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BIBLIA -religion- Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano

BIBLIA, libros canónicos cristianos; relación de los libros que componen la Biblia (religión)

Índice

BIBLIA

BIBLIA: (del gr. Βιβλία, libros, pl. de βιβλίον): f. La Sagrada Escritura, o sea los libros canónicos del Viejo y del Nuevo Testamento; y equivale a decir: Los LIBROS, por excelencia

Otrosi mandamos que las dos BIBLIAS, la una con tres libros de letra gruesa, cubiertas de plata, y la otra con tres libros historiada, que nos dio el rey Luis de Francia, etc.

Crónica general de España.

Estas BIBLIAS antiguas de España todas vienen tan puntuales con el hebreo, que lo que agora vemos en nuestras BIBLIAS ordinarias es vicio de los escritores o impresores.

FR. JOSÉ DE SIGÜENZA.

¿Qué explicación dará a un lugar de Escritura quien de la positiva no sabe mas que hay un libro que llaman BIBLIA?

NÚÑEZ DE CEPEDA.

– BIBLIALiteratura. En la Edad Media, nombre que se aplicó en el extranjero a ciertos poemas morales y satíricos; como la Biblia pauperum, la Bible de Guyot de Provins, etc.

– BIBLIA:Literatura y Grabados. Nombre que se dio después, en el extranjero, a algunas colecciones de láminas representantes de asuntos bíblicos, acompañadas de algunos textos de la Sagrada Escritura más o menos extensos, como la Bible de Royaumont, en Francia; la Historischer Bilderbibel, de Ulrico Krausen, en Alemania, etc. Vol. III, pág. 581.


– BIBLIA:
Religión. Con este nombre se designa, preferentemente entre los cristianos, el conjunto de los libros que componen el Antiguo y Nuevo Testamento. El numero importante de estos libros y la circunstancia de haberse copiado al principio separadamente justifican su designación etimológica.

Biblia, del griego βίβλια, plural de Biblíov, βιβλίον, libro, significa libros, es, a saber, una biblioteca, y lo es de los libros recibidos como canónicos entre los cristianos y entre los judíos modernos, que también designan así la colección de escritos sagrados anteriores al Talmud.

La Biblia cristiana, que es de la que trataremos primero, siquiera sea por lo que a nuestras creencias se refiere, se halla dividida en dos grandes partes. 1.ª Libros escritos antes de la venida al mundo de Jesucristo; esto es, Antiguo Testamento. 2.ª Libros escritos después de la venida al mundo de Jesucristo, o sea Nuevo Testamento.

Son libros del Antiguo Testamento, en primer lugar, los que forman el Pentateuco (del griego: cinco volúmenes), que también se llaman de la Ley y de Moisés, son a saber: el Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio.

Es el primero, como su nombre indica (generación), la historia de la creación del cielo, la tierra y el hombre; el pecado de éste, su expulsión del paraíso, el diluvio, Abraham, Isaac y Jacob hasta la inmigración a Egipto facilitada por el hijo de aquél, José, ministro del Faraón reinante.

Contiene el segundo (salida) la relación de las desventuras de los hijos de Jacob entre los egipcios, el nacimiento de Moisés, su salvación y maravillosos hechos, la marcha del pueblo de Dios hacia el Sinaí, y por fin, la aparición del Señor al libertado de las aguas para entregarle las tablas de la Ley.

En el tercero, (sacerdotal), al cual los griegos y latinos denominaron Levítico sin duda por tratarse en él de los sacrificios y ritos que principalmente practicaban los de la tribu de Leví, hállanse reunidos los preceptos religiosos, legales y civiles del pueblo elegido.

Hallase en el cuarto, llamado de los números por tener en sus primeros capítulos algunas enumeraciones o censos del pueblo judío, la historia de Moisés y de los Israelitas desde el segundo mes del segundo año de la salida de Egipto hasta poco antes de la muerte de aquél, y finalmente, es el quinto una a manera de recopilación de los tres anteriores, denominada Deuteronomio o segunda ley, no porque la que en él se encierra sea nueva ni mucho menos opuesta a la anterior, sino porque habiendo fenecido todos aquellos que habían oído la ley dada en el Sinaí, Moisés recibió orden del Señor para que intimase a la nueva generación, compuesta de los hijos de aquéllos, a seguir su ley y les exhortara a cumplirla fielmente.

     Vienen después los libros llamados históricos, o mejor, los quince primeros de los diez y siete nombrados de esta manera: Josué, el libro de los Jueces, Ruth, los cuatro de los Reyes, dos de los Paralipómenos, el primero de Esdrás y el segundo que también se llama de Nehemías, Tobías, Judith, Ester, Job y los dos de los Macabeos, que figuran al final del Antiguo Testamento.

Relátanse las conquistas de Josué en el primero; la historia de los israelitas bajo el gobierno de los jueces en el segundo; la vida de la santa mujer Ruth en el tercero; los hechos de todos los reyes de Juda e Israel en los cuatro siguientes; muchos sucesos o circunstancias omitidas enteramente, o apenas tratadas en los anteriores libros, en los dos de los Paralipómenos; en los dos de Esdras (que tiene cuatro, aun cuando sólo éstos sean reconocidos por canónicos en la Iglesia latina), la historia de la libertad concedida a los judíos para que volviesen de Babilonia a Judea y los sucesos ocurridos treinta y un años después; y en los de Tobías, Judith, Ester y Job la vida de estos dos hombres y estas dos mujeres, famosos en la historia del pueblo hebreo por su valor o por sus virtudes.

