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Biografía de Demócrito – Diógenes Laercio – Vidas de los filósofos ilustres

Diógenes Laercio – Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres                      DEMÓCRITO – Libro Noveno

BIOGRAFÍA DE DEMÓCRITO

Biografía de Demócrito1. Demócrito, hijo, según unos, de Hegesístrato, según otros, de Atenocrito, y según otros, de Damasipo, fue adberita, o como dicen algunos, milesio. Estudió con algunos magos y caldeos que el rey Jerjes dejó por maestros a su padre cuando se hospedó en su casa; de los cuales aprendió la teología y la astrología siendo todavía muchacho, según todo lo escribe Herodoto. Unióse después a Leucipo y, según dicen algunos, a Anaxágoras, siendo cuarenta años más joven que él. Refiere Favorino en su Historia varia que Demócrito dijo de Anaxágoras que no eran de éste las cosas que había escrito acerca del sol y de la luna, sino opiniones antiguas, y que las había hurtado. También que censuró y degradó el mérito de lo que escribió sobre la formación del mundo y de la mente, haciéndosele enemigo por no haberlo querido recibir. ¿Cómo, pues, dicen algunos, será discípulo suyo? Demetrio en sus Colombroños y Antístenes en las Sucesiones dicen que se fue a los sacerdotes de Egipto a fin de aprender la geometría, a los caldeos de Persia y al mar Rojo. Aun hay quien dice que también estuvo en la India con los gimnosofistas y que no menos pasó a Etiopía.

2. Eran tres hermanos, y él el menor de los tres; y dividida la herencia paterna, escriben muchos, escogió la porción más pequeña que estaba en dinero, siéndole más útil para viajar, aunque sus hermanos imaginaban lo hacía con algún dolo. Demetrio dice que su parte pasó de 100 talentos (644), y que los gastó todos. Dicen era tan aplicado al trabajo, que de su casa y huerta separó una pequeña pieza y se encerró en ella; y como una vez llevase su padre un buey al sacrificio y lo atase allí, no lo advirtió hasta que su padre lo llamó al sacrificio y lo avisó de que allí estaba el buey.

3. Parece, dice Demetrio, que también pasó a Atenas, y que por desestimar su propia gloria no se cuidó de ser conocido; y aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no lo conoció a él. «Fui, dice, a Atenas, y nadie me conoció.» «Si el diálogo Antierastes (645), dice Trasilo, es de Platón, acaso sería Demócrito el anónimo que allí estaba, además de Enopidas y Anaxágoras, discurriendo de la filosofía, del cual dice Platón: «Este filósofo se parece al vencedor de cinco certámenes». En efecto, Demócrito realmente era en la filosofía perito en cinco certámenes (646); pues era experimentado y hábil en la natural, moral, matemática, encíclica y en todas artes. Suyo es aquel dicho de «las palabras son la sombra de las cosas».

4. Demetrio Falereo en la Apología de Sócrates dice que Demócrito nunca estuvo en Atenas. Esto todavía es más, haber menospreciado ciudad tan célebre, no queriendo recibir fama del lugar, sino procurar que el lugar la recibiese de él. Pero cuál fue Demócrito lo manifiestan sus escritos. Parece, dice Trasilo, fue imitador de los pitagóricos. Efectivamente él hace memoria de Pitágoras, celebrándola mucho en su Homónimo (647), y toma todas sus cosas de tal manera, que parece fue su discípulo, si no repugnasen los tiempos; pero que oyó algún pitagórico lo asegura Claudio Regino, que vivió por aquellos tiempos. Apolodoro Ciziceno dice que trató a Filolao. Y Antístenes afirma que ejercitaba y probaba variamente su imaginación, ya en la soledad, ya también retirándose a los sepulcros (648). Que regresado de sus viajes, vivió pobremente (como que había consumido en ellos cuanto tenía), y por su indigencia, lo mantuvo su hermano Damasto; pero luego que se acreditó anunciando algunas cosas venideras, ya muchos lo juzgaron merecedor de honores divinos.

5. Habiendo una ley de que quien disipase su patrimonio fuese indigno de tener sepulcro en su patria, como lo supiese Demócrito (dice Antístenes), por no verse el blanco de algunos envidiosos y sicofantas, les leyó su Gran Diacosmos (649), que es el mejor de sus escritos, y fue premiado en 500 talentos. No sólo esto, sino que también lo honraron con estatuas de bronce; y habiendo muerto de más de cien años, fue enterrado a costa del público. Pero Demetrio dice que sus parientes fueron los que leyeron el Gran Diacosmos, y que el premio fue sólo 100 talentos. Esto mismo confirma Hipoboto. Aristóxeno en sus Comentarios históricos dice que Platón quiso quemar los escritos de Demócrito que había podido recoger; pero que se lo estorbaron Amiclas y Clinias, pitagóricos, diciendo era cosa inútil, puesto que aquellos libros andaban ya en manos de muchos. Esto consta también de que haciendo Platón memoria de casi todos los antiguos, en ningún lugar la hace de Demócrito, ni aun en donde convenía contradecirle en alguna cosa; lo cual parece lo hizo sabiendo que así contradecía al más excelente de los filósofos, a quien Timón alaba diciendo:

Cual Demócrito sabio,

autor del bello estilo y docta frase,

y sobre todo, del hablar festivo.

