Fin económico
Se realiza mediante la adquisición de los bienes materiales y su aplicación a las necesidades humanas.
La limitación de nuestro ser nos obliga a asimilarnos las cosas útiles de la naturaleza, y a mantener con ella una relación dirigida a hacer efectiva esa utilidad, que las más veces exige como condición el empleo del trabajo. En tanto, pues, que los medios naturales dependen de la actividad, viene a ser uno de sus fines el económico. Para cumplirle, el hombre obra sobre las cosas, y establece la propiedad; pero ésta, merced a la vida social y al cambio que organiza los esfuerzos individuales, puede lograrse por una acción indirecta: así el comerciante disfruta los productos de la agricultura sin trabajar en la tierra, y el labrador se hace dueño de los artículos que elaboran la fabricación y las manufacturas, sin haber intervenido en su formación; y todavía el sacerdote y el científico, que viven dedicados a las especulaciones y la enseñanza de la moral y la filosofía, obtienen los medios económicos en recompensa de los servicios que prestan en esos órdenes. Esto quiere decir que el fin económico no sólo comprende la satisfacción de las necesidades físicas, sino también las del espíritu, en cuanto pueden ser atendidas con los bienes materiales, y que todo acto influye, siquiera sea mediatamente, en la esfera de la riqueza, y entra en la relación económica, no siendo ésta como de parte de la actividad, porque la abraza entera y determina un aspecto común a todas sus manifestaciones.
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De aquí la armonía y reciprocidad de influencias que existen entre ese fin y los demás, que constituyen el destino humano. Los medios materiales se aplican a la religión, la moralidad, la ciencia, el arte bello y el derecho, que a su vez estimulan, perfeccionan y rigen los esfuerzos destinados a conseguirlos. El fin económico, la riqueza, es un bien en sí misma; pero es también una condición de todos los otros bienes y ha de ser procurada en conformidad con ellos y para aplicarla a su realización. |
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