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ATENEO -literatura e historia- Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO-AMERICANO(1887-1910)

Índice

ATENEO (literatura e historia)

ATENEO

ATENEO, A (del gr. άθηναϊος, de Άθήναι, Atenas): adj. ATENIENSE. No se emplea, por lo común, más que en lenguaje poético. U. t. c. s.

De Palas ATENEA

El gorgóneo terror, la ardiente lanza,

Del rey de la onda egea

La indómita pujanza

Y del hercúleo brazo la venganza.

HERRERA.

– ATENEO: m. Nombre que se da a ciertas corporaciones científicas o literarias, o uno y otro juntamente.

… lució su mucho saber y excelente crítica en academias y ATENEOS.

MESONERO ROMANOS.

– ATENEO: Edificio o lugar en que se reúne cualquiera de dichas corporaciones.

– ATENEO:Literatura e Historia. Esta palabra, conservando siempre el sentido tradicional de la cultura griega, y de ella sus períodos más florecientes y espontáneos, ha servido en todo tiempo para designar instituciones literarias y científicas, en las cuales, según el gusto reinante y el especial criterio de la época, se ha prestado culto libre y desinteresado a la belleza artística y a la investigación de la verdad. Esta significación interna y este sentido latente de amor a la cultura ha inclinado a algunos, al malogrado Moreno Nieto entre otros, a pensar que Ateneo equivale a cosa de Atenas o que recuerda la cultura de Atenas. Parece cierto que la rigurosa investigación de la verdad corresponde de hecho y de derecho a las universidades oficiales o libres y a los cuerpos docentes, y que la cultura especializada en un solo y único sentido pertenezca a academias y sociedades científicas creadas con determinado fin. Debe, pues, reservarse para la significación de la palabra Ateneo (cuyo espíritu ha llegado a precisar el de obras y trabajos del espíritu, oratoria de Ateneo, artículos, conversaciones, trabajos de Ateneo, etc. ), aquel alcance que, heredado de la cultura clásica, se daba en los primeros tiempos del Renacimiento a la palabra Humanismo (no sólo en la acepción de estudios clásicos o de aprendizaje mecánico del griego o del latín), como estudios libres consagrados a aumentar y elevar por grados el sentido común culto de las gentes. Un comercio social, vivo, de palabra y en discusión, acerca de todos aquellos problemas que interesan a la generalidad, porque en ellos se debaten los futuros e inmediatos destinos del individuo y de la especie, y que solicitan la atención de pensadores y científicos por el vuelo especulativo y por el relieve artístico que hayan de tomar en el organismo social; un campo neutral (libre del sentido estrecho de las escuelas y de la intransigencia utilitaria de lo tenido por verdad oficial, a la vez que del cerrado particularismo de la dogmática), donde se manifiesten todos los puntos de vista que deban ser examinados en una cuestión; lo opinable, aquello que se mueve en los linderos nunca fijos de la relación creciente y siempre fecunda de la ciencia con la vida y del arte con las creaciones; algo científico y mucho opinable; parte de teoría y de preceptiva y parte de apreciación crítica y de juicio histórico, ciencia que no es la información lógica y severa del maestro, crítica que no es la del retórico, que tiene patrón y reglas fijas inmutables; en una palabra, la corriente misteriosa, el mundo intermediario entre el conocer y el hacer, el puente levadizo que pone en comunicación la ciencia y el arte con la realidad y con la vida: tal es el medio en que alienta y el espíritu que informa toda asociación conocida con el nombre de Ateneo. Éste era también el spiritus intus de toda la cultura griega (salvo el acentuado espíritu moral que le prestara Sócrates, cuando identificó la sabiduría con la virtud) y por tal razón a ambos génesis históricos, el de Templo de Minerva y el de Asociación humanista, culta y de cultura al modo ateniense, puede referirse la acepción tradicional de la palabra Ateneo.

La fundación del primer Ateneo se atribuye a Calígula el año 30 o 37. Se tiene por seguro que por dicha época fundó el emperador romano en Lyon una escuela llamada Ateneo que contribuyó mucho a la educación literaria de los galos, y que en ella se establecieron cursos frecuentes de elocuencia griega y latina. En el año 135 (un siglo después) el emperador Adriano creó un Ateneo en Roma para que en él explicaran públicamente los profesores y diesen lecturas solemnes de sus obras o ejercicios prácticos de oratoria. Más íntima conexión y analogía con el espíritu que informa a todo Ateneo es aún la aparición espontánea y la creación libre (semi-democrática) de las universidades de la edad media, que si más tarde fueren declaradas escuelas oficiales (en nuestro país desde los tiempos de Alfonso X), y definitivamente después consagradas a la enseñanza dogmática y regularizada, tuvieron en sus comienzos el carácter de asociaciones libres, espontáneamente nacidas y conservadas por el creciente amor al saber (Véase CÁNOVAS DEL CASTILLO; Problemas contemporáneos, t. II: Discurso pronunciado el 31 de enero de 1884, con motivo de la inauguración del curso y de la nueva casa del Ateneo de Madrid). En Francia más tarde existieron dos o tres asociaciones literarias y científicas que tomaron el nombre de Ateneo, que fue luego sustituido por el de Museo y Liceo. En Bélgica y en algunos otros países extranjeros han existido también asociaciones literarias y científicas que han aceptado la misma denominación. En Londres existe también desde 1824 una asociación, The Atheneum, cuyo engrandecimiento es pasmoso, y que es el lugar de cita de los ingleses devotos o aficionados de las letras o las artes. Gloria sin rival de la cultura española contemporánea es el Ateneo científico y literario de Madrid, que fundado en 1820 y disuelto en 1823, se reinstaló en 1835 por iniciativa de Olózaga (Salustiano), o por los esfuerzos de Mesonero Romanos (Ramón). V. EL ATENEO DE MADRID, sus orígenes, desenvolvimiento y porvenir, por don Rafael María de Labra.

Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano (vol. 2, pág. 914 – editado: 10-11-2007)                                       ATENEO (literatura e historia)