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Herbart. La filosofía en el siglo XIX. Historia de la Filosofía de Zeferino González.

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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA                                             

ZEFERINO GONZÁLEZ (1831-1894)                                                        

Tomo ITomo IITomo IIITomo IV                                                       

 

 

Historia de la Filosofía – Tomo IV – La filosofía novísima (siglo XIX)

§2 – HERBART, O LA ESCUELA PSICOLÓGICO-REALISTA

El nombre de Herbart, aunque menos celebrado que los de Schelling, Hegel y Krause, merece serlo, sin embargo, y merece lugar preferente en la historia de la Filosofía, siquiera no sea más que por haber iniciado cierto movimiento de reacción contra las exageraciones del idealismo panteísta. Nació este filósofo (Juan Federico Herbart) por los años 1776, en Oldembourg. Durante sus primeros estudios cultivó la doctrina de Wolff y de Kant; pero en 1794 entró en relaciones con Fichte en la universidad de Jena, y uniendo, a contar desde entonces, el estudio de las matemáticas con el de la Filosofía a la sazón reinante, elaboró paulatinamente un sistema propio. Después de haber enseñado Filosofía y Pedagogía en varias universidades y en algunos colegios, obtuvo en 1800, por mediación de Guillermo Humboldt, la cátedra de Filosofía de la universidad de Kœnigsberg, en la cual sucedió a Krug, sucesor inmediato de Kant. En 1833 Herbart se retiró a Gotinga, donde pasó los últimos años de su vida, y murió en 1841.

 

    La elaboración y depuración de las ideas, y la reorganización de la psicología sobre la triple base de la metafísica, de la experiencia y de las matemáticas, representan y sintetizan el método y el pensamiento fundamental de Herbart como filósofo, pero concediendo siempre una importancia especial a la metafísica, la cual sirve de base y norma a las demás ciencias, reúne y precontiene sus conclusiones. Así es, que la metafísica de Herbart abraza y contiene, como otras tantas secciones o partes:

 

a) La metodología o doctrina de los principios y métodos.

b) La ontología o doctrina del ser, de la inherencia y de la mutación.

c) La synecología o doctrina que trata de lo permanente, y

d) La doctrina que trata de los fenómenos (von den Erscheinungen), o sea la eidología

El tema fundamental de la metafísica, según Herbart, su función propia y su objeto, es precisar y rectificar la idea de las cosas, rectificación que presupone cierto grado de escepticismo en el principiante de la Filosofía, o sea en el comienzo de las investigaciones filosóficas. Pero este escepticismo inicial debe desaparecer, y desaparece muy pronto, desaparece desde el momento que se reflexiona que siendo, como es, indudable que existen los fenómenos o apariencias, es necesario que existan seres reales que contengan la razón suficiente de estas apariencias, porque si no existieran esos seres, tampoco existirían sus apariencias: si nada existe, nada puede aparecer; la nada absoluta excluye toda apariencia de ser. Verdad es que, aun admitida la realidad objetiva de las cosas, falta resolver el punto principal, a saber: si esas cosas existen de la manera que son pensadas y percibidas por nosotros; si son reales y objetivas las relaciones que entre ellas se nos representan, y principalmente la relación de causalidad. Y aquí es donde comienza propiamente el trabajo verdaderamente filosófico, el cual consiste, según se ha indicado, en analizar, discutir, dilucidar y rectificar las ideas universales que sirven de base a las ciencias, explicando y resolviendo las contradicciones y antinomias que la razón encuentra a primera vista en dichas ideas. Así, por ejemplo, la idea de extensión encierra y entraña cierta contradicción, puesto que decir cosa extensa equivale a decir cosa una (una extensión) y muchas (partes) a la vez. La idea de cuerpo entraña también contradicción, porque es una cosa (un cuerpo) y muchas cosas (pesado, duro, blanco, líquido, etc.) simultáneamente; sucediendo lo mismo con las ideas de movimiento, causalidad, y hasta con la del yo, ideas en las cuales encontramos reunidas y como confundidas respectivamente las nociones contradictorias de ser y no ser, de uno y muchos.

Para hacer desaparecer estas contradicciones internas de las ideas, es preciso rechazar la noción del ser relativo y limitado. El ser excluye necesariamente toda negación, toda limitación, toda determinación, toda divisibilidad, toda pluralidad de propiedades y atributos. El ser entraña unidad perfecta, es afirmación o posición absoluta (Sein ist absolute Position), y simplicidad perfectísima, de manera que el ser no es único, como decían los eleatas y los panteístas, puesto que hay varios seres reales, pero siempre es uno con unidad absoluta; de manera que cada ser real excluye toda negación y hasta toda relación (Der Begriff des Seins schliesst alle Negation und alle Relation aus), según Herbart, bien que después, contradiciéndose a sí mismo, admite relaciones entre los seres para explicar los fenómenos psicológicos.

