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Torre de Babel Ediciones

BAYLE, filósofo francés -biografía- Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO-AMERICANO(1887-1910)

Índice

PEDRO BAYLE, filósofo y crítico francés del siglo XVII; vida y obras (biografía)

BAYLE (PEDRO)

Biografías. Célebre filósofo y crítico francés. Nació en Carlat (condado de Foix) el 18 de noviembre de 1647; murió en Roterdam en 1706. Hijo de un ministro de la religión reformada, tuvo por primer maestro a su padre, que le enseñó los idiomas latino y griego. Su delicada naturaleza impidió que adelantara en sus estudios con la rapidez que de su viva y precoz inteligencia podía esperarse; así hasta los 19 años no pudo ingresar en el colegio de Puylaurens para completar sus conocimientos en humanidades. El ardor con que se entregó al estudio alteró su salud, y aunque por esta causa fue enviado a la casa de un ministro de las cercanías, dedicóse con afán, no bien entró en el período de la convalecencia, a la lectura de los numerosos volúmenes que formaban la biblioteca del dueño de la casa. Cuando regresó al colegio buscó con preferencia las obras que herían el entendimiento ante que la imaginación, y se complacía en las discusiones filosóficas y teológicas.

Algunos años después marchó a Tolosa, a fin de recibir las lecciones de los jesuitas de aquella población, y un mes más tarde abjuró el protestantismo y abrazó la religión católica. Las prácticas del culto católico despertaron sus dudas, por lo que adoptó otra vez las creencias religiosas que aprendió en sus primeros años. Para evitar el castigo que las ordenanzas de 1665 y 1669 imponían a los relapsos, trasladóse secretamente a Ginebra, donde tuvo a su cargo la enseñanza de los hijos de un síndico de la República. Sucesivamente fue preceptor en la casa de un señor de Coppet, en Ruan y en París, y, para librarse de las persecuciones que le amenazaban, cambió la ortografía de su apellido, y firmó con el de Bele. Luego fue, durante cinco años, catedrático de filosofía en la Academia protestante de Sedán, y suprimida ésta (1681), desempeñó en Roterdam la cátedra de Filosofía y de Historia.

Por la época en que vivía en Sedán, escribió en defensa del duque de Luxemburgo, a quien se acusaba de tener relaciones con el diablo, las Cogitationes rationales de Deo, anima et malo, y en 1682 dio a la imprenta sus Pensamientos diversos sobre el cometa de 1680. En esta última obra criticaba los excesos producidos en su tiempo por la superstición, y decía que el ateísmo era quizás menos funesto que la idolatría. Los enemigos de Bayle fingieron ver en este escritor al jefe declarado de los ateos; se prohibió la entrada del libro en Francia, y como sucede siempre en ocasiones semejantes, esta prohibición aseguró a la obra un gran número de lectores. Bayle imprimió no mucho más tarde la Crítica de la Historia del calvinismo por el Padre Maimbourg, libro que encendió de tal modo la cólera del Padre Maimbourg y de los jesuitas, que no pararon hasta conseguir del rey una orden para que la Crítica fuese quemada por mano del verdugo. Pareciéndoles ésta pequeña venganza, lograron que un hermano de Pedro fuese encerrado en una prisión, en la que murió tras cinco años de cautividad. Bayle entonces denunció con toda claridad los horrores de la intolerancia en tres cartas que tituló: Lo que es la Francia completamente católica bajo el reinado de Luis el Grande. El filósofo francés colaboraba también por aquellos días en una especie de revista periódica (Noticias de la república de las letras), en la que insertó análisis muy exactos de obras nuevas teológicas, filosóficas, históricas y literarias. Las Noticias se publicaron desde 1684 a 1687, y extendieron por todas partes la fama del crítico filósofo.

Bayle poseía un espíritu tolerante. Si las persecuciones dictadas por los católicos le indignaban, las violencias de sus correligionarios los protestantes no le horrorizaban menos. Deseoso de corregir el mal hasta donde sus fuerzas alcanzasen, procuró consignar, con independencia de las querellas particulares de secta y de doctrina, los principios generales de la tolerancia en su Comentario filosófico sobre estas palabras del Evangelio de San Lucas: Obligadles a entrar. El Comentario atrajo sobre el autor las iras de los mismos protestantes, que creían ver en esta tolerancia, por modo tan elocuente defendida, la indiferencia religiosa mal disimulada y un primer paso dado en el camino de la incredulidad. Bayle, que se hallaba enfermo por exceso de trabajo, calló algún tiempo, aunque era Turieu, un antiguo amigo, el que le atacaba; acaso no respondió nunca, pues no está probado que Bayle fuera el autor del Aviso importante a los refugiados sobre su próximo regreso a Francia, libro que se publicó en Amsterdam. Turieu, sin embargo, llegó a convencerse de que Bayle lo había escrito, y acusó a éste ante los magistrados de Amsterdam de estar comprometido en una conspiración dirigida contra los protestantes de Holanda, Inglaterra y Alemania. Los magistrados condenaron Bayle a la pérdida de la cátedra, de la pensión que por la misma disfrutaba y del derecho de enseñar públicamente, sin que sirviera de nada a Pedro tratar de defenderse por medio de dos escritos titulados la Cábala quimérica y la Quimera de la cábala de Roterdam. Tal rigor fue beneficioso para el renombre del escritor francés y para la ciencia. Bayle, en efecto, resolvió entonces dedicar sus ocios involuntarios a la redacción de una obra que había de inmortalizarle y cuyo plan concibió mucho antes: el Diccionario histórico y crítico. Trabajador infatigable, puede decirse que murió con la pluma en la mano. La víspera de su muerte escribió hasta media noche. Cuando el impresor entró por la mañana, le halló vestirlo aún, tendido en el lecho y casi en la agonía.

Bayle consagró su vida al triunfo de esta hermosa idea: la tolerancia. Las creencias de una religión positiva nunca cautivaron su entendimiento, siquiera figurase como sectario del protestantismo. Puede decirse que en religión fue escéptico, pero, entiéndase bien, sin que este escepticismo perjudicase a la moral, a la distinción de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto. Para él la moral es autónoma, independiente de toda creencia religiosa o filosófica sobre el origen de las cosas y el gobierno del mundo, sobre el principio pensante, su naturaleza y su destino. Bayle duda, como dudaron Montaigne, Descartes y Pascal; pero su duda es la humillación de la fe ante la razón, la derrota de lo sobrenatural, de las Santas Escrituras y de las Iglesias infalibles. Explícase por esto que se haya llamado a Bayle el precursor del siglo XVIII, y que fuese el autor predilecto de Voltaire.

Además de las obras que hemos citado, Bayle escribió las siguientes: Consejo al autorcito de los libretitos; Nuevo consejo al mismo; Janua cælorum reserata cunctis religionibus a celebri admodum viro domino Petro Turieu; Respuesta a las preguntas de un provincial; Pláticas de Máximo y de Temisto o Respuesta a M. Leclerc; Curso de Filosofía (en latín); Discurso histórico sobre la vida de Gustavo Adolfo; Opúsculos y Cartas a su familia y sus amigos.

Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano (vol. 3, pág. 353)                                      PEDRO BAYLE, filósofo y crítico  francés (biografía)

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