Industria
Significa ya una aplicación determinada, ya el conjunto de las aplicaciones del trabajo económico. Sin embargo, en el lenguaje común recibe esa palabra sentidos diferentes; unas veces se emplea para designar las manufacturas y la fabricación, distinguiéndolas de la agricultura y el comercio; y otras comprende todos los trabajos materiales en oposición a las que se llaman nobles artes y profesiones liberales. Algunos economistas, separándose de todas estas acepciones, sostienen también que debe considerarse como industria toda acción del trabajo humano cualquiera que sea su clase.
La distinción entre el trabajo económico y la industria, que preocupa a algunos escritores, se percibe claramente: el trabajo es uno solo de los elementos que concurren a la obra productiva, y la industria, como que es el trabajo en ejercicio, supone combinación de éste con el capital y los agentes naturales, la relación por lo menos de nuestras facultades con aquellas cosas de la Naturaleza sobre que recaen. |
Aunque la gran diversidad de las industrias hace difícil una clasificación exacta, suelen dividirse en los siguientes grupos: industria extractiva, que comprende todas las operaciones dedicadas a la ocupación de los productos naturales, como la minería, la caza, la pesca, etc.; industria agrícola, cuyo objeto es el cultivo de la tierra y la multiplicación de las especies vegetales; industria pecuaria o de la cría de animales, que fomenta y mejora todos los que son útiles para el hombre; industria manufacturera o fabril, que elabora y transforma los productos de las anteriores; industria locomotiva, encargada del transporte de personas y cosas; y por último, industria mercantil, que se dedica al ejercicio del cambio, relacionando a productores y consumidores.
Mas según aquellos economistas de quienes antes hablamos, hay que poner al lado de esas industrias, a las que llaman objetivas, las otras que califican de subjetivas o antropológicas, constituidas por los trabajos que obran sobre el hombre mismo, tales como el sacerdocio, la enseñanza, el gobierno, etc. Esta confusión de las distintas esferas de la vida se funda en la idea equivocada de que todo trabajo es económico. El trabajo la acción reflexiva de nuestras facultades; pero como éstas pueden proponerse varios fines, el trabajo será científico, religioso o jurídico, según que se dirija a la religión, la ciencia o el derecho, y económico solamente cuando tienda a la adquisición de los bienes materiales. Una cosa es que haya entre todos los esfuerzos las relaciones consiguientes a la unidad del destino humano, siendo todo acto a la vez religioso, moral, y económico, etc., porque de algún modo influye en la obra entera de la actividad; y otra que deba renunciarse a distinguirlos, considerando el predominio de cada uno de esos aspectos y el fin a que más particular y directamente va encaminada la acción. Sostiénese el error que combatimos al ver como los servicios de las profesiones se cambian por los bienes materiales; pero la retribución a que dan lugar esos trabajos, si es realmente en ellos la fase económica, no determina su carácter esencial y su propia naturaleza, ni da motivo para que se los tenga por industriales. Las solemnidades religiosas y las actuaciones de un tribunal de justicia, por más que sean retribuidas, no se proponen el fin económico, no se rigen por los principios de este orden, influyen solo de una manera mediata en la riqueza, y no son en el común sentir, ni pueden ser considerados por la ciencia como meros productos y resultados de otras tantas industrias. De otro modo: si decimos que sacerdotes y magistrados son industriales porque ejecutan el cambio, hemos de declarar también que el albañil, por ejemplo, es a la vez científico y jurisconsulto cuando edifica la universidad y la cárcel.
La adquisición de la riqueza puede hacerse obrando directamente sobre las cosas de la Naturaleza, es decir, produciendo, o bien dedicándose al cumplimiento de aquellos fines a que la riqueza se aplica para percibirla a título de remuneración: en el primer caso el trabajo es económico; en el segundo, mal puede haber industria cuando lo que se realiza es un consumo improductivo
La industria, o sea la combinación de los elementos productivos, puede establecerse bajo las formas de la sociedad o la empresa y en grande o pequeña escala. (V. Empresa y Sociedad.)
La grande industria disfruta las ventajas consiguientes a los muchos capitales de que dispone; pero lucha con los inconvenientes de la complicación administrativa y del empleo de intermediarios y asalariados. La pequeña industria no maneja tan buenos elementos, tiene menos resistencia y energía; pero en cambio es en ella superior la calidad del trabajo, porque le hace el empresario mismo o un corto número de operarios, bajo su dirección inmediata.
La explotación en grande escala debe aplicarse tanto en la agricultura como en las otras industrias cuando lo principal del esfuerzo haya de correr a cargo del capital, y la pequeña escala será más beneficioso en aquellas producciones que requieran mucho esfuerzo personal o un trabajo muy intenso.