Resulta de lo dicho, que lo que llamamos generalmente seres reales, las cosas de la naturaleza, los objetos de los sentidos, que sirven como de primera materia para las ciencias y el pensamiento, son colecciones o conjuntos de seres, y no lo que se debe entender en la noción y nombre de ser real, de manera que el agua, una planta, un metal, etc., abrazan y contienen tantos seres reales, unos, indivisibles, absolutos e independientes, cuantas son las propiedades que a cada uno de ellos corresponden. De esta manera desaparece la contradicción que antes habíamos encontrado en dichos objetos (en cuanto son uno y muchos a la vez); pues esta contradicción de conceptos corresponde al objeto como sensible, como conjunto de varios seres, pero no al verdadero ser real, no a cada uno de los seres que integran el objeto, y que son los únicos a quienes corresponde la noción genuina de ser real

La pluralidad de propiedades, funciones y facultades que observamos en las cosas, procede de las relaciones de los seres simples que contienen en sí, según que en virtud de un movimiento, cuyas leyes nos son desconocidas, llegan a ocupar un mismo punto en el espacio, penetrándose unas con otras (nueva contradicción de Herbart, puesto que la penetración supone extensión, de la cual carecen los seres indivisibles, unos, monadológicos, que él supone), resultando de aquí cierta especie de lucha de unos seres simples (mónadas) contra otros, y el esfuerzo consiguiente para conservarse (Selbterlhaltung) en su ser y posición, esfuerzo que constituye, por decirlo así, el atributo fundamental y esencial de cada mónada o ser real-uno.

De aquí se infiere que la diversidad de combinaciones por parte de las acciones, reacciones, choques o impedimentos posibles entre las realidades (das reale) unas, simples y absolutas, cuyo conjunto o complexión constituye las substancias cósmicas, o lo que llamamos cosas, es el fundamento real de su diversidad externa y sensible, es la razón suficiente de la variedad, distinción y diferencias que observamos en el mundo por parte de sus fenómenos, funciones, fuerzas y propiedades exteriores. Y esto, lo mismo en el orden intelectual que en el sensible, en el inorgánico y químico, sin excluir la atracción y la repulsión, puesto que, según observa, con razón, Ueberweg, estas fuerzas, en la teoría de Herbart, no pueden considerarse como primitivas, sino como meras consecuencias y manifestaciones externas y necesarias de los estados internos (nicht ursprüngliche Kräfte, sondern die notwendigen ausseren Folgen der inneren Zustände), consiguientes a las diferentes combinaciones posibles entre los seres reales, unos y simples, que integran las cosas o substancias complejas en que se manifiestan esas fuerzas.

Sentadas estas teorías, o, mejor dicho, estas hipótesis en el terreno metafísico y cosmológico, Herbart levanta sobre ellas el edificio de su psicología, cuyas principales afirmaciones e ideas son las siguientes:

a) El alma es uno de los seres simples indicados, una substancia perfectamente una, que excluye la pluralidad real de facultades y funciones; pues éstas no son más que aspectos, resultados de su esfuerzo para conservarse, esfuerzo que constituye su función única. (Nueva contradicción, al admitir una función o facultad en el ser substancial-uno y fundamental.) Estos aspectos o manifestaciones varias de la facultad fundamental, aparecen en el alma, según que ésta es solicitada por otros seres exteriores o interiores, los cuales pueden ser contrarios, semejantes o simplemente diferentes con respecto al alma solicitada.

b) De aquí es que los fenómenos de conciencia, los cuales todos pueden comprenderse bajo el nombre de representaciones (Vorstellung), puesto que expresan y representan los diferentes estados del yo como ser uno y simplicísimo, deben su origen y su naturaleza propia al choque o encuentro de unas realidades con otras. Según el grado de fuerza con que una representación, o sea un estado determinado de la conciencia, se opone a otro y retarda (Hemmung) o impide su acción, resultan, se constituyen y aparecen funciones diferentes y estados diversos en el alma. Así, por ejemplo, el pensamiento es la función que resulta del esfuerzo del alma para afirmarse y conservarse enfrente del objeto; el sentimiento es un pensamiento comprimido y como enervado o debilitado por otros pensamientos más vigorosos; o, mejor, es una representación que permanece en equilibrio a consecuencia de la lucha entre dos pensamientos, de los cuales el uno tiende a disminuir y el otro a elevar la intensidad de la representación-sentimiento.

