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AL-KUTLUK, príncipe musulmán – Diccionario Enciclopédico Hispano-Amer.

AL-KUTLUK, príncipe musulmán (historia de los árabes)

Índice

AL-KUTLUK

Historia de los árabes. Biografías. Príncipe emparentado con los Atabeli, que vivió en el siglo VI de la hégira, bajo el califato de Nasir Lidinil-lah.

Siendo todavía muy joven, conspiró contra el sultán del Irak Thogrul Ben-Arslán, a quien intentó quitar la vida, y como estuviera su madre en el harem del sultán, resolvió valerse de ella para lograr su objeto y la dio un veneno para que ella misma se lo hiciese tomar en cualquier bebida. No se sabe si fue Thogrul advertido por alguno sabedor del complot, o si adivinaría en la agitación de la que quería envenenarle sus propósitos; mas es lo cierto que en ninguna manera quiso beber el brebaje envenenado, forzando a que lo tomase a la madre de Al-Kutluk que pereció por el tósigo.

Siguiéronse con motivo de esta tentativa muchas prisiones entre las gentes que él suponía pudieran estar en relaciones con aquella princesa, y entre ellas aprisionó a Al-Kutluk; pero a pesar de las razones que tenía para suponerle cómplice de su madre, tuvo la debilidad de volverle a poco la libertad; imprudencia que en no lejano término había de costarle bien cara.

Porque ingrato a la gracia que acababa de otorgarle Thogrul, el príncipe Al-Kutluk, tan pronto como se vio dueño de sus acciones, comenzó de nuevo a conspirar contra él, para lo cual contrajo íntima amistad con Tekech, rey de Juaresm, y como era su única idea el acabar con el sultán de Irak, con tal ardor ponderó a aquel príncipe lo fácil que le sería apoderarse de los Estados de Thogrul, que al cabo se decidió a tentar fortuna, y levantando un fuerte ejército al que se incorporaron las gentes que seguían a Al-Kutluk, que no eran pocas, entró en las tierras del Irak y se apoderó de la fortaleza de Thabrek.

Llegó pronto a Thogrul tan desagradable nueva, y como era un príncipe de extraordinario valor, salió al punto contra el enemigo, con tal suerte que en muy poco tiempo no sólo logró rescatar la fortaleza perdida, sino que también destruyó a sus enemigos, cuyo general cayó en su poder, librándose Al-Kutluk gracias a la huida, y Tekesch por haberse vuelto a sus Estados tan pronto como había sabido que el sultán les salía al encuentro.

No se desalentaron a pesar de esta derrota los dos aliados, los cuales determinaron aprovechar la primera ocasión para volver a probar fortuna, y dióles ocasión muy pronto el mismo Thogrul, quien entregado por completo a los placeres, descuidaba la defensa de su reino, juzgando a sus enemigos para siempre escarmentados. Avisaron varios caballeros al sultán los aprestos hechos por los dos príncipes sus enemigos, mas desde lo alto de su orgullo recibiólos tan fríamente y en tal manera ridiculizó sus precauciones, que indignados contra él tomaron partido por sus enemigos, escribiendo a Al-Kutluk que estaban dispuestos a servirle y dándole noticias muy puntuales del abandono en que se hallaban las fronteras, por lo cual le sería muy fácil entrar en el reino.

No tardaron en aprovecharse de ellas Al-Kutluk y su amigo el rey de Juaresm, y con cuanta gente pudieron reunir entraron en el Irak, y sin tener que vencer sino muy ligeros obstáculos, llegaron hasta cerca de Rei, donde el sultán Thogrul estaba. Tuvo la noticia de su arribo éste en un momento en que se hallaba presa de la más vergonzosa embriaguez, mas como de su natural era bravo, al momento se armó, y con sus guardias y algunos guerreros más salió de la ciudad a combatir a los enemigos.

Muy pronto estuvo delante de ellos, mas como se encontraba según queda dicho en aquella sazón en estado de embriaguez, apenas les vio cuando castigando a su caballo se lanzó en medio de ellos, haciendo terribles molinetes con una enorme maza de armas con que iba armado, pero con tan mala suerte que, dando un gran golpe con ella en una de las patas delanteras de su cabalgadura, rodó por el suelo justamente en medio de sus contrarios, y avanzando en aquel instante Al-Kutluk hasta donde aquél estaba medio aturdido del golpe, sin que ninguno de los suyos pudiese llegar a su socorro, le cortó la cabeza (año 590 de Mahoma, 1194 de Jesucristo).