Freud consideró que el individuo construye su vida psíquica normal tras la superación de varios momentos o fases; para la caracterización de estas fases, Freud utilizó como criterio las diferentes zonas erógenas hacia las que se dirige la libido. Las fases pregenitales son primordialmente autoeróticas y sólo después el individuo dirige la libido hacia otra persona del sexo opuesto. Las fases son oral, anal, fálica, de latencia y genital. Cabe también que el sujeto caiga en algún trastorno emocional que le remita a fases pasadas, como ocurre en los fenómenos de regresión, o que se detenga emocionalmente en alguna de ellas (fijación), repitiendo alguno de los esquemas sexuales y emocionales propio de la etapa.
Ver «desarrollo psicosexual«.