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El instinto y el alma

 

PSICOLOGÍA ELEMENTAL

José Moreno Castelló

Índice general

J.  Moreno Castelló – Psicología Elemental                                                                     1ª parte – Psicología empírica – Cap. V

Capítulo V. Artículo 1 – El instinto

Muchos de los caracteres que dejamos consignados como propios del apetito sensitivo, los hemos de encontrar ahora al examinar el principio de acción que en los animales y en el hombre lleva el nombre de instinto. Pudiéramos creer que éste no es sino una forma de aquella tendencia, que espontáneamente aparece en el ser dotado de sensibilidad, y que le lleva hacia el objeto conveniente a su naturaleza.

Con efecto: al instinto corresponden todos los actos, que originándose de una fuerza interna, mueven al sujeto hacia un objeto o le apartan de él, según convenga o no al agente. Es por lo tanto el instintoun poder o fuerza, propio de los animales, que se actúa necesariamente, en presencia del objeto

Dos conceptos capitales abraza esta definición: el primero es el de la existencia del particular principio de acción, origen de los actos. El segundo el del carácter de éstos, que no puede en modo alguno confundirse con el que distingue a los que proceden de la actividad libre, o sea de la voluntad.

Y con efecto, no es posible desconocer la existencia de un principio interior, que obra en los animales en correspondencia con los sentidos, mediante los cuales el animal adquiere noticia de los objetos materiales, tendiendo después hacia ellos, con un movimiento que arranca de esa fuerza que hemos llamado instinto.

El carácter distintivo que acompaña a las manifestaciones de este principio es el de la actuación necesaria, una vez aprehendido por los sentidos el objeto físico que ha de servir de término al movimiento; y aunque es grande la variedad de objetos que obran sobre los órganos de los sentidos, el animal obra de un solo modo y una sola forma, conducentes a la posesión o al alejamiento del objeto, que es término del acto.

Si hubiésemos de considerar al instinto en su más lato sentido, apoyándonos en la significación etimológica, que quiere decir, estímulo o excitación, hallaríamos que el movimiento que revela su existencia, se muestra en la muchedumbre de los seres que forman la vasta escala de lo creado.

Hasta los inferiores, que son los llamados por la ciencia filosófica criaturas insensibles, están movidos por su naturaleza hacia los objetos que a ella convienen, en cumplimiento de leyes supremas.

Los seres organizados, aunque carezcan de sensibilidad, obran en virtud de un principio interno que los relaciona con los objetos externos, determinantes de sus actos.

Los seres llamados sensitivos, experimentan el impulso hacia los objetos externos, pero se hallan limitados en su modo de obrar a una sola forma, mediante la cual se dirigen hacia el objeto aprehendido por los sentidos.

A la sensibilidad, como potencia cognoscitiva y aprehensiva, corresponde el instinto en los animales. De este principio arranca el movimiento que acaba en el objeto determinante, sin que éste sea conocido, ni pueda serlo, como fin del agente.

De los animales puede decirse que obran para un fin, pero no con un fin. Esta es una prerrogativa exclusiva del hombre, dotado de la facultad superior capaz del conocimiento de lo inmaterial, y por lo tanto del de la relación de armonía entre el agente, el acto y su término. Ciertamente cuenta el hombre entre sus privilegios la razón y la voluntad; pero como lleva en sí una doble naturaleza, no habría de carece de aquellos medios de acción, propios de los animales, y que corresponden al elemento inferior, que le es común con los brutos, como lo acreditan el instinto y la fuerza motriz.

J.  Moreno Castelló – Psicología Elemental                                                                     1ª parte – Psicología empírica – Cap. V – Art. 1