Historia romana, contada a los niños
Jules Raymond Lamé Fleury
TRADUCIDA DEL FRANCÉS POR DON MANUEL GONZÁLEZ VARA
Madrid agosto 1831 – Editor Imp. Jordan, 1831
Imprenta librería, almacén de papel y estampado de JORDAN, calle de la Concepción Gerónima esquina a la plazuela de las Monjas.
En el original no consta el autor de la obra, pero se trata sin duda de una traducción de L’histoire romaine, racontée aux enfans escrita por Jules Raymond Lamé Fleury (1797-1878). Este libro, publicado en 1829, tuvo muchas ediciones en francés y varias en español, algunas, como la presente, en versiones abreviadas, y otras más fieles al original y reproduciendo los dos volúmenes (República e Imperio). Para una breve referencia biográfica a Jules Raymond Lamé Fleury: http://www.inrp.fr/edition-electronique/lodel/dictionnaire-ferdinand-buisson/document.php?id=3011
En la presente edición, numeramos los capítulos y actualizamos la ortografía y los nombres de personajes latinos; en algún caso, que se indicará oportunamente, corregimos errores del traductor en la transcripción de los nombres latinos.
(N. Torre de Babel Ediciones)
ADVERTENCIA DEL AUTOR
He oído discutir por hombres ilustrados la siguiente cuestión: ¿es conveniente poner la historia al alcance de los niños? La respuesta del mayor número ha sido afirmativa, y aun aquellos que no eran del todo de este parecer, se fijaban sólo en la dificultad de proporcionarse libros de historia bastante sencillos para ser comprendidos y del gusto de la primera infancia.
En efecto no es fácil hallar una obra elemental que al interés del argumento reúna un estilo conciso sin sequedad, sencillo sin necedad, claro sin prolijidad.
Entre las distintas historias, la de la República Romana me ha parecido que encierra todas las condiciones que pueden desearse; abunda en rasgos de heroísmo y de virtud, y lo maravilloso que se encuentra en ella vale a lo menos tanto como los cuentos de viejas.
Una de las ventajas más indisputables de la Historia Romana es que ofrece a los niños desde su primera educación personajes y hechos, entre los cuales deben pasar los diez primeros años de sus estudios.
Yo mismo he hecho el ensayo de mi obra con oyentes de cinco a seis años, y he visto que me escuchaban con placer y que sacaban fruto de mis lecciones para su instrucción.
La mayor dificultad que se tiene al arreglar así la historia para los niños es no poder suponerles idea alguna de cronología ni de geografía; sin embargo he creído debía seguir e indicar el orden de los tiempos para hacer ver a los padres y maestros la exactitud que he tenido en esta parte de mi trabajo.
La utilidad es el solo mérito de una obra de esta clase y sólo por el uso puede conocerse si se ha logrado el objeto que me propuse al escribirla.