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Biografía de Anaxágoras – Diógenes Laercio – Vidas de los filósofos ilustres

Diógenes Laercio – Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres                ANAXÁGORAS – Libro Segundo

BIOGRAFÍA DE ANAXÁGORAS

Biografía Anaxágoras1. Anaxágoras, hijo de Hegesibulo, o bien de Eubulo, fue natural de Clazomene y discípulo de Anaxímenes. Fue el primero que a la materia hile (78) añadió la mente al principio de sus obras, donde suave y magníficamente dice: «Todas las cosas estaban juntas: luego sobrevino la mente y las ordenó», y por esta razón se llama mente. Timón dice de él lo mismo en sus Sátiras, en esta forma:

Donde dicen que el héroe valeroso

Anaxágoras se halla.

Apellidado Mente

(y la tuvo dichosa),

porque nos dijo que la mente eterna

puso en orden las cosas,

antes confusamente amontonadas.

Fue Anaxágoras ilustre, no sólo por su nacimiento y riquezas, sino también por su magnanimidad, pues cedió a los suyos todo su patrimonio. Y como lo notasen de negligente, respondió: «Y vosotros, ¿por qué no sois más diligentes?» Ausentóse, finalmente, a fin de entregarse a la contemplación de la naturaleza, despreciando todo cuidado público; de manera que diciéndole uno: «¿Ningún cuidado os queda de la patria?», respondió, señalando al cielo: «Yo venero en extremo la patria».

2. Se dice que cuando Jerjes pasó a Grecia (79) tenía Anaxágoras veinte años de edad, y que vivió hasta setenta y dos. Escribe Apolodoro en sus Crónicas que nació en la Olimpíada LXX y murió en el año primero de la LXXVIII (80). Empezó a filosofar en Atenas, de edad de veinte años, siendo arconte Calias, como dice Demetrio Falereo en su Historia de los arcontes, donde añaden se detuvo treinta años.

3. Decía «que el sol es un globo de fuego y mayor que el Peloponeso». Otros atribuyen esto a Tántalo. «Que la luna está habitada y tiene collados y valles. Que el principio de las cosas son las partículas semejantes, pues así como el oro se compone de partes tenuísimas, así también el mundo fue compuesto de corpúsculos semejantes entre sí. Que la mente es el principio del movimiento. Que los cuerpos graves se situaron en lugar bajo, v. gr., la tierra; los leves arriba, como el fuego; el agua y el aire tomaron el medio. Así, pues, sobre la superficie de la tierra está el mar, y el sol saca de sus aguas los vapores. Que en el principio los astros giraban en el cielo (construido en forma de cúpula), de manera que el polo, que siempre está a nuestra vista, giraba sobre el vértice de la tierra, pero que después tomó inclinación (81). Que la Vía Láctea es un reflejo del resplandor de los astros no iluminados por el sol. Que los cometas son un concurso de estrellas errantes que despiden llamas, y que el aire los vibra como centellas. Que los vientos provienen del aire enrarecido por el sol. Que los truenos son el choque de las nubes; los relámpagos el ludimiento de las mismas. Que el terremoto es causado por aire que corre por dentro de la tierra (82). Que los animales fueron engendrados del humor, del calor y de la tierra; después fueron naciendo de ellos mismos, engendrándose los machos a la parte derecha y las hembras a la izquierda.»

4. Se dice que anunció, antes de caer, la piedra que cayó en Egos-pótamos, la cual dijo caería del sol (83), y que por esto Eurípides, su discípulo, en la tragedia intitulada Faetón, llamó al sol masa de fuego. También que, habiendo partido para Olimpia, se sentó (84) vestido de pieles, como que había de llover presto, y así sucedió. A uno que le preguntó si los montes de Lampsaco serían mar en lo venidero, dicen respondió: «Sí, por cierto, como el tiempo no se acabe». Preguntado una vez para qué fin había nacido, dijo que «para contemplar el sol, la luna y el cielo». A uno que le objetaba que estaba privado de los atenienses, respondió: «No estoy yo privado de ellos, sino ellos de mí». Al ver el sepulcro de Mausolo, dijo: «Un monumento suntuoso es imagen de riquezas convertidas en piedras» (85). A uno que llevaba mal el morir en tierra ajena, respondió: «No os molestéis por eso, pues de todas partes hay el mismo camino que hacer para bajar a la región de los muertos».

5. Según dice Favorino en su Historia varia, parece fue el primero que dijo que «Homero compuso su poema para recomendar la virtud y la justicia»; parecer que amplificó mucho Metrodoro Lampsaceno, amigo suyo, el cual disfrutó bastante a Homero en el estudio de la naturaleza. Anaxágoras fue el primero que nos dejó un escrito sobre la naturaleza. Sileno, en el libro primero de sus Historias, dice que habiendo caído una piedra del cielo siendo arconte Dimilo, dijo entonces Anaxágoras que todo el cielo se componía de piedras, y se sostenía por la velocidad de su giro; de manera que si este giro cesase, caería el cielo (86).

