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Compendio de la historia de China – Arquitectura – Costumbres


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COMPENDIO DE HISTORIA DE LA CHINA


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Gran muralla. Monumentos. Palacios. Ciudades. Usos y costumbres

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Ciencias. Artes. Industria. Comercio. Navegación

Lengua. Literatura. Enseñanza. Grados científicos y literarios

Relaciones entre chinos y europeos. Motivos de la última guerra con los ingleses. Operaciones militares. Tratado de comercio
 

 

COMPENDIO DE LA HISTORIA DE LA CHINA

Su gobierno, leyes, ciencias, artes, industria, comercio, navegación, usos y costumbres

Traducido del francés por Mariano de Castro y Duque – 1862


Índice

 

Capítulo V. Gran muralla. Monumentos. Palacios. Ciudades. Usos y costumbres.

GRAN MURALLA

Hoang-Ti, después de haber reformado el Imperio, quiso a la vez aislar sus estados del resto del mundo y hacerse inmortal con la construcción de una muralla gigantesca. Esta obra, construida 200 años antes de Jesucristo, cierra toda la frontera septentrional de la China, que tiene cerca de 600 leguas, corriendo sin interrupción, tanto por la cresta de las montanas, como sobre el fondo de los valles, ya pendiente en los flancos de las montanas escarpadas, ya confundida en las gargantas profundas o atravesando ríos y torrentes y algunas veces cruzando sobre estacadas, los barrancos y pantanos.

La construcción de esta muralla (dice el P. Gerbillon que la ha visto) está compuesta de dos fachadas de muro como de pie y medio de espesor cada uno y el intervalo relleno de tierra fuertemente batida; tiene abundancia de almenas y torres, de que está flanqueada hasta la altura de siete pies del suelo; la fábrica es de grandes piedras cuadradas, el resto de ladrillo y la argamasa excelente. La altura total es de diez y ocho a veinte pies, y las torres de cuarenta lo menos, sobre una base de diez y seis pies cuadrados, disminuyendo a medida que se elevan; los escalones de ladrillo y piedra sobre la plataforma, que está entre los parapetos, son para subir y bajar más fácilmente. Las torres están muy próximas una de otra para que los arqueros puedan esperar con sus flechas al enemigo que intentase saltar un puente; contando con las que defienden los pasos principales, hay mas de 20.000. Este trabajo inmenso se ejecutó en seis años a costa de esfuerzos inauditos y sacrificando sin piedad más de 400.000 hombres.

La reunión de los tártaros, mantchousos y mongoles al Imperio, ha hecho perder mucho a esta muralla de su importancia militar; entre tanto sirve admirablemente a la política de un gobierno que rechaza obstinadamente a los extranjeros y todos sus productos. Su construcción, al cabo demás de 2000 años, está hoy muy bien conservada, y prueba la habilidad de los ingenieros como los buenos materiales que se emplearon.

MONUMENTOS

Las pagodas (templos) construidas todas por un mismo estilo, que no se diferencian mas que por la elevación, riqueza de sus ornamentos y materiales, tienen verdaderamente un carácter monumental. La mas nombrada está cerca de Nan-King, edificada en tiempo del Emperador Hou-Pie-Lie, año de 1250; su fábrica de ladrillo forma una grande gradería cercada de una balaustrada de mármol tosco; para subir al salón (que sirve de templo a los sacerdotes de Fo) tiene una escalinata de diez escalones; es de 100 pies de longitud sobre un pie de base de mármol, que sobresale dejando en todo alrededor una banqueta de dos pies de ancha. La fachada está adornada de una galería y algunos pilares; cubre su techumbre tejas verdes, relucientes y barnizadas, y la armadura interior está pintada y cargada de una infinidad de piezas entrelazadas unas con otras, lo cual es un adorno para el gusto de los indígenas, que edifican para ellos y no para satisfacción de los pasajeros. El P. Lacomte confiesa haber quedado agradablemente sorprendido viendo todo el fondo obstruido con una multitud de postes tirantes y vigas grandes, mientras el dicho salón está alumbrado solamente por sus tres puertas.

