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BARTOLOMÉ DE LAS CASAS -biografía- Diccionario Enciclopédico H-A

DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO-AMERICANO(1887-1910)

Índice

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, religioso español defensor de los indígenas americanos (biografía)

CASAS o CASAUS (BARTOLOMÉ DE LAS)

Biografías. Religioso español. Nació en Sevilla en 1474; murió en Madrid el mes de julio de 1569. Oriundo de una familia francesa, su padre, Francisco Casaus, fue con Colón a la isla Española en 1493 y regresó rico a Sevilla el 1498, si bien algunos historiadores afirman que acompañó al descubridor en su tercer viaje (1496) y regresó en 1500, fecha en que Bartolomé pasó a Salamanca, donde cursó los estudios de jurisprudencia y recibió el título de licenciado. Dos años después determinó el joven trasladarse a América, y marchó con el comendador D. Nicolás Ovando, que iba a encargarse del gobierno de la isla Española. Ocho años más tarde (1510) se ordenó de sacerdote, según algunos en España, pero parece ser que cantó la misa nueva en Indias, en la villa de Vega Real, ceremonia por primera vez allí realizada y que se solemnizó con grandes fiestas. Desde entonces se dedicó con asiduidad al cumplimiento de los deberes que acababa de imponerse, y fueron muchos los servicios que prestó bajo el gobierno de Ovando y su sucesor. Asistió a la campaña emprendida por Velázquez contra Guauroa, que se había alzado en el Baoruco después del suplicio de Aracaona, y, posteriormente, recorrió este territorio, en el que consiguió por la persuasión apaciguar y volver a la dominación española al cacique converso Enriquillo, sobrino de la indicada princesa. Con este hecho comenzó la popularidad de Casas y su prestigio entre los indios. Su reputación creció de día en día; Diego Velázquez le eligió para acompañarle a Cuba (1511) y depositó en él toda su confianza; de modo que en cierta ocasión, teniendo que pasar a otro punto, le dejó encomendado el gobierno de la isla, pues si bien nombró como teniente suyo a Juan Grijalva, le ordenó que nada hiciese sin la aprobación de Casas

El suplicio de Hatuey, que no pudo evitar Casas, le llenó de indignación y le decidió a protestar de la conducta que los conquistadores seguían con los indios. En vano apuró toda su elocuencia y celo para acallar las pasiones y excitar la piedad en sus compatriotas: sus esfuerzos resultaron inútiles, y determinó en vista de este fracaso pasar a España para abogar por los indígenas. Llegó a Sevilla en 1515, e inmediatamente se trasladó a Plasencia, lugar donde se hallaba el rey. Grandes obstáculos encontró Casas en su camino; muerto el rey D. Fernando marchó a Alemania, y, merced a la influencia del cardenal Cisneros, consiguió de Carlos I que se nombrase para las Indias un gobierno especial que se compuso de tres monjes jerónimos, a los que se dio el nombre de comisarios, y cuya misión era fiscalizar la conducta de las autoridades y obligar el cumplimiento de las órdenes reales. Había propuesto además Bartolomé que se designase persona autorizada de conocida piedad y ciencia para que cerca de la corte fuese el protector de los indios, y que se enviasen a América labradores para poblarla, concediéndoles al efecto algunas prerrogativas. No se aprobó más que la primera petición, y el nombramiento recayó en el mismo Casas; sin embargo, se le mandó que partiese para América a fin de que instruyese y guiase a los PP. comisarios que el gobierno enviaba.

Arribó a Santo Domingo el 1517 y su primer acto fue pedir la supresión de los repartimientos. El interés de los colonizadores, faltos de brazos y ávidos de riquezas, era grande; así es que Casas, que siguió declamando contra los abusos, atrajo contra sí tales odios que le originaron una terrible persecución que puso en peligro su vida y concluyó con la orden de su expulsión de la isla. Nada hicieron en su favor los comisarios, que no querían adoptar ninguna medida sin conocer bien el estado del país, y al encontrarse en aquella crítica situación, Bartolomé regresó a España (1517) con el fin de defender ante el rey su causa y la de los indios. Cuando llegó, Cisneros se hallaba en los últimos momentos de su vida, causa por la que tuvo que esperar la venida del nuevo monarca. Sus adversarios no se descuidaron; mas después de varias contrariedades, halló la protección deseada y presentó una Memoria en la que solicitaba el envío de labradores para el cultivo y repoblación de América y que se concediese a los españoles la libre saca de negros para ser empleados en las industrias y en el laboreo de las minas. Esta segunda petición ha motivado por parte de algunos historiadores acres censuras a él dirigidas.

Poco tiempo después el mismo Casas declaró que era «tan injusto el cautiverio de los negros como el de los indios» y que temía ser responsable ante la justicia divina de una opinión que tanto daño había causado a los infelices africanos. Resueltas favorablemente sus peticiones, marchó a América y, a instancias suyas, apareció en 12 de julio de 1520 la Real cédula del emperador Carlos V declarando libres a los indios. Su vida activa hizo que acompañase a Narváez en casi todas sus excursiones y que fuese el genio benéfico que templaba los arrebatos exterminadores de aquél. Pacificado el territorio, obtuvo encomiendas en el pueblo de Arimao (Cienfuegos), las que renunció con la idea de retirarse a un convento.

En esta época Casas había obtenido permiso para fundar una colonia civilizadora en la isla de Cumagua, en la que comenzó a erigir un convento y una fortaleza; mas durante su ausencia fueron destruidas por los salvajes y muertos los religiosos, suceso que dio armas a sus contrarios. Molestado por esta causa y por las insidias de que había sido objeto, abandonó los negocios públicos y tomó el hábito en Santo Domingo, no sin obtener (1543) una Real cédula confirmatoria de la de 1520 y en la que se declaraba que «cuantos indios existían en la Española, San Juan y Fernandina fuesen tan libres como cualquier español.» En 1547 se retiró a Valladolid, donde continuó la obra de toda su vida; en 1566 pasó a Madrid para evacuar algunos negocios, y falleció en el convento de Santo Domingo de Atocha, lugar donde se conservan sus restos. Dejó escritas varias obras, de las que pocas se han publicado. Las más importantes son: Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1542), impresa varias veces y en distintos países; otros escritos, defendiendo su doctrina, que se imprimieron en 1552; entre las inéditas figura su obra principal titulada Historia general de Indias, en tres tomos, que se halla en la Biblioteca de Madrid y que comprende desde el descubrimiento(1492) hasta 1520; la comenzó en 1527 y la terminó en 1559, disponiendo en su testamento que no se publicase hasta cuarenta años después de su muerte, deseo que consta en una copia que se conserva en la Biblioteca del Congreso de Washington. Esta obra, aunque contiene algunas inexactitudes, es una fecunda fuente de donde han extractado algunos cronistas los principales hechos.

Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano (vol. 4, págs. 862-863)               BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, religioso español  (biografía)