DICCIONARIO FILOSÓFICO DE ARISTÓTELES accidente identidad, heterogeneidad |
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No es cierto que todo hombre sea la misma cosa que músico; lo universal existe de suyo, mientras que lo accidental no existe por si mismo, sino simplemente como atributo de un ser particular. Se admite la identidad de Sócrates y de Sócrates músico, y es porque Sócrates no es la esencia de muchos seres; y así no se dice: todo Sócrates, como se dice: todo hombre. Además de la identidad accidental, hay la identidad esencial. Se aplica, como la unidad en sí, a las cosas cuya materia es una, sea por la forma, sea por el número, sea genéricamente, así como a aquellas cuya esencia es una. Se ve, pues, que la identidad es una especie de unidad de ser, unidad de muchos objetos, o de uno solo tomado como muchos; por ejemplo, cuando se dice: una cosa es idéntica a si misma, la misma cosa es considerada como dos. Se llaman heterogéneas (ἕτερα) las cosas que tienen pluralidad de forma, de materia, o de definición; y en general la heterogeneidad es lo opuesto a la identidad. Diferente (Διάφορα) se dice de las cosas heterogéneas, que son idénticas bajo algún punto de vista, no cuando lo son sólo bajo el del número, sino cuando lo son bajo el de la forma, o del género, o de la analogía. Se dice también de lo que pertenece a géneros diferentes de los contrarios, y por último, de todo lo que tiene en la esencia alguna diversidad. Las cosas semejantes (ὅμοια) son las sujetas a las mismas modificaciones, entre las que hay más relación que diferencia, y las que tienen la misma cualidad. Y por contrarias que puedan aparecer las cosas, si el mayor número de los caracteres o los principales se parecen, sólo por esto hay semejanza. En cuanto a lo desemejante, se toma en todos los sentidos opuestos a lo semejante. Aristóteles, Metafísica, libro V, 9 |
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