Lo que llamamos pasión consiste originariamente en una representación dominante y muy intensa de un objeto dado: la fuerza de la pasión resulta del predominio avasallador que la representación A, referente al objeto B, ejerce sobre las demás representaciones referentes a este mismo objeto, las cuales, aunque debilitan y retardan el esfuerzo de la representación A, no son suficientes para impedir su predominio.

A este tenor Herbart explica todos los fenómenos psicológicos por medio de representaciones, según que éstas se combinan de mil maneras, teniendo en cuenta su calidad, su cantidad o intensidad, sus choques, su reunión o separación en grupos, su equilibrio y su movimiento. Todo lo cual el filósofo de Oldenburg pretende sujetar a fórmulas matemáticas, algunas de ellas muy complicadas y prolijas.

c) La existencia misma de la conciencia y la transición en el yo del estado consciente al inconsciente y viceversa, deben su origen y se explican por medio de esa especie de lucha por la existencia que, según la teoría de Herbart, se entabla en el fondo del alma entre las diferentes representaciones, comprendiendo bajo este nombre todos los fenómenos y estados de la conciencia, todas las funciones psíquicas del yo. Cuando una o más representaciones (fenómenos, estados, funciones) son opuestas a la representación A, y la superan también en intensidad, no solamente impiden su movimiento ascendente, sino que le retardan y debilitan hasta obligarla a desaparecer de la conciencia; en otros términos: pasa del estado consciente al inconsciente, pero conservándose, sin embargo, en estado de tendencia o conato para aparecer de nuevo en la conciencia. Así es que cuando cesa de obrar la representación o función contraria y más intensa que había hecho desaparecer de la conciencia la representación o función A, ésta vuelve a subir y reaparece en la conciencia, en virtud de la tendencia o conato permanente que conserva en el estado inconsciente.

d) El yo, como ser consciente, no es una substancia simple dotada de facultades varias y principio uno e idéntico de las funciones que en él se realizan, sino más bien un conjunto de hechos y actos resultantes del choque recíproco y variable del yo como realidad simple y una, con otras realidades diferentes, y principalmente con los objetos conocidos. La explicación de los fenómenos psíquicos por medio de facultades y funciones especiales y determinadas entraña una ilusión; pues las que el vulgo llama facultades del alma, no son más que ciertas ideas personificadas o concebidas como hipóstasis (hypostasirte) los fenómenos psíquicos.

En otros términos: el yo, el alma considerada en sí misma y abstracción hecha de su contacto y relaciones con otros seres, no posee sensibilidad, ni imaginación, ni pensamiento, ni voluntad; sólo posee la facultad fundamental de conservarse en su ser, en su originalidad substancial. Las facultades expresadas y sus funciones son el resultado del choque y encuentro, o del contacto del alma con otras realidades simples; no son más que la expresión de las diferentes relaciones que resultan entre el yo y los otros seres, según que son recíprocamente semejantes, diversos o contrarios. La conciencia psicológica y los fenómenos psíquicos se resuelven, en último resultado, y coinciden con la suma proporcional y matemática de los choques, acciones y reacciones, resistencias y solicitaciones entre el alma y las demás realidades simples, principalmente con las que constituyen los objetos del conocimiento y de la voluntad. Así es que los fenómenos psíquicos pueden sujetarse a cálculo matemático lo mismo que los mecánicos, determinando y definiendo su origen, naturaleza y atributos por medio de fórmulas matemáticas.

§ 23 – CRÍTICA

La concepción de Herbart, aparte de las contradicciones evidentes que encierra, algunas de las cuales se han indicado, tiene el grave defecto de apoyarse en hipótesis y afirmaciones gratuitas, cuales son, entre otras, las que se refieren al carácter de unidad absoluta que se atribuye a los seres finitos, a la transformación de las propiedades, accidentes y modificaciones de los cuerpos en otros tantos seres reales, absolutos e independientes, a la compenetración de estos seres, a su encuentro y lucha recíproca, al esfuerzo o conato para la conservación como función esencial de los mismos.