6. Según dice él mismo en su Pequeño Diacosmos, era todavía mozo cuando Anaxágoras era ya anciano, puesto que tenía cuarenta años menos que éste. Dice que compuso este Pequeño Diacosmos el año 730 después de la destrucción de Troya. Así, que había nacido, según Apolodoro en las Crónicas, hacia la Olimpíada LXXX; bien que Trasilo, en su obra titulada De los conocimientos previos a los libros de Demócrito, dice nació el año tercero de la Olimpíada LXXVII, uno antes que Sócrates. Así, que fue coetáneo de Arquelao, discípulo de Anaxágoras y también de Enopidas, de quien hace memoria. Hácela también de la opinión de Parménides y de Zenón acerca de la unidad, como filósofos muy célebres de su tiempo; y también la hace de Protágoras Abderita, el cual confiesan todos fue del tiempo de Sócrates.

7. Dice Atenodoro en el libro VIII de sus Paseos que, habiéndole visitado Hipócrates, mandó le trajesen leche; vista la cual, dijo que era de cabra primeriza y negra, lo cual hizo que Hipócrates admirase su mucha observación y diligencia. A una doncella que vino con Hipócrates, el primer día la saludó así: «Salve, muchacha», y al día siguiente: «Salve, mujer»: era el caso que aquella noche había sido viciada.

8. Murió Demócrito, como dice Hermipo, en esta forma: como fuese ya muy anciano y se viese vecino a partir de esta vida, a su hermana, que se lamentaba de que si él moría en la próxima festividad de los tesmoforios (650) no podría ella dar a la diosa los debidos cultos, la dijo que se consolase. Mandóla traer diariamente algunos panes calientes, y aplicándoselos a las narices, conservó su vida durante las fiestas; pero pasados sus días, que eran tres, terminó su vida sin dolor alguno a los ciento nueve años de edad, como dice Hiparco. Yo, en mi Pammetro, le compuse los versos siguientes:

¿Y quién de los nacidos fue tan sabio

que al omniscio Demócrito se iguale?

¿Quién hizo obra tan grande como él hizo?

Él albergó la muerte en su morada:

y con sólo el vapor de pan caliente,

tres días la mantuvo en hospedaje.

 

Tal fue la vida de este varón; sus opiniones son éstas:

9. «Los principios de todas las cosas son los átomos y el vacuo; todo lo demás es dudoso y opinable». Dice «que hay infinitos mundos, sujetos a generación y corrupción. Que de lo que no existe nada se hace; ni en lo que no es, nada se corrompe (651). Que los átomos son infinitos, tanto en la magnitud cuanto en el número o muchedumbre. Que se mueven en giro y van por el universo, con lo cual se hacen todas las concreciones del fuego, agua, aire y tierra; pues todas estas cosas constan de ciertos agregados de átomos, los cuales por su solidez son impasibles (652) e inmutables. Que el sol y luna son moles concretas de estos átomos llevados en giro; y lo mismo el alma, la cual, dice, no es diversa de la mente. Que la visión se hace por las imágenes que caen en nosotros (653). Que todas las cosas se hacen por la necesidad, siendo el giro (a quien llama necesidad) la causa de la generación de todo. Que el fin es la tranquilidad de ánimo, no la que es lo mismo que el deleite, como siniestramente entendieron algunos, sino aquella por la cual vive el alma tranquila y constantemente, ni es perturbada de algún miedo, superstición o cualquiera otra pasión de éstas». Llámala también εύεστώ (euesto) (654), y con muchos otros nombres. «Finalmente, las cosas que se hacen, dice, son legítimas; pero los átomos y vacuos son naturales». Hasta aquí sus opiniones.

10. Sus libros los escribió Trasilo y lo coordinó en tetralogías, como los de Platón. Los morales son éstos: Pitágoras; De la disposición del sabio; De lo que hay en el infierno; Tritogenia (esto es, que de ella nacen tres cosas que contienen a todas las humanas); De la bondad (655) o De la virtud; El cuerno de Amaltea; De la tranquilidad del ánimo, y Comentarios morales (655), pues el Euesto no se halla. Hasta aquí sus libros morales. Los físicos son: El gran Diacosmos, que Teofrasto dice es de Leucipo; El pequeño Diacosmos; Cosmografía; De los planetas; un libro De la naturaleza; dos De la carne; De la mente, y De los sentidos (algunos juntan en uno estos libros, titulándolos Del alma); De los humores; De los colores; De la diversidad de las arrugas; De la inmutación de las arrugas; Corroborativos para preservar de las arrugas y aun quitarlas; Del espectro, o De la providencia; Tres reglas acerca de la peste, y De las cosas ambiguas. Hasta aquí los libros de física.

