EXPOSICIÓN EN ESQUEMA
Influencias
I. Movimientos intelectuales españoles: el Krausismo, la Generación del 98 (principalmente Unamuno con el que mantuvo una relación a la vez cordial y polémica, por el desdén de Unamuno hacia Europa y la ciencia) y el movimiento regeneracionista. Criticó la situación intelectual, social y política de España y creyó que necesitaba una renovación radical que exigía la incorporación de la filosofía a la vida cultural.
II. Filosofía alemana: Con el afán de trasladar a nuestro país lo mejor de la filosofía marchó a estudiar a Alemania, en donde asimiló las ideas primero del neokantismo y después de la fenomenología. La filosofía alemana siempre estuvo presente en su pensamiento.
1. En su primera etapa, el objetivismo (hasta 1914).
- En Alemania estudió la filosofía kantiana, principalmente con los neokantianos Cohen y Natorp
- Del neokantismo asimiló el espíritu de su filosofía, fecundo para sus intereses vitales pero también para el futuro de España, tan necesitada de superar el subjetivismo y personalismo y entrar en la modernidad. Considerará que lo principal no es lo subjetivo y lo individual sino el ejercicio de la razón, ejercicio que nos vincula con el ámbito de lo objetivo, lo universal y la ciencia y la filosofía.
2. En su segunda etapa de su pensamiento (perspectivismo, 1914-1923), Ortega no solicita tanto europeizar España como modificar radicalmente toda la cultura europea, y su objetivo ya no es la modernidad sino la superación de la modernidad. A la base de la Europa actual encuentra el racionalismo y el idealismo, y puesto que Europa está en crisis, la solución (y la solución de los problemas de España) será superar el racionalismo y el idealismo, pero sin volver a formas filosóficas anteriores insuficientes, como el relativismo o el realismo.
3. Dilthey, principalmente en la tercera y última etapa de su pensamiento (doctrina de la razón vital)
- En su reivindicación de la historia para comprender la realidad humana (doctrina de la razón histórica);
- y la importancia que tiene el «entender» o «comprender» frente al «explicar»: las «ciencias físicas» explican los fenómenos físicos con leyes objetivas y causales, las «ciencias humanas o sociales» deben preocuparse más por aprehender los distintos «sentidos» presentes en cada una de sus manifestaciones, ligados siempre a los programas vitales, deseos, creencias y afectos de los seres humanos.
4. Nietzsche
- Siempre mostró una especial predilección por su pensamiento, aunque evitando caer en el irracionalismo y el relativismo, tan característicos, sin embargo de Nietzsche.
- Concepción perspectivista de la verdad.
- Defensa de la vida, de los valores vitales y de las dimensiones no estrictamente racionales de la persona.
5. La fenomenología de Husserl
- La defensa de la intencionalidad como una de las características principales de la vida psíquica.
- Afirmación de que la fidelidad a las cosas mismas exige superar los planteamientos empiristas aceptando la posibilidad de que además se nos den intuitivamente entidades no estrictamente físicas como los valores y las objetividades matemáticas.
- La preocupación que esta corriente tuvo por hacer que la filosofía descansara en un fundamento firme (en una realidad primordial y radical) descubierto a partir de una reflexión propia e independiente de cualesquiera otros saberes (religiosos, de sentido común, científicos), exigencia que Ortega expresó en su principio de autonomía; para la fenomenología dicha realidad radical será la conciencia y para Ortega la vida
6. La fenomenología y el existencialismo de Heidegger
- con quien el pensamiento orteguiano guarda una clara afinidad,
- y de un modo muy destacado en lo que se refiere a la descripción que nuestro autor nos ofrece de las categorías de la vida, muy cercanas al análisis que Heidegger hizo de la existencia humana.
III. Proximidad, aunque no influencia, con el existencialista Sartre
- Por la idea, común a ambos autores, de que el hombre carece de naturaleza o esencia puesto que su ser se va haciendo o construyendo en la vida,
- y en la descripción de la situación nativa del ser humano como «náufrago» en la existencia, como no disponiendo de un guión dado ya de antemano y teniendo continuamente que elegir y libremente decidir la vida que uno ha de realizar.
Repercusiones
I. Es el más importante filósofo español; sus obras han sido traducidas a multitud de lenguas extranjeras y han dado lugar a infinidad de artículos y libros interpretativos.
II. En la España anterior a la guerra civil Ortega fue uno de los grandes protagonistas de la vida cultural, (mediante conferencias, artículos periodísticos, la Universidad y el mundo editorial y erudito).