Por otra parte, y como consecuencia de semejantes bases hipotéticas y gratuitas, en unión con la aplicación exagerada del cálculo matemático a las fuerzas vitales y espirituales, la psicología viene a convertirse en una especie de mecanismo psíquico, que prepara el camino para llegar al materialismo posterior con su correlación y transformación de las fuerzas físicas. Su teoría cosmológica divide, separa y multiplica los seres o substancias usque in infinitum, pulverizando, por decirlo así, al Universo, y convirtiendo el Cosmos en un atomismo inerte y muerto, toda vez que el movimiento y la vida con todas sus fases deben su origen, y también su ser y condiciones, al encuentro de las diferentes realidades simples e inertes de suyo, muy parecidas a los átomos del materialismo antiguo. En este concepto, la concepción cosmológica de Herbart es inferior a la de Leibnitz; pues la mónada de éste, aunque simple, una e indivisible, estaba dotada de actividad, mientras que el das reale del primero excluye y niega toda fuerza inherente, toda función y actividad propia. La concepción de Herbart, bajo este punto de vista, puede apellidarse una monadología degenerada por la negación de la actividad, una monadología desfigurada por la aplicación abusiva de las matemáticas a la psicología, una monadología mecánica, y por lo mismo semimaterialista, que apenas tiene punto de comparación con la monadología dinámica y espiritualista de Leibnitz.

En medio de estos graves defectos, y como contrapeso a los mismos, la Filosofía de Herbart entraña y representa un principio de reacción poderosa contra las exageraciones del idealismo panteísta y contra las especulaciones a priori, tan en boga a la sazón en Alemania, sancionadas por el brillo que despedían los nombres de Schelling y Hegel. Herbart puede considerarse como el fundador de esa escuela que procura hermanar en psicología la idea metafísica con la experiencia y observación de los hechos, colocándose a igual distancia de la psicología puramente apriorística del idealismo, y de la psicología puramente empírica del materialismo contemporáneo. Hasta pudiera añadirse que en esto consiste el mérito principal, por no decir único, de la Filosofía de Herbart. Porque ello es cierto que si su sistema propio adolece de graves defectos, fue provechosa la dirección nueva que dio a la psicología, y fecundo en resultados el impulso que comunicó a la ciencia, tanto más, cuanto que el mérito real de Herbart, o, digamos mejor, su verdadera originalidad en el terreno de la psicología, consiste precisamente en haber aplicado a esta ciencia el método matemático. Porque el método psicológico de Herbart no es ni el método analítico de Locke y de sus sucesores, ni el método descriptivo de la escuela escocesa, ni el método fisiológico de la escuela inglesa y de Wundt en nuestros días, sino que es un método ante todo y sobre todo matemático.

Ya dejamos indicado que la psicología de Herbart, considerada en sí misma, carece de valor real, porque toda ella descansa en la hipótesis gratuita del realismo que le sirve de base metafísica. Si este filósofo se hubiera limitado a aplicar el método matemático con la debida sobriedad y moderación, no a una psicología gratuita y fantástica, sino a la psicología racional y científica, su innovación hubiera sido más fecunda y provechosa para la verdad y la ciencia. Desde este punto de vista puede aceptarse —siquiera con reservas— la defensa que de la psicología de Herbart hace Volkmann, uno de sus discípulos, cuando escribe: «La psicología matemática consiste en someter a una exposición sistemática todas las determinaciones cuantitativas que se encuentran necesariamente en el orden psicológico. Las ideas de acción y reacción, de intensidad de las representaciones, de movimiento en los diversos estados de conciencia, se encuentran, con un nombre u otro, en todos los sistemas de psicología, y hasta en el lenguaje común. También es cierto que, en parte al menos, estos hechos tienen un carácter cuantitativo. Así, pues, la exposición matemática no se distingue de la exposición común, sino porque y en cuanto intenta determinar con exactitud y precisión lo que el uso común deja indeterminado. Es injusto confundir los ensayos de la escuela de Herbart con esa pretendida Filosofía matemática, que sólo consiste en un juego vacío de fórmulas, en deducciones y en cálculos arbitrarios. La psicología matemática (la de Herbart) no se propone ser toda la psicología…. Su pretensión única es dar un método para hallar la fórmula exacta de las leyes generales que regulan las relaciones recíprocas de las representaciones, y ensayar una mecánica de los estados intensivos de la vida espiritual».

A propósito de esta aplicación de las matemáticas a la psicología, téngase presente que esta idea había germinado, bien que de una manera vaga y general, en la mente de algunos filósofos anteriores a Herbart. Rosenkranz atribuye a un médico de Viena llamado Niesley el primer ensayo de aplicación de las matemáticas a la psicología. Sea de esto lo quiera, es indudable que Wolff había indicado la posibilidad de aplicar el método matemático a la investigación y explicación de los fenómenos que se verifican en el alma humana (1), sin excluir los del conocimiento intelectual. Esto no impide ni debe impedir que Herbart sea mirado con justicia como el verdadero fundador de la escuela matemático-psicológica.

