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Torre de Babel Ediciones

AQUILES (ARGUMENTO) – DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO-AMERICANO

ARGUMENTO DE AQUILES Y LA TORTUGA (filosofía)

Índice

AQUILES (ARGUMENTO)

Filosofía. Se ha dado el nombre de argumento de Aquiles al empleado por Zenón de Elea y tal vez por Parménides para probar la imposibilidad del movimiento. De este argumento dice Diógenes Laercio (Libro IX): «Fue Zenón el primero que usó el argumento que llaman Aquiles, aunque Favorino dice que Parménides y otros muchos. Éste es uno de los argumentos capciosos o falacias; suele proponerse así: En un instante indivisible de tiempo nadie puede correr más que una partícula indivisible de espacio; luego juntando estos espacios indivisibles uno a uno como en el sorites, tendremos que tanto correrá una tortuga como Aquiles. Plutarco no pone el ejemplo en Aquiles, sino en el caballo de Adrasto.» Aristóteles en su Física, libro VI, cap. XIV (V. además libro IV, caps. IX, X y XI, donde trata Aristóteles del vacío y del sentido negativo que siempre tiene), dice: «El sofisma de Zenón llamado Aquiles consiste en decir que nunca el que marcha lentamente podrá ser alcanzado por el que camina más deprisa, considerando que el que persigue debe pasar antes por el punto de donde partió el que huye, y así el que va más lento conservará cierta ventaja. Este argumento es el más pomposo (y añade el traductor B. Saint Hilaire, y el más trágico).» Fácilmente se comprende que este argumento no tiene valor ninguno y que aun en su formalismo, sólo es aplicable a los partidarios de la experiencia, que se ven obligados a negar toda unidad y continuidad y por consiguiente el tiempo y el espacio. De este argumento, unido a otros tres, deducía Zenón que el movimiento no existe, porque el que corre más no puede alcanzar al que corre menos, para lo cual se necesita que el primero hubiese llegado ya al punto de partida del otro, cosa que no puede acontecer admitida la divisibilidad infinita y la falta de continuidad en el espacio, que coloca siempre un infinitamente pequeño entre los dos que corren. Se ha llamado Aquiles este argumento, porque en él se supone que Aquiles el de los pies ligeros no puede alcanzar a una tortuga. La sutileza del argumento no oculta, sin embargo, lo deleznable del raciocinio. Como Aristóteles denominó este argumento el más pomposo y el más trágico entre todos los aducidos por Zenón para demostrar la imposibilidad del movimiento, por extensión y amplificación de sentido (fenómeno que es muy frecuente en la diversidad de acepciones en que se toman determinadas palabras y frases) se ha expresado después con las palabras argumento Aquiles aquel raciocinio que se tiene por decisivo para demostrar justificadamente la tesis y también (por contraposición) razonamiento que semeja fuego fatuo del espíritu, o castillo de naipes fabricado por el pensamiento, es decir, demostración que se anuncia con gran aparato y después resulta una necedad sin valor ninguno. Por último también a veces, olvidando el sentido tradicional del argumento Aquiles, se designa con este nombre el argumento batallón, el que lleva las cuestiones a los puntos más álgidos y difíciles, cual si el pensamiento se complaciera en aumentar y reunir los obstáculos para vencerlos junta y rápidamente. Excusado parece advertir que esta última acepción se halla tomada de las cualidades atribuidas al héroe Aquiles, que como se puede observar en el argumento que lleva su nombre, sólo entra como ejemplo. Es, pues, necesario tener en cuenta el sentido tradicional que en la historia del pensamiento tiene la frase argumento Aquiles, porque aquel sentido ha de servir siempre de causa ocasional y aun explicativa de las distintas acepciones que después reciba la frase, que al fin y al cabo siempre acontece lo mismo, es decir, que el lenguaje extiende y amplía su significación, siguiendo, en lo posible, dentro de sus límites la flexibilidad que le imponen los continuos progresos del pensamiento.

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