede tener el retrato de su emperador. Tienen los chinos un grande horror a toda pintura que manifieste sólo una cabeza humana, porque entienden que esto es aplicar la pena de la decapitación a la persona que representa.

225. Para aplicar el oro sobre los dibujos deshacen los panes u hojas de oro batido, y lo muelen y revuelven bien con agua y miel blanca; reducido el oro a un polvo impalpable, separan la miel por medio de varios lavados de agua de lluvia o de fuente bien clara; después se evapora sobre cenizas calientes la humedad que ha quedado, y se gualda el polvo de oro en un vaso bien tapado. Cuando se quiere aplicar a los dibujos, se deslié la porción de polvo de oro necesaria en agua tibia de buena cola, y se usa del pincel como para otro color. Si se intenta dar mayor brillo a alguna parte del dorado, se toma polvo de oro con un pincel seco, y se aplica en dicha parte después de haberla bañado con agua de cola más fuerte; luego que está bien seco el dorado se bruñe con una piedra ágata. Del mismo modo se prepara la plata.

226. Los chinos ejecutan dibujos sobre las telas de seda a fuego de un mudo muy particular. Encienden ciertos palitos a propósito por los dos extremos; cuando están carbonados en la longitud de cuatro a cinco líneas, se apaga la llama y se trazan con la punta encendida dibujos sobre la tela. Este procedimiento requiere mucho tiempo y paciencia, porqué a cada instante es preciso soplar el palito para apartar la ceniza y reanimar el fuego. Dicen que esta invención es de los Lamas del Tibet.

227. El color de las telas es generalmente tan bello y más firme que el que se da en Europa, especialmente el blanco, que es muy hermoso, el azul, el amarillo y el negro; esté último no perjudica en nada a las telas, cuando en Europa es muy frecuente el que las queme.

228. Muchas telas de la China son preferibles a las de Europa; la gasa particularmente es muy superior a la francesa, así por su brillantez, como por su resistencia. Todavía no se han podido fabricar en Europa telas de algodón como las de Nan-Kin, y los pañuelos y telas de seda cruda o salvaje son muy estimables por su duración; los chinos no ponen goma alguna en las telas fabricadas con esta seda, porque ella tiene naturalmente un gluten que la suple.

229. Los chinos no igualan a los europeos en la habilidad del bordado, pero los exceden en hacer flores y otras figuras a mano de diversos puntos, las cuales cosen después muy finamente en las telas, y sobresalen particularmente en el arte de tejer figuras al mismo tiempo que las telas. No saben los chinos bordar con oro o plata, y suplen este bordado con tiras de papel cubiertos de hoja de estos metales. Por esta razón la importación en China de galones y bordados de oro o plata es muy ventajosa. Los orientales tienen una afición extremada a los bordados de Europa. El bonete de ceremonia del gran Lama del Tibet se fabrica en Londres, y cuesta todos los años uno nuevo cuatro mil piastras. El empresario de esta prenda es el inglés M. Beale, que está establecido en Macao, en calidad de agente de Prusia.

230. Los tapices chinos son fabricados de pelo de camello, y tienen poco mérito. El gobierno francés, por medio de los misioneros, regaló al emperador de la China dos magníficas piezas de tapicería; el día que aquel las recibió fue de un regocijo general en la corte porque cuando el emperador está contento, sus cortesanos no pueden contener la alegría. Se hizo una habitación a propósito en el palacio para colocar aquellas ricas piezas jamás vistas en la China.

 

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