Uno de los puntos más débiles y menos científicos de la psicología de Herbart, es el que se refiere a la existencia de representaciones inconscientes en el alma; de representaciones, es decir, de ideas, pensamientos Juicios, pasiones, sentimientos, etc., que pasan alternativamente de la conciencia a la inconciencia. Esta doctrina —que Hartmann aprovechó para su Filosofía de lo inconsciente— carece de toda base científica, es una hipótesis gratuita, que obedece sólo a las exigencias del sistema, en el cual es necesaria la aparición y desaparición del estado consciente, como resultado del choque de las representaciones con sus grados múltiples de intensidad, de cantidad y de antagonismo.

§ 24 – MOVIMIENTO HERBARTIANO

 

    Los escritos, la palabra y la enseñanza de Herbart imprimieron, según queda indicado, una dirección relativamente original al pensamiento en la Alemania científica. Resultado natural de esto fue la fermentación que en casos análogos se apodera de los espíritus, y mientras algunos rechazaban y combatían la doctrina y las ideas de Herbart, dedicábanse otros con afán a cultivarlas, desenvolverlas y aplicarlas a determinadas ramas del saber. 

De este último trabajo, o sea de la aplicación y desenvolvimiento de ciertas ideas de Herbart, nació la que podemos llamar psicología etnográfica, la cual constituye hoy una escuela o dirección especial, y relativamente independiente, que merece, por lo mismo, párrafo aparte.

Sin contar, pues, esta escuela psicológico-etnográfica, ocasionada más bien que producida por la doctrina de Herbart, ésta produjo un movimiento intelectual de innegable importancia, que todavía dura hoy en Alemania. Encarnación y eco de este movimiento, es la Revista de Filosofía exacta en sentido del nuevo-realismo filosófico, fundada en 1860 para defender y propagar las ideas del filósofo de Oldembourg, tanto en el terreno metafísico como en el terreno psicológico.

Además de Ziller y de Allihn, fundadores de la citada revista, merecen figurar entre los principales discípulos de Herbart los siguientes:

a)Drobisch, acaso el más antiguo, y uno de los más fecundos y constantes partidarios de Herbart. En sus Fundamentos primitivos de la psicología matemática, afirma y defiende la aplicación de las matemáticas a la psicología, pero declarando a ésta independiente de la metafísica, y suponiendo que para el caso es indiferente que el origen y naturaleza de los fenómenos psicológicos se expliquen «en un sentido materialista, o idealista, o intermedio, cualquiera que sea», afirmación no muy conforme con la doctrina de su maestro.

b)Hartenstein, entre otras varias obras en que expone y sigue con más o menos fidelidad las ideas de Herbart, escribió una, destinada especialmente a la exposición, examen y crítica de la Filosofía de éste (Ueber die neuesten Darstellungen und Beurtheilungen der Herbartischen Philosophie) en general, comparando también la psicología de Herbart con la de Aristóteles y la de Leibnitz.

c)Volkmann, autor de un Manual de psicología desde el punto de vista del realismo y según el método-genético, recientemente publicada, es hoy uno de los principales representantes de la escuela herbartiana.

d) Deben mencionarse también el nombre de Hendewerk, autor de un libro titulado Herbart y la Biblia, y el de Kayserlingk, que escribió una comparación entre el sistema de Fichte y el de Herbart en sentido favorable al último, si bien más tarde abandonó en parte la dirección y los principios de la escuela herbartiana.

Advertiremos, finalmente, que la influencia de las ideas de Herbart déjase sentir, no ya sólo en sus discípulos propiamente dichos, Drobisch, Hartenstein, Volkmann, etc., si que también en los trabajos de Fechner, de Helmholtz, Wundt, Wittstein y de otros varios psicólogos notables de la Alemania. Zimmermann contribuyó mucho al prestigio de Herbart y a la propaganda de su doctrina por medio de sus obras, entre las cuales hay una destinada a poner en parangón la monadología de Leibnitz y la de Herbart: Leibnitz und Herbart eine vergleichung ihrer Monadologien

__________

(1) He aquí el texto curioso de Wolff, tomado de su Psychologia empirica, en la cual, después de exponer ciertos teoremas, añade: «Theoremata haec ad Psychometriam pertinent, quae mentis humanae cognitionem mathematicam tradit, et adhuc in desideratis est…. Haec non alio fine a me adducuntur quam ut intelligatur dari etiam mentis humanae cognitionem mathematicam, atque hinc Psychometriam esse possibilem, atque appareat animam quoque in eis quae ad quantitatem spectant, leyes mathematicas sequi, veritatibus mathematicis, hoc est, arithmeticis et geometricis in mente humana non minus quam in mundo materiali permixtis ».

La escuela psicológico-espiritualista. Lotze                      Escuela psicológica experimental. Fechner, Wundt

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