III. Compromiso político: Ortega se opuso a la dictadura de Primo de Rivera, dimitiendo de su cátedra en la Universidad tras el cierre de ésta, fundó con otros intelectuales la «Agrupación al servicio de la República» (1931) y fue diputado en las Cortes Constituyentes (1931). En 1936 comienza la guerra civil y el exilio de Ortega, primero en Europa y más tarde en Sudamérica. En 1945 regresa a España, pero no se incorpora a su cátedra de la Universidad.
IV. Tras la Guerra Civil, aunque marginado por los círculos académicos, su influencia se extiende del círculo de orteguianos españoles (Gaos, Marías, con quien fundó en 1948 el «Instituto de Humanidades», Ferrater Mora, Aranguren…) al pensamiento latinoamericano
V. Dado la diversidad de intereses de Ortega y su fecundidad de pensamiento, su influencia estuvo presente también en otros campos más allá del estrictamente filosófico: en la historia del periodismo queda como uno de los grandes maestros del articulismo, dio a conocer a los principales autores de la Generación del 27, se ocupó de la novela, el arte, la ciencia y la técnica, la unidad europea… |
Influencias
José Ortega y Gasset nació en Madrid el año 1883, en el seno de una familia estrechamente relacionada con el mundo de la cultura y el periodismo. Desde su juventud, participó de las preocupaciones comunes a los movimientos intelectuales más críticos con la grave situación intelectual, social y política en la que se encontraba España: el Krausismo, la Generación del 98 (principalmente Unamuno con el que mantuvo una relación a la vez cordial y polémica, principalmente por el desdén que éste último sentía hacia Europa y la ciencia) y el movimiento regeneracionista. Ortega creyó que España necesitaba una renovación radical que exigía también la incorporación de la filosofía a la vida cultural.
Con el afán de trasladar a nuestro país lo mejor de la filosofía marchó a estudiar a Alemania, en donde asimiló las ideas primero del neokantismo y después de la fenomenología. La filosofía alemana siempre estuvo presente en su pensamiento. Así, en lo que algunos consideran que fue su primera etapa, el objetivismo (hasta 1914) destaca su estancia en Alemania, en donde estudió la filosofía kantiana, principalmente con los neokantianos Cohen y Natorp. Del neokantismo, más que el contenido doctrinal, asimiló el espíritu de su filosofía, que consideró muy fecundo para sus intereses vitales pero también para el futuro de España. En esta época, y de acuerdo con el espíritu de la filosofía neokantiana, considerará que lo principal no es lo subjetivo y lo individual sino el ejercicio de la razón, ejercicio que nos vincula con el ámbito de lo objetivo, lo universal y de la ciencia (incluida la filosofía). De ahí que en su diagnóstico de España relacione todos sus males con el pernicioso influjo del catolicismo, el subjetivismo y el personalismo que cree encontrar en su patria. Estos males son una consecuencia del hecho de que España, a diferencia del resto de Europa, no ha entrado en la modernidad. Es preciso mirar a Europa, principalmente a Alemania, pero no para copiar formas particulares de su vida nacional sino para instalar en nuestra tierra la raíz cultural y filosófica que tan buenos frutos ha dado en el resto del continente.
La segunda etapa de su pensamiento (perspectivismo, 1914-1923) comienza con sus Meditaciones del Quijote y culmina con El tema de nuestro tiempo (1923) etapa en la que encontramos con claridad su teoría de las circunstancias y su complemento, la doctrina perspectivística. en donde propone superar el racionalismo y la modernidad. Respecto del problema de España hay algún cambio significativo pues el filósofo madrileño lo concibe ahora desde el marco más amplio de la crisis de Europa. Ortega no solicita tanto europeizar España como modificar radicalmente toda la cultura europea, y el objetivo de su afanes intelectuales y políticos ya no es la modernidad sino la superación de la modernidad. A la base de la Europa actual encuentra el racionalismo y el idealismo, y puesto que Europa está en crisis, la solución (y la solución de los problemas de España) será superar el racionalismo y el idealismo, pero sin volver a formas filosóficas anteriores también insuficientes, como el relativismo, el dogmatismo o el realismo.
Ortega leyó a Nietzsche en su juventud y siempre mostró una especial predilección por su pensamiento: como el filósofo alemán, Ortega también defenderá una concepción perspectivista de la verdad, a la vez que una defensa de la vida, de los valores vitales (entusiasmo, sinceridad, deleite…) y de las dimensiones no estrictamente racionales de la persona (el deseo, la imaginación, el sentimiento…), aunque siempre evitando caer en el irracionalismo y el relativismo, tan característicos, sin embargo de Nietzsche.