E. Crosa, Dib. y Lit. –Torre de porcelana de Nan-King

E. Crosa - Torre de porcelana de Nan-King - Compendio de historia China

Para entrar en la torre es necesario pasar por el templo; su figura es octógona y tiene 14 metros de diámetro por 67 de alto, con nueve pisos; cada uno de éstos adornado de cornisas de tres pies; en el nacimiento de las ventanas y sus techumbres o guarda-polvos, de menos salida, disminuyendo éstas a medida que la torre se eleva y estrecha: el grueso del muro a nivel de la calle es de tres metros, revestido de planchas de porcelana de un brillo que, aunque empanado, subsistía todavía en tiempo de los Misioneros: del techo del noveno piso se eleva una flecha o viga de mas de 10 metros con una faja de hierro rodeada en espiral, y como dista muchos pies del árbol, el todo forma en el aire una especie de pirámide vacía y horadada; sobre la punta tiene un gran globo dorado. Las campanas de cobre suspendidas en todos los ángulos salientes de las galerías que tiene cada piso, acaban de dar a este monumento una visualidad original.

Arcos de triunfo (hay muchos de estos monumentos destinados a perpetuar la memoria de buenas acciones) los pies derechos están formados por cuatro gruesas columnas de mármol, unas veces redondas y muchas cuadradas, cuya caja es de una sola piedra puesta sobre una especie de base irregular; no se ve capitel, pero el tronco termina al menos engastado en el arquitrabe (si se puede dar este nombre) a algunas molduras y a una banda de postes; el friso está mucho mejor marcado, pero tiene bastante altura en su proporción; aquí se graban inscripciones, figuras y bajos relieves de una belleza sorprendente; en los extremos de las cornisas y huecos desocupados hay colocados flores y pájaros en diversas actitudes.

PALACIOS

La residencia actual del Monarca se compone de nueve grandes salones, al mismo piso, sobre una línea con galerías que se comunican entre ellos. Los huecos de las puertas son generalmente de mármol adornados de grandes pabellones, y las cornisas, que son muy salientes, caprichosamente contorneadas, forman el principal adorno. La vista del extranjero contempla con sorpresa este cúmulo de edificios incoherentes, y busca en vano un conjunto armonioso. El aspecto exterior del palacio no tiene simetría, pero los salones interiores son magníficos y grandiosos, cuyos pórticos, columnas y muros están revestidos de tejas barnizadas o de planchas de porcelana; las gradas y escaleras de mármol difieren enteramente del arte y gusto europeo. Por todas partes está adornado y cubierto de esculturas delicadas o pinturas brillantes, a las que un barniz inalterable da la apariencia de reflejo metálico. La sala del trono no se comunica con las otras habitaciones del Emperador; cinco basas de cal y canto puestas una sobre otra y escalonadas, sirven de pedestal a este edificio redondo cubierto con un techo de tejas doradas, cuya parte saliente está sostenida por columnas de madera barnizada; estas enormes masas de piedra, adornadas de balaustradas de mármol blanco, y coronadas por un pabellón brillante de oro y barnices, hacen una visual particular.

Además, el Emperador posee un palacio de recreo a 16 kilómetros de la capital, donde pasa las tres cuartas partes del año. El P. Attiret, Misionero, es el único europeo que ha obtenido permiso de penetrar allí; dice en su descripción que este soberbio palacio no está habitado mas que por el Emperador, sus hijos y los eunucos, y rara vez entran en sus jardines los Príncipes y Grandes; ésta posesión es un vasto cercado, de 20 a 60 pies de altura, formando infinidad de valles, con canales de un agua cristalina que dan muchos rodeos para encontrarse algunas veces y formar lagos o mares en miniatura, donde flotan magníficas barcas, entre las que hay una de 26 varas de larga por ocho de ancha, sobre la cual está una bonita casa; a la orilla de estos canales hay fabricadas muchas habitaciones perfectamente acomodadas, con salones, galerías abiertas y firmes, jardines, parterres y cascadas que forman un golpe de vista sorprendente. Esta clase de valles es particular, no por su camino derecho, sino por las sinuosidades y revueltas que tiene, adornadas de pabellones, grutas y salidas a otro, muy diferentes entre sí; los árboles y flores que cubren todos estos valles con una inmensa cúpula de verdor están matizados de colores muy brillantes; los canales están guarnecidos de piedras cortadas a cordel, pero de rocas caprichosamente amontonadas que parece obra de la naturaleza; otros se desparraman en todos sentidos, formando un laberinto de senderos sembrados de guijo de todos colores; y finalmente, pasan de 200 palacios o habitaciones repartidas en esta posesión; las maderas empleadas en su construcción son de cedro, doradas o barnizadas de diferentes colores; sus departamentos interiores tienen cómoda distribución, están alhajados con tiestos de mármol, porcelana de cobre, llenos de flores y de jarrones para quemar perfumes, y los salones adornados de ricos muebles, pinturas y barnices del Japón, con multitud de vasos antiguos de porcelana guarnecidos de sedas, oro y plata.

