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Torre de Babel Ediciones

De la memoria en general – Psicología elemental

 

PSICOLOGÍA ELEMENTAL

José Moreno Castelló

Índice general

J.  Moreno Castelló – Psicología Elemental                   1ª parte – Psicología empírica – Cap. VII – De la memoria en general

Capítulo VII – De la memoria en general

La memoria es una facultad, por cuyo ejercicio el alma reproduce el conocimiento de los objetos, dándose cuenta, a la vez, de haberlo adquirido anteriormente

La reproducción del conocimiento, debida a la memoria, se verifica siempre bajo una relación necesaria con el tiempo pasado, y no porque el objeto antes conocido existiera entonces y después haya dejado de existir; sino porque al ser reproducido actualmente, el alma, valiéndose de la memoria, le reconoce como existiendo en un tiempo anterior en que por vez primera alcanzó su conocimiento.

La nota distintiva y característica del acto de la memoria es la del tiempo pasado; y lo pasado es el objeto propio de dicha facultad. Sin esa nota esencial, fácilmente podrían ser confundidos los actos de la fantasía y los de la memoria, pues las representaciones de ambas se refieren igualmente a objetos materiales; pero la nota característica del acto de la memoria es esencial, y sirve para diferenciarlos, haciendo imposible su reducción.

Se divide la memoria en sensitiva e intelectiva. Esta doble denominación expresa las dos clases de objetos que podemos conocer, y las dos facultades cognoscitivas que el alma posée.

Con efecto, todos los objetos del conocimiento o son materiales o inmateriales; los primeros, se relacionan con la sensibilidad; los segundos, con el entendimiento. Esto nos lleva a considerar que si la memoria es una facultad con objeto propio y actos distintos de los de las demás potencias, lo es realmente mientras obra reproduciendo el conocimiento de los objetos sensibles; pues cuando lo hace de los inteligibles, sus actos y los del entendimiento admiten reducción a la unidad específica, y corresponden a una sola facultad, cual es la superior de conocer.

Considerada la memoria del modo que dejamos expuesto, a una facultad sensitiva, no ya solo por el carácter de su objeto propio, sino por ser potencia común al hombre y al bruto, como acredita fácilmente la observación. Siendo sensitiva, es orgánica, aunque las investigaciones de la ciencia no hayan logrado precisar cuál sea el órgano destinado a servirle de instrumento. Quizá desempeñe esa misión alguna parte del cerebro, según se sospecha, y de las condiciones del medio dependa la variedad que se advierte en las manifestaciones de esta potencia.

Viene también a corroborar nuestra creencia de que se trata de una facultad orgánica, la marcha paralela entre su ejercicio y el gradual desarrollo y declinación del cuerpo.

Los recuerdos se producen unas veces espontánea y otras voluntariamente.

En muchas ocasiones la reproducción no es acabada y perfecta, y entonces el acto de la memoria recibe el nombre de reminiscencia

Unos filósofos han ponderado la importancia de la memoria y otros la han rebajado con exageración. El término medio expresa entre ambos extremos la verdad.

El buen ejercicio de la memoria proporciona al hombre beneficios muy estimables. A ella debemos la conservación del caudal de nuestros conocimientos y la de la riqueza de palabras que constituyen la lengua o idioma de que nos servimos para la expresión de cuanto sentimos, pensamos o queremos.

Para ayudar el ejercicio de la memoria y mejorarle, se ha formado un conjunto de reglas, basadas en las leyes que rigen a las facultades, y debidas a una prolija observación. Tales preceptos constituyen un arte, el cual lleva el nombre de Mnemónica o arte memorativa. Numerosas son sus advertencias; pero solo hemos de reproducir una regla general formulada por Quintiliano: «Si alguno pretende, dice en sus Instituciones, que yo le dé la única y la más principal regla que hay para aprender de memoria, sepa que ésta es el ejercicio y el trabajo; aprender mucho de memoria, meditar mucho, si es posible todos los días, hacer esto es el medio más poderoso. Ninguna cosa hay que en tanto grado se aumente con el cuidado y se disminuya con el descuido.»

La repetición de actos correspondientes a una clase determinada, engendra el hábito, y éste, a su vez, proporciona prontitud y facilidad en su ejecución, de cuyo beneficio participa la memoria, si la ejercitamos con regularidad y constancia.

Finalmente, suele designarse a la memoria con diversos calificativos, según la variedad de los caracteres predominantes que la acompañan en sus actos.

Memoria pronta, es aquella que retiene y reproduce con facilidad.

Memoria tenaz o firme, la que conserva sin menoscabo los conocimientos que se la confían.

Memoria grande, si dichos conocimientos son en crecido número.

Memoria fiel, si retiene y reproduce con exactitud hasta las menores circunstancias o detalles.

Memoria feliz, si reúne todas las condiciones antes enumeradas.

J.  Moreno Castelló – Psicología Elemental                     1ª parte – Psicología empírica – Cap. VII – De la memoria en general
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