6. En orden a su condenación hay varias opiniones, pues Soción, en las Sucesiones de los filósofos, dice que Cleón le acusó de impiedad por haber dicho que el sol es una masa de hierro encendido, pero que lo defendió Pericles, su discípulo, y sólo fue condenado a pagar cinco talentos y salir desterrado. Sátiro escribe en sus Vidas que lo acusó Tucídides, por ser éste contrario a las resoluciones de Pericles en la administración de la república. Que no sólo lo acusó de impiedad, sino también de traición, y que ausente, fue condenado a muerte. Habiéndole dado la noticia de su condenación y de la muerte de sus hijos, respondió a lo primero que «hacía mucho tiempo que la naturaleza había condenado a muerte tanto a sus acusadores como a él». Y a lo segundo, que «sabía que los había engendrado mortales». Algunos atribuyen esto a Solón, otros a Jenofonte.

7. Demetrio Falereo dice en el libro De la Vejez que Anaxágoras enterró él mismo por sus manos a sus hijos. Hermipo, en las Vidas, asegura que fue encarcelado y condenado a muerte; y preguntado Pericles si había algún crimen capital en él, como no le hallase alguno, dijo: «Ahora bien: yo soy discípulo de este hombre: no queráis perderlo con calumnias, sino seguid mi voluntad y dejadlo absuelto». Y que así se hizo; pero no pudiendo sobrellevar la injusticia (87), murió de muerte voluntaria. Finalmente, Jerónimo dice en el libro II de sus Varios comentarios, que Pericles lo condujo al tribunal de justicia a tiempo en que se hallaba desfallecido y débil por enfermedad, y que fue absuelto antes por verlo así que por hallarlo inocente. Todos estos pareceres hay sobre la condenación de Anaxágoras. Hay quien piensa todavía que fue enemigo de Demócrito por no haberlo querido admitir a su conversación y trato.

8. Finalmente, habiendo pasado a Lampsaco, murió allí, y preguntado por los magistrados si quería se ejecutase alguna cosa, dicen que respondió que «cada año en el mes de su muerte fuese permitido a los muchachos el jugar», y que hoy día se observa. Los lampsacenos lo honraron difunto, y en su sepulcro pusieron este epitafio:

Aquí yace Anaxágoras ilustre,

que junto al fin de su vital carrera,

entendió plenamente los arcanos

que en sí contiene la celeste esfera.

El mío al mismo es el siguiente:

Que el sol es masa ardiente

Anaxágoras dijo; y por lo mismo

fue a muerte condenado.

Librólo su discípulo Pericles:

Pero él entre eruditas languideces,

sabe dejar la vida voluntario.

Hubo otros tres Anaxágoras; pero en ninguno de ellos concurrieron todas las ciencias. El primero fue orador, uno de los discípulos de Isócrates. El otro estatuario, de quien Antígono hace memoria. Y el otro gramático, discípulo de Zenodoto.

 

__________

(78) La materia elemental que llaman primera, e informe, de la cual procedieron los cuatro elementos, llamada ϋλη (hule, o hile)

(79) Véase la nota 3 al Proemio.

(80) También aquí va Apolodoro desacorde con la común, no dando a Anaxágoras más que treinta años de vida, con poca diferencia; esto es, ocho olimpíadas acaso no completas. Petavio, Vosio, Meursio, Palmerio, y otros, son de parecer que donde se lee LXXVIII debe leerse LXXXVIII. Quien sienta que Anaxágoras vivió setenta y dos años, precisamente se ha de conformar con estos sabios, pues si tenía veinte de edad en la Olimpíada LXXV, y hasta la LXXVIII no van más que doce años, que unidos suman treinta y dos, forzosamente le han de dar diez olimpíadas más, o sea cuarenta años, para llegar a los setenta y dos. Así, que el primer número de Apolodoro va conforme a la común, pues lo mismo es decir que nació en la Olimpiada LXX, que decir que en la LXXV tenía veinte años, esto es, cinco olimpíadas. Luego la dificultad sólo puede estar en el segundo número, que es LXXVIII; pero se puede creer que ambos números están íntegros, y que Apolodoro fue de opinión que Anaxágoras murió de treinta y dos años; pues si su opinión no se apartara de la común no la traería Laercio como diversa. Sin embargo, se puede creer que Laercio o Apolodoro quisieron escribir ήχμάξεσθχι, floruisse, en vez de γεήγενσθας, natum fuisse. En efecto, floruisse traduce Ambrosio, aunque sólo le da sesenta y dos años de vida.

(81) Parece quiso significar que al principio del mundo estaba la tierra debajo del polo, y, por consiguiente, corría para ella la esfera recta, como lo persuade la comparación que pone de una cúpula, cuyo polo está en el vértice. «Después, dice, tomó inclinación»; esto es, se apartó el polo de nuestro cenit, o dejó de serlo en la tierra entonces conocida.

(82) Epicuro, en su carta a Pitocles, dice casi todo lo mismo.

(83) Plinio, lib. II, cap. LVIII, dice que esto sucedió en la Olimpíada LXXVIII. Podrán verse Plutarco en la Vida de Lisandro; Filóstrato, en la de Apolonio, lib. I, cap. II; Eusebio, Aristóteles y otros.

(84) Se sentó en las gradas para ver los espectáculos. 

(85) Anaxágoras no pudo alcanzar a ver el sepulcro de Mausolo en Halicarnaso, erigido por su mujer y hermana Artemisa más de setenta años después, como ya anoté en mi Vitrubio, libro II, cap. VIII, nota 14.

(86) Quiso decir por la fuerza que llaman centrífuga

(87) De haberlo condenado.