CAPÍTULO VI
Ideas psicológicas de Henri Bergson
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Bergson y la psicología introspectiva francesa – La significación de Bergson – Plan – La intuición – La conciencia – Análisis de los datos inmediatos de la conciencia – La conciencia no es cantidad – La conciencia, multiplicidad cualitativa – La duración pura – Causalidad y conciencia – Resumen – Alma y cuerpo (materia y memoria) – El cerebro, causa del pensar – Crítica del paralelismo – El cerebro, órgano de acción – Inmortalidad personal y parapsicología – La conciencia y la vida – La personalidad – Influjo de Bergson – Bibliografía
Podría pensarse, sin embargo, que en el tiempo poseemos un medio homogéneo análogo al espacio. Bergson no admite tal supuesto; por el contrario, considera que este pretendido tiempo homogéneo no es más que tiempo alterado en su esencia por el espacio, por su proyección simbólica en éste; de hecho espacio. Por eso los físicos han podido considerarlo como una dirección más del espacio. El tiempo puro, la duración pura es mera cualidad, ya que nada hay en él de dirección en el tipo espacial, pues cuando suponemos el tiempo como un medio homogéneo «nos lo damos de una vez, lo que viene a decir que lo substraemos a la duración» (17). Por lo tanto, es psicológicamente absurdo pretender derivar del tiempo el espacio. Cuando queremos hacerlo, proyectamos simbólicamente el tiempo en el espacio, como acabamos de decir, y hacemos de él una dimensión espacial. Por lo demás, el tiempo es sólo así, medible. En la conciencia hallamos tan sólo duración pura, fluir de cualidades que se compenetran íntimamente. Debe tenerse en cuenta que el tiempo ha dejado, a nuestro ver, de ser así una determinación propia, independiente, de la vida mental y se ha fundido con la cualidad (lo que un análisis más exacto no admitiría). Para entender mejor lo que es, según Bergson, la duración pura, conviene poner este concepto en relación con el de la corriente de la conciencia de W. James, concepto al que en el fondo equivale. Esta corriente de la conciencia es el hecho, de la conciencia misma, en donde múltiples cualidades se funden en unidad, en donde el pasado se compenetra con el presente y éste con el futuro. Es indudable que aquí hay multiplicidad, pero no una multiplicidad de partes-elementos, sino multiplicidad cualitativa. Para Bergson, esta multiplicidad no puede traducirse en un número. Sin embargo, ya la opinión vulgar parece pretender que dicha multiplicidad de los estados de conciencia es expresable por un número, o, lo que es lo mismo, que pueden contarse los estados de conciencia. Si realmente fuera así, responde Bergson, sería cierto lo contrario de lo que se acaba de mostrar; es decir, los estados de conciencia serían espaciales, y por lo tanto estarían formados de partes externas las unas a las otras, impenetrables. Esto no sucede; luego es preciso creer que en la opinión del vulgo se oculta una ilusión, que es preciso explicar. Basándose en el doble concepto de multiplicidad (cuantitativa y cualitativa), Bergson trata de mostrar que sólo simbólicamente pasamos de la una a la otra, es decir, contamos los estados de conciencia. No existe aquí un tipo psicológico único; ciertos sujetos cuentan las causas objetivas de las sensaciones, y otros (y en general todos cuando se trata de estados profundos) cuentan proyectando los fenómenos psíquicos en el espacio, o sea disociándolos y situándolos en él, como medio homogéneo; así, por ejemplo, es como contamos las campanadas de un reloj cuando no contamos las causas físicas de estas sensaciones de campanadas (por ejemplo: los golpes del badajo de la campana). La ilusión de la conciencia vulgar es considerar este procedimiento simbólico como no simbólico, como directo. Ahora bien, decimos nosotros, cada uno puede recurrir al testimonio inmediato de su conciencia que, según creo, le mostrará que al contar estados mentales no aparece nada del artificio de que nos habla Bergson, quien se basa aquí en especulaciones, y no en la visión directa de la conciencia. En resumen, según Bergson: «La vida consciente se presenta bajo un doble aspecto, según la percibamos directamente o por refracción a través del espacio» (18). Lo último se hace por motivos prácticos, porque para nuestra comunicación social del pensamiento es preciso y porque es preciso para la intervención en la naturaleza. De aquí que el lenguaje, en sus giros, se halle penetrado de simbolismo en este respecto. Sin embargo, en la verdadera consideración, «considerados en sí mismos los estados de conciencia profundos, se mezclan de tal manera que no se puede decir si son uno o varios, ni aun examinarlos desde este punto de vista sin destruirlos» (19). En ellos el número está sólo «en potencia» y su multiplicidad es meramente cualitativa. Ahora bien; la tesis de Bergson es aceptable sólo parcialmente. Es exacto que los estados de conciencia no son sumas o conjuntos de partes, o átomos psíquicos o elementos, porque esto sólo podría realizarse en el espacio; pero, a pesar de esto, pueden contarse, son numerables y numerables directamente, sin simbolismo alguno, puesto que son conjuntos de cualidades diversas y la diversidad basta, con tal de que vaya acompañada de identidad (de un punto de vista común), para contar, para el número. __________ (17) Essai sur les donnés inmediates de la conscience, pág. 74. (18) Essai sur les donnés inmediates de la conscience, pág. 104. (19) Ídem, pág. 104. |