Deuda públicaRepresenta la suma de los préstamos recibidos y no devueltos por los Gobiernos. Las necesidades económicas del Estado deben ser satisfechas por medio del impuesto; pero hay circunstancias extraordinarias, momentos de angustia para las naciones en que la guerra o una calamidad cualquiera destruye la riqueza y hace la contribución imposible o insuficiente, y entonces es preciso acudir al empleo del crédito público, que no es en último término más que el anticipo de los impuestos. Lejos de mantenerse los Gobiernos dentro de esos limites, únicos en que les es lícito hacer uso de su crédito, han contratado numerosos empréstitos en circunstancias normales para compensar los defectos de un a mala administración, sostener sus despilfarros, alimentar ambiciones políticas y guerras inicuas y comprometer a los pueblos en empresas temerarias. Durante algún tiempo se ha creído que la existencia de la Deuda pública antes favorecía que perjudicaba a la riqueza general, y esto ha contribuido poderosamente a que los débitos de las naciones se eleven hasta las sumas enormes que hoy las abruman; pero ya nadie sostiene tales errores, y todo el mundo sabe que la deuda no es signo de prosperidad ni causa de riqueza, porque significa, muy al contrario, un apuro al contraerla y la falta de recursos al no pagarla, y el servicio de sus intereses exige grandes sacrificios a las fortunas particulares. Por eso la reducción de la deuda es una necesidad sentida vivamente y preocupa a los Gobiernos que se hallan en condiciones de llevarla a cabo.
La amortización por medio del interés compuesto que se ha aplicado viciosamente a la Deuda pública es un sistema desechado por completo (V. Amortización); pero la amortización que consiste en adquirir con el sobrante del presupuesto los créditos en circulación, ya directamente en la Bolsa, ya en pública subasta o por sorteo, es un procedimiento legitimo y eficaz. Tiene, sin embargo, el inconveniente de que su acción es lenta, y elevando sin cesar el valor real de los títulos, sus resultados son menores cada día. La conversión (V. Conversión de créditos) disminuye gratuitamente el interés o el capital de la Deuda cuando mejora el crédito de los Estados, haciendo que nuevas emisiones más favorables reemplacen a las antiguas. El mejor sistema es la combinación de esos dos medios: la amortización, que hace subir el precio de los fondos para levantar el crédito, y la conversión para utilizar esas condiciones y operar una reducción de los títulos. Este doble juego, practicado con tino y constancia, aligeraría de una manera rápida y sensible el gravamen de las deudas públicas; pero exige, en primer término, la desaparición de los capitales nominales, y después el estado de normalidad en la Hacienda de los pueblos. (V. Empréstitos). |
Vocabulario de la Economía – Nomenclatura y principales conceptos de economía (editado: 5-11-2007) DEUDA PÚBLICA |