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Torre de Babel Ediciones

El evangelio del Buddha – Pablo Carus


DHARMA – Budismo Zen


Sunyata

redicación del Buddha

XLVIII.— EL DHARMAPADA (1)

1. Este es el Dharmapada, la senda de la religión seguida por los que son discípulos del Buddha.

2. Lo que somos, es el resultado de lo que hemos pensado, se funda sobre nuestros pensamientos, lo hacen nuestros pensamientos.

3. Si hago mal, yo mismo lo sufro; si no hago mal, yo mismo me purifico. El que posee la pureza y la impureza, no puede purificar a su vecino.

4. Vosotros mismos debéis esforzaros. Los Tathagatas no son más que predicadores. Los hombres reflexiones que entran en el camino y se libertan de la esclavitud de Mara.

5. El que no anda cuando hay que andar; el que, joven y fuerte, se abandona a la pereza; aquel cuya voluntad y cuyos pensamientos son débiles, ese hombre indolente e inútil, jamás hallará el camino de la iluminación.

6. El que se estima vigilándose cuidadosamente, hace que la verdad le guarde.

7. El que se comporta como él enseña a los demás, dominándose, puede dominar a los otros, Y en verdad que es difícil dominarse a sí mismo.

8. Si en una batalla un hombre vence mil veces a mil hombres, el que se vence a sí propio es el más grande de los vencedores.

9. Es costumbre de locos, sean laicos, o miembros del clero, pensar: «Yo he hecho esto. Los demás deben sometérseme. En tal o cual negocio, el papel más importante debo desempeñarlo yo». Los locos no se cuidan de cumplir el deber o de alcanzar el fin; no piensan más que en sí mismos. Todo debe servirles de pedestal para su vanidad.

10. Las malas acciones y los actos que nos dañan a nosotros mismos son fáciles de hacer, y lo que es bueno y provechoso es dificilísimo de ejecutar.

11. Lo que ha de hacerse, hágalo el hombre; entréguese a ello con el mayor ardor.

12. Bien pronto ¡ay! este cuerpo yacerá en la tierra, despreciado, sin inteligencia, como un tronco inútil; sin embargo, sus pensamientos durarán. Se pensarán de nuevo y producirán nuevos actos. Los buenos pensamientos producirán cosas buenas, y los malos, malas.

13. El celo es el camino de la inmortalidad, la indiferencia el de la muerte. Los que son celosos, jamás mueren; los indiferentes son como los que ya han muerto.

14. Los que se imaginan encontrar la verdad en el error, y ver el error en la verdad, jamás alcanzarán la verdad, pues persiguen vanos deseos. Y los que reconocen la verdad en la verdad, y el error en el error, llegarán a la verdad, y persiguen buenos deseos.

15. Así como la lluvia inunda la casa mal cubierta, la pasión penetra en el espíritu que no razona. Y así como la lluvia no penetra en la casa bien tejada, la pasión no penetra en el espíritu reflexivo.

16. Los aguadores llevan el agua donde quieren, los arqueros disponen de la flecha, los carpinteros igualan un trozo de madera. Las gentes sabias se hacen a sí mismas. No dudan entre la injuria y el elogio. Cuando han oído la ley se tornan serenas, como un lago profundo, calmo y tranquilo.

17. Si alguien habla u obra con una mala intención, el dolor le sigue como la rueda que va tras el buey que arrastra el carro.

18. Vale más no hacer ningún acto malo, porque el hombre se arrepiente luego; es preferible ejecutar una acción buena, porque no se arrepentirá de haberla hecho.

19. El que cometa un pecado, no lo repita; no se regocije de él; el dolor es el producto del mal. El que ha hecho bien, prosiga, regocíjese; la dicha es el resultado del bien.

20. Que nadie piense ligeramente del mal, diciendo para sí: «No me tocará.». Pues así como el agua, gota a gota, llena el vaso, así el loco se deja invadir por el mal, recibiéndolo poco a poco.

21. Que nadie piense ligeramente del bien, diciendo para sí: «Jamás me alcanzará». Pues así como el agua, poco a poco, llena el vaso, el sabio recibirá el bien poco a poco.

22. El que no vive más que para el placer, sin domeñar sus sentidos, sin moderar su alimentación, y perezoso y débil, Mara el tentador le vencerá, de seguro, como el viento que arranca una débil raicilla. El que vive sin preocuparse de los placeres, dominando sus sentidos, moderando sus alimentos, y es fiel y fuerte, Mara no le vencerá, ciertamente, como el viento no derrumba una montaña de granito.

23. El loco que conoce su locura, es sabio al menos en eso; pero el loco que se cree sabio, es en verdad, un loco.

24. Para el pecador, el pecado es más dulce que la miel; le encuentra tan agradable, que no se cuida de los frutos; pero cuando su fruto madura, entonces le considera como pecado. Así, el hombre de bien mira la bondad del Dharma como un fardo y mal mientras no da fruto; pero en cuanto el fruto madura reconoce su excelencia.

25. Uno que odie, puede dañar muchísimo a otro que odie y un enemigo a otro enemigo; pero un espíritu mal dirigido se hará todavía más mal a sí mismo. Una madre, un padre, cualquier otro pariente, puede hacer mucho bien; pero un espíritu bien dirigido puede proporcionarse a sí propio más grandes servicios todavía.

26. El hombre cuya perversidad es muy grande, se rebaja a sí propio hasta el estado en que su enemigo desea verle. Del mismo modo, la yedra ahoga al árbol que la sostiene.