11. Los libros no coordinados son éstos: Causas celestes; Causas del aire; Causas terrestres; Causas ígneas, y De las cosas que hay en el fuego; Causas de las voces; Causas de las semillas, plantas y frutos; Causas de los animales, tres libros; Causas promiscuas, y De la piedra imán (657). Hasta aquí los libros no coordinados. Los de matemática son éstos: De la variedad de la regla, o Del contacto del círculo y esfera; De Geometría; Geométrico; Números; dos libros de Líneas irracionales, y De los sólidos; Extensiones; Año grande, o sea, Tablas astronómicas; Disertación sobre la clepsidra o Reloj de agua; Uranografía, o Descripción del cielo;Geografía, o Descripción de la tierra; Descripción del polo, y Descripción de los rayos. Estos son sus libros de matemática. Los de música son los siguientes: Del ritmo y armonía; De la poesía; De la elegancia y hermosura del verso; De las letras cónsonas y disonas; De Homero, o De la rectitud del verso; De los dialectos; Del canto; De los verbos, y De los nombres. Hasta aquí sus libros de música.

12. De las artes son éstos: Pronóstico; De la dieta, o Diéticon, o sea Regla médica; Causas de las cosas intempestivas y tempestivas; De agricultura, o sea, Geométrico; De la pintura; De táctica, y De la pelea con armas. Hasta aquí sus libros artísticos. Algunos ponen, aparte de sus comentarios, los libros siguientes: De las letras santas en Babilonia; De las letras santas en Meroe; De la Historia; Lengua caldea y frigia; De la calentura, y De los que tosen por enfermedad; Causa legítima o legal, y Χειρόχμητα (Cheirocmeta) (658) o Problemas. De los otros libros que algunos le atribuyen, unos son compuestos de cosas entresacadas de sus mismos escritos, y otros, por general consentimiento, no son suyos. Hasta aquí sus obras.

13. Hubo seis Demócritos. El primero, éste mismo; y el segundo, un músico de Quío que vivía en su tiempo. El tercero fue estatuario, de quien Antígono hace memoria. El cuarto, uno que escribió del templo de Diana Efesina y de la ciudad de Samotracia. El quinto, poeta epigramático, claro y florido, y el sexto fue orador pergameno (659).

 

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(644) Un talento ático mayor valía unos doce mil reales; menor, unos nueve mil.

(645) El título que hoy tiene es έρασταί.

(646) Platón lo dice con alguna diversidad.

(647) Sería algún escrito de Demócrito con este título, el cual significa colombroño o de un mismo nombre

(648) Los gentiles construían sus sepulcros en el campo, y eran algunos de ellos edificios suntuosos.

(649) Esto es, Del orden y disposición del mundo

(650) Eran fiestas a Ceres.

(651) Persio. Sat. 3, v. 84, lo dice elegantemente así: De nihilo nihil, in nihilo nihi posse reverti

(652) άπαθή. Vitrubio, lib. II, cap. II, dice: Non loeduntur

(653) όράν δ ήμάς χατ΄είδώλων έμφτώσεις. Videre nos justa imaginum cassum. Quiere significar que nuestra visión no se hace por rayos que salgan de los ojos, como dijeron algunos, sino por representarse en ellos como en espejo las imágenes de las cosas. – Vitrubio, lib. VI, cap. II.

(654) Buen estado.

(655) άνδραγαθίας.

(656) Sigo aquí la enmienda que Monachio hace de las voces ή οϊχων, en ήθιχών, la cual sin duda es legítima.

(657) Λίθου.

(658) Que es decir, cosas experimentadas por sí mismo

(659) Observaron algunos sabios que Laercio omite aquí muchas cosas de Demócrito, notadas por otros escritores antiguos griegos y latinos. Pondré aquí las que trae Menagio. Séneca dice que «se creía inventor de las bóvedas»; pero el mismo Séneca no asiente a ello. «Que inventó el modo de pulir y dar lustre al marfil. El modo de hacer esmeraldas artificiales. Y que reía de todas las cosas, pareciéndole ridículo cuanto hacen los hombres, y todo necedades.» Gelio dice que «Demócrito se privó voluntariamente de la vista». Lo confirma Tertuliano, y aun Cicerón lo dijo antes en el libro V De finibus. Plinio le atribuye «lo de la carestía de aceite», que previó Tales Milesio, como dice Laercio en su vida, pár. 4. San Clemente Alejandrino dice que «Demócrito llamaba al coito un pequeño mal del corazón». Lo mismo afirma Galeno; pero Gelio y Macrobio lo atribuyen a Hipócrates. Cicerón, Séneca, Lactancio y otros escriben que Demócrito decía que «la verdad está escondida en lo profundo». Sexto Empírico dice que definía al hombre diciendo: «Es lo que todos sabemos.» San Cirilo escribe que Demócrito decía que «Dios es Mente (νοϋν), que está en una esfera ígnea y que es el alma del mundo».