HISTORIA ROMANA CONTADA A LOS NIÑOS –Jules Raymond Lamé Fleury
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JULIO CÉSARDesde el año de Roma 691 hasta el 710 (espacio de 19 años) Aquel rey Mitrídates, a quien Sila había vencido antes de volver a Roma, tenia tanto odio a los romanos que los suscitó enemigos por todas partes, y los venció él mismo muchas veces, hasta que en fin enviaron contra él un general llamado Pompeyo, que era hombre muy hábil y valiente y a quien todos amaban, porque era dulce y honrado. Voy ahora a contaros hablando de esto cómo es que llegó a vencer a Mitrídates Acaso habéis advertido que cuando os paseáis a la luna, si este astro está detrás se alarga mucho vuestra sombra sobre la tierra y se hace entonces muy grande, esto fue la causa de que Mitrídates fuese vencido, porque Pompeyo le atacó de noche y los soldados de Mitrídates que vieron la sombra de los romanos, creyeron que estaban muy cerca de ellos, y tiraron sus flechas contra aquellas sombras que creían hombres. Los romanos se aprovecharon de este error para matar un gran número de ellos y Mitrídates tuvo que fugarse con los restos de su ejército. Este pobre rey no adelantó mucho con esto, porque uno de sus hijos, que era un verdadero monstruo, quiso reinar en su lugar, y cometió el mayor de todos los delitos obligando a su padre a que tomase un veneno; pero Dios castigó muy pronto su infame parricidio, porque en breve pereció él mismo miserablemente. Mientras que Pompeyo se hallaba ocupado en hacer esta guerra y otras todavía, sucedieron en Roma acontecimientos que por poco no acaban con todos los hombres de bien que en ella había todavía. Había entonces en la ciudad muchos malas cabezas que no pensaban más que en beber en las tabernas, en entregarse a la gula y en otros muchos defectos feos, y se reunieron todos un día para impedir que los llevasen a cárcel como lo merecían. Uno de estos malas cabezas, que se llamaba Catilina, fue elegido para ser su jefe, porque era todavía más malo que los demás, y todos juntos resolvieron matar a los cónsules y a los senadores, y aun pegar fuego a la ciudad para hacer todo el daño posible. Pero uno de los cónsules que se llamaba Cicerón, y era un hombre virtuoso y elocuente, contó todo esto al senado y pidió que hiciesen morir a Catilina y a todos sus compañeros. Hubo sin embargo un senador llamado Julio César que suplicó no les hiciesen más que desterrarlos lejos de Roma, porque no querían creer que fuesen tan malvados; más prevaleció el dictamen de Cicerón y enviaron soldados que mataron todos aquellos perversos, y con ellos a Catilina, que ya se había fugado de Roma Este Julio César, de quien acabo de hablaros, era marido de la hija de Pompeyo; hombre de una muy hermosa figura y muy valiente, y que hablaba tan bien que nadie podía cansarse de oírle; le gustaba mucho que hablasen de él y hubiera querido ser el señor de toda el mundo. Así es que como se fastidiaba en Roma por no tener nada que hacer, pidió él venir a hacer la guerra a las Galias, que hoy llaman Francia, y a España (1). |
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Ya había salido César de Roma cuando llegó Pompeyo con muchos tesoros y riquezas que había cogido a los enemigos; todos se pusieron muy contentos con verle, porque Pompeyo era tan bueno que había licenciado a todos sus soldados sabiendo que nadie quería hacerle daño. Logro el más hermoso Triunfo que se había visto nunca; más después de esto hubo gentes que le tuvieron envidia, y no se sabe lo que hubiera sucedido si no hubiera vuelto César para defenderle porque Pompeyo era su suegro y amigo. |