Los mandarines tienen también sus casas de recreo, pero construidas y decoradas conforme a los reglamentos que marcan la extensión y elevación de los muros exteriores según es el rango de sus dueños, de primera, segunda o tercera clase.

CIUDADES

Pe-King: esta capital encierra efectivamente calles largas, espaciosas y casi todas tiradas a cordel. Sin el lodo, que las hace intransitables en el invierno, adornadas de almacenes mezclados de colores brillantes, y siempre embarazadas de un gentío inmenso, que los mandarines y su comitiva rompen con trabajo sus oleadas comprimidas, ofrecería un curioso espectáculo. Tres causas contribuyen a esta animación:

1.ª Que los altos dignatarios del Estado y los Príncipes de sangre, obligados a venir frecuentemente a la corte, salen siempre escoltados de un grupo de soldados de caballería. Un juez no hace nada fuera de su casa sin que todo su tribunal le siga en procesión, y una docena de domésticos van siempre con la silla de manos detrás de las personas de título.

2.ª La mayor parte de los artesanos trabajan en las casas de los particulares; los zapateros, sastres y hasta los herreros corren continuamente la ciudad, trayendo sobre una carretilla los útiles que necesitan para su labor.

3.ª Como la mayor parte de los fardos se trasportan a hombros, resulta una bataola insufrible.

Esta capital no es una sola ciudad, reúne tres distintas separadas por murallas y barrios, aunque incorporadas en una fortificación común; se clasifican con los nombres de ciudad Imperial, Tártara y China. La ciudad Imperial es el inmenso espacio que ocupan los jardines y palacios del Emperador y su familia; un muro amarillo la defiende y nadie puede traspasar su cercado sin una autorización formal.

La ciudad Tártara envuelve por todas partes a la Imperial, y está exclusivamente habitada por los tártaros, la mayor parte empleados del Gobierno, y cumpliendo los mas altos destinos del Imperio; está cercada de murallas, y sometida por consecuencia a los reglamentos de policía, muy incómodos para sus habitantes; en ella se encuentran los templos, el observatorio, las academias, almacenes públicos y todos los edificios consagrados al culto y a la administración.

La ciudad China, elegantemente cercada de muros, está habitada indiferentemente por chinos y tártaros; estos últimos la prefieren, porque en ella se vive con más libertad, y donde la autoridad militar y la policía despliega un lujo bastante vejatorio, so pretexto de vigilar por la seguridad del Emperador.

Las fortificaciones de Pe-King consisten en un muro almenado de altura de diez metros y siete de grueso en su base; pero como forma exteriormente un declive, queda reducido por la parte superior a tres metros. La escasez de piedras en los alrededores hace emplear simultáneamente el guijo; ladrillos, restos de edificios viejos y aun de la tierra; la excelencia del cimiento y el revestido uniforme de ladrillos azules, suplirán la imperfección de estos materiales. Las torres, redondas, sobresalen hasta el campo, donde la plataforma se extiende al parapeto de las fortificaciones; un largo foso profundo, pero seco, completa este sistema de defensa, y un segundo muro defiende cada una de las puertas taladradas en los pabellones pesados y macizos, y no tienen su abertura colocada sobre el frente exterior de los pabellones, sino en sus flancos. Después de haber pasado la primera puerta lateral, se encuentra uno plaza de armas guarnecida de artillería, donde 500 hombres pueden maniobrar; hay un segundo pabellón haciendo cara al primero, e igualmente guarnecido de una puerta en el camino; los dos pabellones sirven de caseta a las tropas encargadas de vigilar por la seguridad de la ciudad. Estas fortificaciones no serín suficientes para detener a las armas europeas, y como el muro de Pe-King ha servido de modelo para los de las otras ciudades, resulta que no tiene plaza alguna capaz de sostener un sitio formal.

La población de Pe-King ha sido apreciada diversamente; según la estadística china, adoptada por los Misioneros que han residido largo tiempo allí, su cifra se eleva a 2.500.000 almas, número que deberá ser cierto, atendiendo a su mucha extensión.