La fenomenología de Husserl también está presente en muchos de sus escritos, desde la defensa de la intencionalidad como una de las características principales de la vida psíquica hasta la afirmación de que la fidelidad a las cosas mismas exige superar los planteamientos empiristas aceptando la posibilidad de que además se nos den entidades no estrictamente físicas como los valores y las objetividades matemáticas. También participó de la preocupación que esta corriente tuvo por hacer que la filosofía descansara en un fundamento firme (en una realidad primordial y radical) descubierto a partir de una reflexión propia e independiente de cualesquiera otros saberes (religiosos, de sentido común, científicos), exigencia que Ortega expresó en su principio de autonomía, aunque para la fenomenología dicha realidad radical será la conciencia y para Ortega la vida
Participando de la fenomenología y del existencialismo está la figura de Heidegger, con quien el pensamiento orteguiano guarda una clara afinidad, y de un modo muy destacado en lo que se refiere a la descripción que nuestro autor nos ofrece de las categorías de la vida, muy cercanas al análisis que Heidegger hizo de la existencia humana.
Es igualmente interesante la proximidad, aunque no influencia, que guarda el pensamiento existencialista de Sartre con el de Ortega y Gasset, principalmente en la idea, común a ambos autores, de que el hombre carece de naturaleza o esencia puesto que su ser se va haciendo o construyendo en la vida, y en la descripción de la situación nativa del ser humano como «náufrago» en la existencia, como no disponiendo de un guión dado ya de antemano y teniendo continuamente que elegir y libremente decidir la vida que uno ha de realizar.
Finalmente, también destaca la influencia de Dilthey, como se puede apreciar en la tercera y última etapa de su pensamiento (doctrina de la razón vital) en aspectos tan importantes como su reivindicación de la historia («el hombre no tiene naturaleza, tiene historia») para comprender la realidad humana (doctrina de la razón histórica), y la importancia que tiene el «entender» o «comprender» frente al «explicar»: las «ciencias físicas» pueden aspirar a la explicación de los fenómenos físicos con leyes objetivas y causales, las «ciencias humanas o sociales» deben preocuparse más por aprehender los distintos «sentidos» presentes en cada una de sus manifestaciones, ligados siempre a los programas vitales, deseos, creencias y afectos de los seres humanos que las protagonizan.
Repercusiones
Ortega y Gasset es, tal vez, el más importante filósofo español; sus obras han sido traducidas a multitud de lenguas extranjeras (principalmente su obra más conocida, La rebelión de las masas), y han dado lugar a infinidad de artículos y libros interpretativos. En la España anterior a la guerra civil Ortega fue uno de los grandes protagonistas de la vida cultural, tanto desde la conferencia y el artículo periodístico, como desde la cátedra en la Universidad y el mundo editorial y erudito. En este campo, por ejemplo, basta señalar que fundó y dirigió desde 1923 hasta 1936 «Revista de Occidente» y la editorial del mismo nombre, editorial que puso a disposición de los lectores españoles lo mejor que en Europa (particularmente Alemania) se producía en el mundo de la filosofía y las ciencias humanas.
Su compromiso social le llevó también al compromiso político: oposición a la dictadura de Primo de Rivera, dimisión de su cátedra en la Universidad tras el cierre de ésta, fundación de la «Agrupación al servicio de la República (1931) y diputado en las Cortes Constituyentes (1931). En 1936 comienza la guerra civil y el exilio de Ortega, primero en Europa (Francia y Holanda) y más tarde en Sudamérica, principalmente Argentina, y en Portugal. En 1945 regresa a España, pero no se incorpora a su cátedra de la Universidad. En 1948 funda junto con Julián Marías el «Instituto de Humanidades», en donde impartirá cursos, alguno de los cuales de tanta trascendencia como el publicado en 1957 El hombre y la gente. Muere en Madrid el 18 de Octubre de 1955.
Tras la Guerra Civil, aunque marginado por los círculos académicos, su influencia se extiende, además del círculo de orteguianos españoles (Xirau, Gaos, Marías, Ferrater Mora, Laín Entralgo, Aranguren…) al pensamiento latinoamericano. Dado la diversidad de intereses de Ortega y su fecundidad de pensamiento, su influencia estuvo presente también en otros campos más allá del estrictamente filosófico: en la historia del periodismo queda como uno de los grandes maestros del articulismo, dio a conocer a los principales autores de la Generación del 27, se ocupó de la novela, el arte, la ciencia y la técnica, la unidad europea… |