Sigue a Job, (el decimoquinto de los libros históricos), el salterio de David de ciento cincuenta salmos, y luego los cinco libros llamados vulgarmente sapienciales por conducirnos al estudio y amor de la celestial sabiduría, los cuales son: los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, la Sabiduría y el Eclesiástico; los cuatro primeros atribuidos al rey Salomón y el último a Jesús, hijo de Sirah.

A éstos siguen los proféticos o de los Profetas mayores, Isaías, Jeremías con Baruc, Ezequiel y Daniel, y los menores Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonias, Aggeo, Zacarías y Malaquías, y finalmente los dos libros históricos de los Macabeos, únicos de los cuatro que son por la Iglesia admitidos, y que comprenden: el uno, la historia de las guerras que Matatías y sus hijos sostuvieron con los Macedonios desde el año 137 en que comenzó a reinar Antíoco Epifanés hasta el 177 del Imperio de los griegos, y el otro la de las persecuciones que Epifanés y Eupator hicieron sufrir a los judíos.

También los libros del Nuevo Testamento pueden dividirse, de la manera que los del Antiguo, en legales, históricos, sapienciales y proféticos. Hecha esta división pueden considerarse entre los legales los Evangelios de San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan; entre los históricos los Hechos de los Apóstoles; entre los sapienciales las Epístolas de San Pablo, San Pedro, San Juan, Santiago y San Judas; y entre los proféticos el Apocalipsis.

Es el primero de los legales el Evangelio (Buena Nueva) escrito por aquel publicano a quien Cristo convirtió en apóstol suyo y escogió para que escribiese la historia de su nacimiento, predicación, nación, muerte y resurrección, en cumplimiento de la promesa hecha al hombre de que sería redimido de sus pecados al precio de la sangre del Hijo de Dios.

Está el segundo escrito por Marcos, discípulo predilecto del apóstol San Pedro, a quien siguió a Roma por los años 44 de Jesucristo, y el tercero por el discípulo de San Pablo, Lucas, compañero de su maestro en sus peregrinaciones y fatigas, y al cual algunos escritores niegan el ser autor del Evangelio que lleva su nombre, pretendiendo fue sólo el amanuense del apóstol Pablo.

Por último, el cuarto, escrito por San Juan, hijo del Zebedeo, que se aparta de los tres anteriores en que San Mateo, San Marcos y San Lucas se ciñen a dejar un testimonio de lo que Jesús hizo en el mundo como hombre, y San Juan, puesta la mira en refutar las aseveraciones de los herejes Cerintho y Ebión, demuestra que el Verbo era en el principio, esto es, que no empezó cuando nació de María, sino que era ya antes de que María naciese y antes de todos los siglos «como Dios e hijo de Dios de toda la eternidad, y no como los demás hombres que empiezan a ser cuando nacen;» que es el que parece escrito en época más lejana a la muerte del Salvador.

Se halla comprendido en el libro titulado Actas de los Apóstoles, que se atribuye asimismo al evangelista San Lucas, y en el que se refieren casi todos los hechos de los dos principales Apóstoles, San Pedro y San Pablo, y algunos de los demás, la historia de la Iglesia cristiana durante los treinta años siguientes a la ascensión del Señor, año noveno del Imperio de Nerón en que San Pablo salió de sus prisiones.

Siguen a los Hechos de los Apóstoles las Epístolas, que son: catorce de San Pablo, dirigidas una a los romanos, dos a los corintios, una a los gálatas, una a los efesios, una a los filipenses, una a los colosenses, dos a los tesalonicenses, dos a Timoteo, una a Tito, otra a Filemón y otra a los hebreos; una de Santiago; dos de San Pedro, tres de San Juan y una de Judas; en total veintiuna, y finalmente siguen a las Epístolas el Apocalipsis o revelación del apóstol San Juan.

Este libro, el único de los proféticos, fue escrito por el apóstol en la isla de Patmos, a donde había sido desterrado por sus predicaciones por los años 94 a 96 de nuestra era, ocupando la silla imperial Domiciano, y «contiene, dice un escritor contemporáneo, toda la sabiduría de los misterios de la Iglesia y tantos incomprensibles arcanos como palabras, siendo en el que se ve encumbrada la majestad de Dios y abatida la criatura rebelde; se hallan instrucciones muy importantes y de la mayor edificación para los fieles, consuelos y doctrinas inexplicables para las almas santas, terribles castigos para los pecadores; acciones de gracias y de alabanzas que sin cesar cantan los ángeles y los santos a Dios y al Cordero, que fue sacrificado por la salud de los hombres. Todo lo que en él se lee se encamina a hacer entrar al hombre dentro de sí mismo, a que se disguste del mundo, a que tema los justos juicios de Dios, aspirando únicamente a los bienes eternos que el Señor tiene preparados para sus fieles servidores y amigos. En una palabra, comprende este libro una profecía de los sucesos importantes de la Iglesia desde la primera hasta la segunda venida de Jesucristo, en la que, vencidos y abatidos todos sus enemigos, entrará triunfante y acompañado de sus escogidos en la eterna y quieta posesión de su reino.»