DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANO-AMERICANO(1887-1910) |
GIAN LORENZO BERNINI, pintor, escultor, arquitecto italiano; vida y obras (biografía)BERNINI (JUAN LORENZO)Biografías. Pintor, estatuario y arquitecto italiano, conocido en Francia por el sobrenombre de el caballero Bernín. Nació en Nápoles el 1598; murió en 1680. Hijo de Pedro Bernini, escultor mediano, dio a conocer muy pronto sus sobresalientes condiciones, que a los ocho años le permitieron trabajar una cabeza en mármol. Presentado por su padre al pontífice Paulo V, dibujó, a ruegos de éste, un San Pablo en media hora. El papa le regaló, como recompensa, doce medallas de oro, y le recomendó al cardenal Mateo Barberini diciéndole: «Este niño llegará a ser el Miguel Ángel de su siglo.» Mateo protegió, en efecto, a Juan Lorenzo, concediéndole la dignidad de caballero y la plaza de director arquitecto de San Pedro; y cuando Barberini ocupó la silla pontificia con el nombre de Urbano VIII, Bernini ejecutó para éste el dosel de San Pedro, y decoró con urnas y estatuas las cuatro columnas que sostenían la cúpula del monumento. Pronto los enemigos del artista hallaron medio de censurarle por haberse abierto algunas grietas en aquella obra; pero Lorenzo acalló las murmuraciones de la envidia construyendo en el palacio Barberini una soberbia escalera de caracol. Menos afortunado en otros trabajos posteriores, vióse objeto de las prevenciones del papa Inocencio X, necesitando la influencia de Ludovisi, sobrino del pontífice, para que éste le confiara la ejecución de una fuente sobre la cual había de colocarse un obelisco hallado en las ruinas del circo de Caracalla. La obra clásica de Lorenzo es la columnata que por encargo de Alejandro VIII levantó a la entrada de San Pedro de Roma; y es también notabilísimo su púlpito de San Pedro, admirablemente trabajado en bronce. Llamado a París (1665) por un autógrafo de Luis XIV, hizo el busto del rey y trazó los planos para la conclusión del Louvre. De regreso a Italia, después de haber recibido grandes pruebas de la generosidad del monarca francés, ejecutó a los setenta años la tumba de Alejandro VIII. A los ochenta terminó un Cristo que la reina Cristina no quiso aceptar, porque no le era posible pagar aquella obra como se merecía. Esto no obstante, el artista se la legó más tarde. A su muerte dejó al Sumo Pontífice un cuadro, una estatua de la Verdad y una fortuna de dos o tres millones. Se le dio sepultura con inusitada pompa en la basílica de Santa María la Mayor. Si sus extraordinarias dotes artísticas le atrajeron la admiración de sus contemporáneos, su expansivo carácter le ganó las simpatías de cuantos le conocieron. Hombre de estatura más que mediana, semblante alegre y aire expresivo, encantaba con su conversación, salpicada de sentencias, parábolas, historietas y frases ingeniosas. Ardiente patriota, pocas veces salieron de sus labios elogios que no fueran dirigidos a los hombres de su país. La crítica, al rectifican el juicio laudatorio que sobre Bernini formuló su época, ha incurrido en el extremo opuesto, y por buscar defectos ha olvidado las grandes cualidades del artista italiano. Lorenzo poseía una fácil concepción, pero al ejecutar lo concebido, no siempre conseguía obtener la pureza que constituye el principal mérito de las artes que cultivaba, y así, era con frecuencia incorrecto y afectado. En la arquitectura estuvo, por lo general, más feliz, pues respetó los órdenes, no alteró nunca las formas ni las partes esenciales de esta bella arte, mostró un estilo noble, aunque no severo, y, en suma, no produjo asombrosas bellezas, pero tampoco cayó en graves faltas. Por último, si figura con justo título entre los primeros maestros, es porque la magnificencia y superioridad de sus invenciones traspasaron los límites de lo ordinario. Además de las obras citadas, merecen especial mención las siguientes: la catedral de Castel-Gandolfo; el palacio Chigi y una iglesia en Albano; la capilla del cardenal Silva en San Isidoro; la estatua de San Benito, en el Sacro-Speco, cerca de Subiaco; la estatua de San Sebastián a la entrada de las catacumbas de este santo, en Roma; los bustos de Lucrecia Barberini, de Urbano VIII, de Gregorio XV y de Clemente X. etc. Citaremos también en pintura un San Mauricio de escaso valor que posee el Museo del Vaticano, y varios retratos, entre ellos uno del mismo Bernini, que pueden verse en la colección iconográfica del Museo de los Oficios (Florencia). |
Diccionario Enciclopédico Hispano-… (vol. 3, págs. 535-536) BERNINI, pintor, escultor, arquitecto italiano (biografía) |