La iniciativa particular se mantuvo vigilante en todo el período que hemos estudiado, sin dormirse jamás confiada en la solicitud de los gobiernos.
Apareció la enseñanza modestamente, comenzando por escasas y reducidas materias, y aun ésas tomadas a préstamo en las tierras orientales; desarrollóse sin apresuramiento, rechazando como estorbo las nuevas doctrinas; pero esa misma sencillez y lentitud permitieron que se difundiera y penetrara por todas las clases sociales, ofreciendo ancha base para implantar nuevos estudios. Tal vez a las mismas se deba el arraigo y firmeza que después probó al resistir los cambios bruscos que en otras esferas sucedieron: cambiáronse las dinastías, variaron el criterio y la acción de los gobernantes, moviéronse los torbellinos de la guerra, y todo ello no hizo más que levantar oleaje y espuma en la superficie, mientras el fondo seguía su marcha y crecimiento progresivos; fracciónase el imperio, sucédense civiles discordias e invasiones extranjeras; todo sufre, pero la instrucción cada vez parece destacarse más erguida y más pujante. Los cristianos del norte extienden sus conquistas, mengua y se empobrece el poderío, y la instrucción aun se mantiene, pues cuando no le queda más que un palmo de fondo donde hincar sus raíces, allí germina para transplantarse y florecer en extranjera tierra, que recoge ansiosa el regalado y dulce fruto de la labor científica.
He dicho.