USOS Y COSTUMBRES

De todos los pueblos del Asia, solo los chinos tienen los muebles mas parecidos a los nuestros. Se sirven de sillas, mesas y camas como las nuestras; las camas macizas y pesada, de forma contorneada; las mesas por el mismo estilo, a excepción de los pequeños veladores destinados a la vez para decorar una habitación separada y colocar bisutería, a la que son muy aficionados. En la parte meridional las camas son muy sencillas, porque el clima ardiente que reina los dispensa de las precauciones necesarias para precaverse del frío; usan catres o hamacas cubiertas de una colcha de musgo o de paja de arroz; en el invierno, los ricos disponen alrededor de sus catres cortinas de seda o de cotón; al contrarío sucede en la parte septentrional donde el termómetro baja bastante, que muchas camas son de ladrillo con un hornillo en el centro para tener lumbre durante la noche; alrededor se guarnece de una especie de sábana muy tupida, sobre la que ponen la colcha. Las personas un poco acomodadas usan de una especie de estufa formada de conductos que circulan por debajo de los ladrillos del aposento y conduce el calor donde habitan. Las mamparas hacen un gran papel; las hay realmente magnificas; pero como la variedad a los ojos del chino es el primer carácter de belleza, ponen tal cuidado en este género, que rara vez se asemejan unas a otras; por un costado representan un paisaje, y por el otro un color brillante cubierto de arabescos metálicos.

Los artistas y obreros, impelidos por el gusto nacional, se esmeran en dar a la mayor parte de sus muebles formas bizarras y una apariencia que hace suponer un destino distinto al que tienen; así, un objeto que se toma por un jarro de flores, es una caja para té.

Son muy aficionados a la caligrafía y emplean en el papel de cartas las clases más finas embellecidas con adornos de todos colores; cuando reciben carta de un amigo gozan extraordinariamente, aunque esté pintada con poco cuidado; es tal la complicación de caracteres que usan en la escritura, que más bien son páginas agradables a la vista.

Desde el mandarín de primer rango hasta el último artista poseen algunos objetos de porcelana, con la diferencia de que unos usan una porción de vasos de gran valor y los otros se gozan de que aparezca en sus chozas tres o cuatro tazas comunes, a las que no tocan nunca. La antigüedad de un vaso aumenta su mérito, y así, los fabricantes se esfuerzan hábilmente en dar a éstos forma y colores que parezcan viejos.

El vestido se compone de un sayo muy ancho y largo de seda, guarnecido de gasa o de algodón, cruzado y abotonado sobre el costado derecho de la cintura, un ceñidor ancho de un tisú que ajusta por encima de las caderas y se abrocha por medio de un gancho de piedra verde o de ágata, que los chinos llaman yu, y calzones también muy anchos, y ciertos muebles que nunca se separan de ellos, como un cuchillo, un par de bastones, reloj, una botellita de vidrio para tabaco, abanico, pipa y eslabón con una bolsa mas o menos alhajada, pero siempre ricamente bordada; en invierno el sayo es de una tela gruesa forrada y entretelada. El gorro, tanto de invierno como de verano, es el distintivo de la calidad de las personas, y en la larga borla de seda, oro y algunas veces con piedras preciosas, se marcan los grados militares y de todas las dignidades, hasta las literarias. Dos causas contribuyen a que los chinos conserven sus antiguas vestiduras: primera, que todo ciudadano está regido por el Ministro de Ritos y Ceremonias, árbitro supremo en la clase de corte y colores de los trajes; segunda, que las tropas y funcionarios públicos gastan siempre uniforme, y no se pueden disfrazar.

Las damas chinas se envuelven de la cabeza a los pies en sus largas y anchas ropas, porque ellas consideran nuestras modas como indecentes, y así cómo los hombres se rasuran la cabeza, ellas por el contrario: las doncellas tejen sus cabellos en muchas trenzas; si casadas, dejan flotar sus trenzas sobre las espaldas, y ya ancianas se las recogen con dos largas agujas, adornándolas con perlas, flores y rubíes. La costumbre de pintarse el rostro es general a todas las clases de la sociedad, todas emplean la noche para dar a sus cejas la forma de un medio círculo, y poner una gruesa capa de bermellón sobre sus labios.

Una costumbre muy perjudicial tienen las mujeres: a sus hijas pequeñas las calzan los pies con zapatos de metal, y no se los quitan hasta que son adultas, resultando que una mujer así mutilada apenas puede andar, pero tiene unos pies del tamaño de una niña de cinco años, que es muy de moda para aquel país. Las tártaras, por el contrario, dejan los pies en libertad, y no se tienen por menos bellas que las otras.

Otra moda consiste en llevar las uñas de los dedos de la mano excesivamente largas, todos los que por sus ocupaciones intelectuales pueden permitirse esta singular afectación. Por último, el chino no usa apenas de ropa blanca para interior, sea de hilo o de algodón; la mayor parte de sus vestidos no se lavan; los ponen muy frecuentemente forros de pieles de toda especie, y ni es para sí ni en su casa muy delicado.

 

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