PSICOLOGÍA ELEMENTAL
José Moreno Castelló |
J. Moreno Castelló – Psicología Elemental 1ª parte – Psicología empírica – Cap. IV – Sensibilidad interna
Artículo IV – Del apetito sensitivoNo es posible desligar las facultades para separar su respectivo ejercicio y que aparezcan obrando con una independencia, que en realidad no poseen. Tan fácil y frecuente es el tránsito de uno a otro medio de acción, dada la unidad del alma a quien los diversos instrumentos corresponden, que en muchas ocasiones la obra imperfecta de una facultad se termina y perfecciona por otra de más elevada categoría. Además, hay que tener presente, que el alma ejercita siempre los instrumentos adecuados a la clase de objetos que han de servir de término a su movimiento, y esto acontece no solo cuando se trata de conocer, sino también de obrar, lo cual es propio de las facultades llamadas expansivas En proporción con las dos facultades que sirven para el conocimiento, existen otras que propenden a los objetos conocidos. La una es propia de la naturaleza inferior, y es manifestación de la sensibilidad afectiva. Su término es lo sensible, y se denomina apetito sensitivo. La otra responde al conocimiento intelectual, y se llama apetito racional o voluntad El apetito en general revela y significa una tendencia; propensión y movimiento de un ser a otro ser u objeto, en quien aquella evolución termina, constituyendo un bien para el sujeto de la acción, ya se origine o no la actividad del ser, de su misma naturaleza, actuándose después del hecho del conocimiento, o sin que éste le preceda, o luego que el sujeto ha llegado a entender la razón de conveniencia por la cual el objeto mismo es apetecible. Esto justifica la división del apetito en natural, sensitivo y racional El apetito natural se muestra en todos los seres de la naturaleza, privados de medios cognoscitivos, los cuales son movidos hacia términos que ellos alcanzan como bien, siempre ignorado. El sensitivo es propio de los animales, que poseen la facultad de conocer lo sensible o material, y experimentan el impulso que les mueve hacia tales objetos, que les son convenientes, aunque desconozcan la razón de esa conveniencia. Y por último; corresponde la denominación de racional al apetito exclusivo del hombre, dotado de una facultad capaz para descubrir la relación armónica entre sujeto y objeto, moviéndose después hacia lo que su razón le muestra como término y complemento, propio de un bien. El lenguaje filosófico designa con el nombre de pasiones a los movimientos que se originan del apetito sensitivo, sin que la significación de tal nombre alcance a expresar la intensidad ni vehemencia del movimiento ciego y desordenado, cuyo estudio es propio de la Ética, sino la acción natural que mueve hacia el objeto conocido. Divídese el apetito sensitivo en concupiscible e irascible. La primera denominación expresa el impulso del alma hacia las cosas sensibles, percibidas por mediación de los sentidos. La segunda significa la tendencia que lucha con obstáculos, que dificultan la posesión de la cosa apetecida. Al apetito concupiscible corresponderá las pasiones amor, odio, deseo, aversión, alegría y tristeza. Al irascible, la esperanza, desesperación, audacia, temor e ira |
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