27. No dirijáis vuestro pensamiento a la consecución del placer, a fin de no gritar cuando os queméis: «¡He ahí el dolor!» El desdichado se quema por sus actos, como el loco.

28. El loco perece por sus placeres, por la sed que tiene de ellos; se destruye a sí propio, como si fuera su mayor enemigo. Los campos se damnifican por los huracanes y las malas yerbas; la Humanidad se asola por la pasión, por el odio, por la vanidad y por la lujuria.

29. Que no considere el hombre si una cosa es agradable o no. El amor al placer engendra el disgusto, y el temor al dolor crea el miedo. El que está libre del amor al placer y del temor al dolor, no conoce ni el disgusto ni el miedo.

30. El que se abandona a la vanidad y no se consagra a la meditación; el que olvida el verdadero fin de la vida y se apega ávidamente al placer, envidiará luego al que ha adquirido virtud en la meditación.

31. Uno distingue perfectamente la falta de otro, pero no puede ver la suya: El hombre avienta las faltas de su prójimo como menuda paja; pero disimula las suyas como el tramposo que juega a los dados.

32. Si alguno busca las faltas de los demás, y está pronto a escandalizarse de ellas, sus propias pasiones se desarrollarán, y estará muy lejos de destruirlas.

33. No sobre las faltas ajenas, sobre sus pecados u omisiones, sino sobre sus propias fallas y descuidos, debe lamentarse el prudente.

34. Las gentes de bien brillan de lejos como montañas nevadas; las perversas son invisibles como las flechas arrojadas en la noche.

35. Si alguien desea proporcionarse un placer perjudicando a otro, ese hombre sujetado en las cadenas del egoísmo jamás se librará del odio.

36. Dominad la cólera por el amor. Venced el mal por el bien; derrotad al avaro por la liberalidad, y al embustero por la verdad.

37. Jamás el odio ha sido apaciguado por el odio: el odio se destruye con el amor. Es una regla antiquísima (2).

38. Decid la verdad; no cedáis a la ira, y dad si os piden. Por esos tres medios llegaréis a ser un dios.

39. Extraiga el sabio las impurezas de su «yo», como el orfebre limpia las impurezas de la plata, una por una, poco a poco, y de tanto en tanto.

40. Conducid a los demás, no por la violencia, sino por la equidad y la ley.

41. El que posee la virtud y la inteligencia, y además es justo, verídico, y hace lo que le corresponde, ese será amado de todos.

42. Así como la abeja recoge el néctar y se aleja sin estropear la flor, ni en su color, ni en su perfume, así habita el sabio en la ciudad.

43. Si un caminante no encuentra en su camino un superior o un igual, siga solo su viaje: no vaya con ningún loco.

44. La noche es larga para el que no puede dormir; una legua es muy larga para el que está fatigado. También es larga la vida para el loco que no conoce la verdadera religión.

45. Un día sólo del que conoce la religión sublime vale más que los cientos de años vividos sin conocerla.

46. Algunos se forjan para sí un Dharma arbitrario, progresan en complejas especulaciones y se imaginan que los buenos resultados no pueden alcanzarse sino por la aplicación de sus teorías; sin embargo, la verdad es única y no hay en el mundo verdades diferentes. Tras una reflexión sobre las diversas teorías nos colocamos bajo el yugo de la que sacude todo pecado. ¿Pero seremos capaces de seguirla?

47. La mejor de las rutas es el óctuple sendero. Ese es el camino, y no hay otro que conduzca a la purificación de la inteligencia. ¡Id por ese camino! Lo demás es la ilusión engañosa de Mara, el tentador. Si seguís ese camino llegaréis a poner fin al dolor. El Tathagata ha dicho: El camino ha sido predicado por mí cuando comprendí que debía quitarse la espina que hay en la carne (3).

48. No es por la disciplina, ni por los votos, sino por muchísima ciencia por lo que he merecido la dicha de la liberación que ningún mundano puede conocer. No descanséis, ¡oh bhikshus!, hasta conseguir la extinción de la sed. La extinción del deseo culpable es la mejor religión.

49. El don de la religión sobrepasa a los demás dones; la dulzura de la religión sobrepasa a las demás dulzuras; las delicias de la religión sobrepasan a las demás delicias, y la extinción de la sed destruye todos los dolores.

50. No es poco entre los hombres que pasen el río y alcancen el fin. Las grandes multitudes van de aquí para allá sobre el río; pero no hay sufrimiento para el que ha concluido su viaje (4).

51. Así como el lirio crece lleno de fragancia sobre un montón de ruinas, así la disciplina del Buddha, verdaderamente iluminada, brilla por su sabiduría en medio de los que se asemejan a las ruinas; entre el pueblo que camina a ciegas.

52. Vivamos felices, sin odio para los que nos odian. Vivamos entre los que nos odian exentos de todo odio.

53. Vivamos exentos de males entre los enfermos. Entre los hombres enfermos permanezcamos exentos de males.

54. Vivamos felices, pues, exentos de avaricia entre los avaros. En medio de los codiciosos vivamos exentos de codicia.

55. El sol brilla durante el día, la luna brilla durante la noche, el guerrero relampaguea bajo su armadura, los pensadores resplandecen en su meditación; pero entre todos, de día y de noche, lo más fulgurante de todo es el Buddha, el Despertado, el Santo, el Bienaventurado.

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(1) Fuente: Dhammapada chino, X.

(2) Fuente: Dhammapada, 5. Compárese Mat. V, 44.

(3) Fuente: Dhammapada, 275. Compárese 2.ª Ad Con, XII, 7.

(4) Fuente: Suta-Mpata, 5, 5, 6; 12, 7, 9, 8, 11.

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