HISTORIA DE LA FILOSOFÍA – TOMO III – CRISIS ESCOLÁSTICO-MODERNA


§ 84 – VICO

Mientras que los partidarios y representantes de las escuelas de Leibnitz y de Locke, en sus diferentes tendencias y matices, luchaban entre sí en Alemania e Inglaterra, y mientras que los espíritus en Francia, después de seguir o contrariar el movimiento cartesiano, entraban decididamente en las corrientes del naturalismo deísta de los Woolston, Shaftesbury y Bolingbroke, precursores legítimos de Voltaire y los enciclopedistas, y a la vez en las corrientes sensualistas de Locke por el intermedio de Condillac, florecía en Italia un escritor napolitano, que supo mantenerse fuera de esas corrientes y escuelas en lo que tienen de anticristiano y antifilosófico. En este concepto, bien puede afirmarse que el ilustre autor de la Scienza Nuova supo y quiso continuar y afirmar las tradiciones filosóficas de su patria.

Sin ser un filósofo en el sentido propio de la palabra, y hasta sin haber escrito tratados especiales de Filosofía, Vico merece que su nombre figure en la historia de esta ciencia (1), al lado del de otros que se hallan en el mismo caso.

Este notable pensador italiano, que nació en Nápoles en el año de 1668 y falleció en 1744 antes de publicar sus Principi d’una scienza nuova intorno alla commune natura delle nazioni, dio a luz varios opúsculos y tratados relacionados directamente con la Filosofía y con el derecho (2), que bastarían para darle plaza entre los escritores filosóficos. En ellos, el autor de la Scienza Nuova atacó con vigor las doctrinas cartesianas, a pesar de la boga extraordinaria que por entonces habían alcanzado en Italia, y, lo que es más, sobreponiéndose a las preocupaciones y a los entusiasmos, tan generales como irreflexivos, de la época en favor del método cartesiano, señal o los graves defectos y peligros de éste. Si el método de los escolásticos, decía Vico, era defectuoso y concedía demasiada importancia a la autoridad, el de Descartes no lo es menos al sujetarlo todo al juicio individual. «Querer, añadía, que el juicio del individuo reine solo; querer sujetarlo todo al método geométrico, es caer en el exceso contrario».

El pensamiento filosófico de Vico es un pensamiento esencialmente cristiano. Para Vico, Dios es el principio, la luz, el lazo y el término de la Filosofía y de todas las ciencias, cuyos principios proceden de Dios (omnia scientiarum principia a Deo esse), cuya luz y verdad eterna las penetra todas (divinum lumen sive aeternum verum…. omnes scientias permeare), enlazándolas entre sí y dirigiéndolas a Dios (alias in alias dirigere et cunctas ad Deum revocare), en el cual, y sólo en él, las ciencias todas encuentran su origen, su término, su firmeza y su verdad: Et ostendam origine, omnes a Deo provenire; circulo, ad Deum redire omnes; constantia, omnes constare in Deo, omnesque eas ipsas praeter Deum tenebras esse et errores.

La exposición y crítica de la Scienza Nuova, que es la obra capital de Vico, y que entraña una concepción relativamente original de la Filosofía de la historia, no pertenecen en rigor y directamente a la historia de la Filosofía; pero ésta debe indicar sus líneas principales, porque se rozan con ciertas ideas y teorías que ocupan lugar distinguido en dicha historia.

a) La historia de la humanidad y el proceso y vicisitudes de su civilización tienen por base tres ideas fundamentales, que son la Providencia divina, la virtud moral o moderación de las pasiones, la inmortalidad del alma humana.

b) Estas tres ideas fundamentales del género humano se hallan representadas y como encarnadas en tres hechos o instituciones tan primitivas y universales como aquéllas, es a saber: la religión, el matrimonio solemne, la sepultura de los muertos, puesto que las naciones, ora sean bárbaras, ora civilizadas, «todas tienen, dice Vico, una religión cualquiera, todas contraen matrimonios solemnes, todas sepultan sus muertos», acompañando estos actos con ceremonias augustas (3) y santas. «Por esta razón, añade, hemos tomado estas tres costumbres eternas y universales por los tres primeros principios de la ciencia nueva».

c) La marcha y las vicisitudes de la civilización y hasta las vicisitudes de la historia, se hallan en relación y armonía con las ya mencionadas ideas y costumbres o instituciones fundamentales y primitivas del género humano.

d) De aquí también la división de la historia en tres edades o períodos, que son: el período divino o teocrático; el período heroico, y el período humano o civilizado; a los cuales responden tres estados o fases del lenguaje, a saber: el sagrado o jeroglífico, el metafórico o poético, el articulado perfecto y propio de las naciones civilizadas.

No siéndonos posible ni permitiendo la índole de este libro entrar en detalles sobre la teoría filosófico-histórica de Vico, concluimos recordando que este ilustre pensador admite el estado salvaje del hombre después del diluvio, y considera la monarquía como la forma de gobierno «más conforme a la naturaleza en los tiempos de la civilización más avanzada».

Aunque en los Principi d’una scienza nuova hay algunas ideas que pudieran calificarse de algún tanto aventuradas y peligrosas en el terreno católico, creemos que no merecen las duras impugnaciones de que han sido objeto por parte de algunos escritores. En todo caso, es cierto que Vico vivió y murió como verdadero creyente católico, y que en sus obras se encuentran pasajes elocuentes en que ensalza y defiende la verdad divina del Cristianismo.

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(1)Por un accidente casual, las cuartillas en que hablábamos de Vico en la primera edición de esta obra se extraviaron al ser remitidas a la imprenta, y cuando advertimos el percance, ya era demasiado tarde para darles cabida en su propio lugar. Hacemos esta advertencia, porque alguien tal vez habrá extrañado nuestro silencio acerca de Vico en la primera edición de este libro.

(2) Entre estos—y sin contar varios artículos sueltos—cuéntanse los siguientes: De nostri temporis studiorum ratione.— De anfiquissima Italorum sapientia ex originibus linguae latinae eruenda.— De uno juris universo principio.— De constantia jurisprudenlis,— y un discurso que comienza con las siguientes palabras: Omnis divinae atque humanae eruditionis elementa tria, nosse, velle, posse, y que, habida razón de su contenido y de sus tendencias, podría intitularse De origine divina scientiarum.

(3) «En todas las naciones, siquiera sean las mas salvajes y bárbaras, ningún acto de la vida es rodeado y realzado con ceremonias más augustas, con solemnidades más santas, que los actos que se refieren a la religión, a los matrimonios, a las sepulturas.» Principi d’una scienza nuova, etc., lib. I, cap. III.

Discípulos de Condillac                                                                                                                       Voltaire