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César tenia otro amigo llamado Craso que era muy rico pero que no tenía tanta virtud como Pompeyo ni tanto talento como César. Estos tres hombres reunidos se hicieron tan poderosos que se burlaron de los senadores y de todo lo que decían de ellos, y su sociedad se llamó un Triunvirato porque no eran más que tres que mandaban en todo. Voy a deciros ahora lo que sucedió a cada uno de ellos. Desde luego Craso quiso hacer la guerra contra los Partos, que un pueblo de Asia muy diestro en lanzar flechas fingiendo huir. Pero un día vinieran a atacar a los romanos con tanto valor que los derrotaron completamente, y el mismo Craso murió en la acción; como había sido muy avaro y le gustaba mucho el dinero en vida, el rey de los Partos le hizo cortar la cabeza, aunque estaba ya muerto, y mandó que le echasen oro fundido en la boca diciendo que era preciso hartarle de aquel metal, del que había estado tan sediento. César era tan amado de todo el pueblo romano, porque hacía muchas veces celebrar juegos y espectáculos, y daba dinero a los soldados y a los pobres, que le dio envidia a Pompeyo y así no tardaron en reñir y se batieron por mar y por tierra para saber cuál de los dos mandaría al otro. Pompeyo tuvo que salir de Roma y César le persiguió con su ejército para cogerlo vivo, porque no quería que le hiciesen daño. Al fin se encontraron en un lugar que llaman Farsalia y hubo allí una gran batalla, pero César eran tan hábil y tan feliz que Pompeyo tuvo que fugarse, sin más tiempo que para subir a un navío y escaparse a Egipto, donde esperaba hallar un asilo. En aquél tiempo había en Egipto un rey joven, que se llamaba Tolomeo, y una joven reina muy hermosa llamada Cleopatra, que era su hermana. Cuando vieron llegar al pobre Pompeyo, que no sabía ya donde ocultarse, en lugar de tener lástima de él y ayudarle a escaparse, mandaron que le matasen y que se enviase su cabeza a César, creyendo que éste horroroso regalo la daría gusto; pero cuando lo vio, César lo sintió mucho y echó a llorar, porque como ya os he dicho, Pompeyo había sido antes su amigo. El malvado rey Tolomeo se arrepintió muy pronto de esta mala acción, porque en lugar de recompensarle César le hizo poner en la cárcel y quiso que su hermana Cleopatra reinase en su lugar, habiéndole parecida tan hermosa que no la pudo negar nada. Tolomeo quiso escaparse de su prisión, pero al pasar un gran río se ahogó. César no estuvo mucho tiempo en Egipto porque se volvió a Roma, donde en lugar de vengarse de sus enemigos recibió a Cicerón y a todos los amigos de Pompeyo como si siempre hubiesen sido los suyos. Hizo dar a los pobres trigo y dinero, y le hicieron dictador como lo había sido Sila; pero no quiso que hiciesen mal a nadie, y casi todo el pueblo le amaba a causa de su dulzura. Sin embargo, había todavía muchos senadores y otros romanos que estaban enfadados con él porqué quería ser solo el señor de todos; pero sus dos más crueles enemigos eran Casio y Bruto, a quienes había concedido la vida después de la batalla de Farsalia Bruto era de la familia del que había expulsado a los Tarquinos, cuya historia ya os he confiado, y era un hombre feroz, pero intrépido. Los dos resolvieron matar a César cuando fuese al Senado, creyendo que harían una acción con la que todos estarían contentos. No ignoraba César que muchas gentes querían matarle; pero como no hacía mal a nadie no creía que se atreviesen a hacérselo a él; se presentó pues en medio de los senadores, según su costumbre, más apenas entró cuando algunos se arrojaron sobre él y le dieron de puñaladas. César quiso al pronto defenderse, pero cuando vio a Bruto a quien amaba avanzar también para herirle, dijo estas palabras: «¡y tú también Bruto!» Se cubrió después la cabeza con su toga y cayó muerto al pie de la estatua de Pompeyo Estoy seguro que esta historia os ha dado pena, porque César no era malo, vais a ver muy pronto lo que sucedió a los que hicieron esta mala acción, de la que fueron castigados según merecían. __________ (1) Aquí el traductor dice «la guerra y que hoy llaman Francia a España y a las Galias, y que es el país donde vivimos.», en una frase confusa, y que preferimos corregir (Torre de Babel Ediciones). |
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