PRIMERA PARTE
Lección II – Del Gobierno.
12. El emperador de la China goza de un poder absoluto; no da cuenta de sus operaciones a ningún cuerpo del estado; pero este poder ilimitado está templado de tai modo por las costumbres, que su autoridad es más bien la de un padre que la de un señor; el gobierno, es más bien patriarcal que despótico.
13. El emperador usa de los títulos de Hijo del cielo y Señor de la tierra.
14. Este segundo título se funda en que efectivamente es el propietario de todo el territorio del imperio. Los chinos no disfrutan de sus tierras sino en virtud de concesión del monarca, mediante una renta que pagan en especie.
15. Los chinos tienen que arrodillarse para hablar a su emperador; ninguno puede hacerlo sin usar de esta ceremonia, a menos que tenga autorización particular que lo dispense de ella. Los mandarines se arrodillan delante de su trono, de sus ropas y de su sillón. En las ceremonias se prosternan nueve veces, y nadie puede pasar a caballo por delante de la puerta principal del palacio.
16. El color amarillo claro es una de las señales particulares que pertenecen exclusivamente a las ropas y muebles del emperador y sus hijos. Los demás príncipes, virreyes y ministros, aunque se visten de telas amarillas son de otro color más oscuro, y ni este tampoco pueden usar sin permiso del emperador. El Dragón con cinco garras es un atributo exclusivo de la autoridad imperial. El sello imperial es cuadrado, de un jaspe muy fino y de cerca de ocho dedos en cuadro, y solo el emperador puede tener sello de esta materia. Los de los príncipes son de oro, y los de los virreyes y mandarines de primera clase, de plata; los de los inferiores, de cobre o plomo. Los chinos dan una importancia grande a los sellos. Las órdenes del emperador, los edictos y actos públicos se fechan con el año del reinado y el día de la luna.
17. El emperador admite embajadores extranjeros, pero no para residir en su imperio. No pueden permanecer en la capital sino por el término de cuarenta días, y alguna vez muy rara se ha prolongado este término hasta el doble. Durante esta permanencia son mantenidos con toda su comitiva a expensas del emperador sin permitírseles pagar la menor cosa.
18. Además de los títulos expresados que tiene el emperador toma algunas veces el dulce sobrenombre de Padre de la patria. Es el sumo sacerdote de la religión, y tiene exclusivamente el derecho de sacrificar públicamente al cielo. El pueblo le mira como un ser semidivino, y ha habido emperadores que se han creído dioses, y se han hecho tributar cultos como tales.
19. La corona de la China es hereditaria. Los hijos varones de la mujer reconocida como primera y legítima esposa y emperatriz, suceden al padre en el trono por mayoría de edad. A falta de hijos de la emperatriz, suceden los de las demás mujeres por mayoría de edad, a no ser que el emperador haya señalado en vida su sucesor, pues tiene facultad de hacerlo eligiendo al que considera más digno.
20. Las particularidades más notables que se observan cuando el emperador viaja, son que rara vez se detiene en palacios construidos a propósito; prefiere campar al aire libre al estilo de los tártaros; su carruaje es amarillo y tirado por un sólo caballo y le sigue otro vacío para reemplazarle; el equipaje es conducido sobre camellos y uno de éstos lleva la tienda de campaña.
21. El príncipe heredero del trono tiene el título de Agó, y se le hacen casi los mismos honores que a su padre.
22. Los más notables de estos son los de su comitiva. Abre la marcha dos hombres a pie armados de un látigo; siguen dos a caballo para apartar la gente; después de ellos van los oficiales de la casa y guardia militar del príncipe; sigue su ayo, y detrás de éste el príncipe, solo y separado da todos, expuesto a la veneración de los espectadores, que se ponen de rodillas y cruzan los brazos sobre el pecho, inclinándose hacia delante; detrás van tres oficiales superiores; sigue el intendente de la casa y un escudero con un caballo de respeto; más atrás tres oficiales de boca, los dos con provisiones de comida, y uno con una tetera, bajo la cual se conserva siempre fuego alimentado con mechas odoríferas; y cierra la marcha otro escudero con otro caballo de respeto.
23. El Agó no tiene autoridad ni mando alguno por sí solo, a pesar de los grandes privilegios de que goza, así como los demás príncipes de la familia imperial; todos ellos están subordinados, más que ningún otro súbdito, a la voluntad suprema del emperador en todas sus acciones.
24. La educación de los príncipes de la familia imperial, lejos de ser esmerada se resiente por lo común del extremo opuesto. Muchos viven en la oscuridad y aun en la pobreza, tanto que el famoso emperador Kien-Long quiso trasplantar a la Tartaria todos estos vástagos de su estirpe, que solo servían para deshonrarla; pero en fuerza de sus súplicas suspendió el fatal decreto; después los dividió a todos en clases, les señaló rentas y designó títulos, y habiendo convidado a todos a un banquete se reunieron en él más de dos mil.
25. He aquí las máximas más notables recomendadas a los emperadores para el gobierno de sus súbditos: el soberano, dice Confucio, debe gobernar su estado como su propia familia, y mirar a sus súbditos como a sus hijos. Cuando el grande On-Ouang dio instrucciones a su hermano el sabio Tcheon Koung, al enviarle a tomar posesión del Reino de Lon, solo le dijo: amad a vuestro pueblo como una tierna madre ama a su pequeño hijo y gobernaréis bien.
26. Las hijas no suceden nunca en el trono al emperador, ni son llamadas a reinar en el imperio, ni fuera de él, porque jamás se casan sino con chinos. Esta distinción es una prueba de gran favor del emperador.
27. Jamás se casa el emperador con princesas, sino con las hijas del imperio. Los principales personajes le presentan sus hijas, entre las cuales escoge sus mujeres. Esta elección es muy honorífica para sus familias.
28. El número de las mujeres del emperador es ilimitado; pero una sola es la emperatriz, principal y legítima esposa, la cual tiene muchas prerrogativas. Todas están siempre encerradas en un serrallo o palacio sin comunicación alguna con el mundo. Cuando muere el emperador, sus viudas no pueden casarse con ningún otro hombre, y permanecen toda su vida en un departamento particular del palacio que se llama de la castidad