Torre de Babel Ediciones

La psicología introspectiva de los psicólogos alemanes – 4

CAPÍTULO IV
Psicología introspectiva (Brentano, Th. Lipps, Dilthey, Natorp, e influjo de estos psicólogos)

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La Psicología introspectiva. Brentano, Lipps, Dilthey – La psicología de Brentano. Su influjo; en particular la fenomenología de Husserl – Theodor Lipps; su psicología aperceptiva. Objeto y contenido. Sustancialismo y causalidad. Paralelismo y psicología fisiológica. El método de la psicología. Introspección y sus formas. Experimento interno y externo. El sistema de la actividad mental. La empatía y sus clases. Valores y religión – Dilthey. Su crítica de la psicología causal. Psícología de las estructuras. Su influjo. Jasper y Spranger – M. W. Calkins – La Psicología filosófica. P. Natorp. Crítica de éste por De Sarlo – Bibliografía

  
Dada la tendencia al análisis y la descripción que presenta el pensamiento psicológico de Th. Lipps, es comprensible que la introspección se halle, como método de la psicología, en lugar preeminente. La introspección es, pues, el método capital y esencial de la psicología. Por introspección entiende Lipps la comprensión inmediata de los contenidos de conciencia. Ahora bien; la introspección puede hacerse, como se sabe desde antiguo, en dos formas. Primeramente, puede comprenderse una experiencia de conciencia en su presencia casi inmediata, cuando surge y es retenida en la conciencia (13). Además, puede comprenderse esta experiencia en su recuerdo, en cuanto es retenida por la memoria. Sin embargo, a pesar de esta particular importancia de la observación interna, admite Lipps el experimento como método, pero con notables particularidades. El experimento puede ser de dos clases: interno y externo. El experimento interno, o propiamente psicológico, como lo han llamado otros (14), consiste en la producción a designio de estados de conciencia, por ejemplo de un recuerdo, para su estudio. Esta forma de experimento es sumamente útil a la psicología; por lo demás, no es otra cosa sino un tipo de introspección. El experimento externo, o como podríamos llamarlo también, de laboratorio, consiste, como vimos en Wundt, en acciones físicas sobre la conciencia y registro de reacciones que parten de estas mismas acciones, así como en el enlace de ambos métodos, para el análisis de los contenidos y experiencias de conciencia. El valor del experimento externo es, según Lipps, restringido, y esto por dos razones: primera, esta forma del experimento vale sólo para ciertos dominios del espíritu. Segunda, necesita de un planteamiento del problema que se va a tratar de resolver por el experimento y de una interpretación de los datos experimentales, lo que sólo es posible mediante la introspección.

Como en Wundt, tiene importancia, con respecto a los métodos, la distinción de las ramas de la psicología. La psicología que se ocupa de las conciencias individuales, o psicología individual, es la primera y fundamental. Junto a ella existen, además, la psicología del niño, la psicología de los animales, sobre todo la psicología de las masas y los pueblos, y la psicopatología. Las dos últimas, sobre todo, son, con respecto a la psicología individual, una confirmación, una aplicación y un complemento, pues permiten llenar lagunas en nuestro conocimiento de lo psíquico.

Pasemos ahora a la descripción de la conciencia o del tejido de las experiencias y contenidos de conciencia. En ella quiere Lipps dar una imagen exacta sin falseamientos debidos a erróneas analogías naturalistas. De hecho, esta descripción, producto de un fino análisis, es magistral. Se propone Lipps la cuestión de qué hallamos en la conciencia, y responde de la siguiente manera: encontramos primeramente el Yo, el sujeto a quien se refiere todo conocer, todo sentir y querer. Este Yo no es conocido, puesto que es el sujeto del conocer y no puede ser contrapuesto a sí mismo, sino que es experimentado (erlebt). En contra de las teorías genéticas que pretenden derivar este Yo de un complejo de elementos (recuérdese, por ejemplo, el punto de vista de Wundt con respecto a la autoconciencia) aparece como inderivable e irreductible, o sea como una experiencia primaria. La unidad de la conciencia tiene su origen en él, puesto que el Yo es idéntico. Esta identidad contiene un doble sentido; a saber: 1.º, el Yo es en cada momento uno, y 2.º, es idéntico en los diferentes momentos sucesivos. Esta identidad es de un género especial y no comparable con ninguna otra conocida o establecida en virtud de una conclusión lógica; es una identidad experimentada. Por ejemplo, refiriéndonos, para mayor sencillez, a la identidad en el segundo sentido, decimos que la casa que vemos hoy es la misma que la que vimos ayer, porque ambas son tan semejantes que coinciden, lo que nos sirve para concluir su identidad; pero decimos que yo soy el Yo de ayer porque inmediatamente lo experimento y sin necesidad de razonamiento alguno. Por otra parte, la identidad del Yo es numérica, es decir, no incluye una igualdad o semejanza de sus contenidos y permite, por lo tanto, una diversidad de éstos; así, en ningún momento de la vida somos iguales y nuestra psiquis se halla en perpetuo cambio.

Pasemos ahora a considerar lo que a este Yo en la conciencia se refiere, a sus experiencias. Aquí encontramos, según Lipps, tres tipos fundamentales. Primeramente, y en inmediata referencia a él, se hallan sus estados, y estos estados se llaman sentimientos. Ya en el lenguaje se expresa esto en frases como estoy triste, estoy excitado y otras. Todos los sentimientos o estados del Yo son, según Lipps, coloraciones o matices del estado fundamental, o sentimiento de actividad. De aquí resulta que puesto que el estado fundamental del Yo es la actividad, o sea lo característico de la voluntad, el Yo es actividad, voluntad; voluntarismo en que, en cierto respecto, viene a coincidir Lipps con Wundt.

Aparte de sus estados, tiene el Yo algo ante sí en la sensación y percepción, que en cuanto son reproducidas dan lugar a la representación. Son éstos, pues, contenidos objetivos. También el hecho que acabamos de exponer se expresa en el lenguaje; así, por ejemplo, decimos: veo un color verde o tengo el color verde presente, pero no podemos decir, como en el caso de los sentimientos, estoy verde, pues es absurdo, teniendo la frase un sentido completamente distinto. A estos contenidos objetivos pertenece también el pensar, que en un tejido de actos elabora la concepción del objeto y que excede, así, a la sensación y representación. Llama Lipps comprensión a la mera presentación de los objetos, y apercepción a la elaboración de la concepción de los objetos pensados. La comprensión y la apercepción son dos grados de la atención. La apercepción es: 1.º , ordenadora; por ejemplo: la creadora del número; 2.º, consiste en reconocer exigencias (relaciones) de los objetos, lo que constituye el juicio. La semejanza con Wundt en esta teoría de la percepción es parcial y notoria.

Por último, la tendencia al ir hacia psíquico, es un tercer aspecto elemental, y por lo tanto irreductible, de la conciencia. Sin el sentimiento de actividad se llama deseo; cuando va acompañado del sentimiento de actividad, voluntad. La causalidad psíquica es experimentada, y por lo tanto la causalidad de la voluntad es según motivos, no según causas.

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(13) Así, pues, no al mismo tiempo que surge, pues entonces no es observada, sino experimentada. Recuérdese el punto de vista, en este respecto, de Brentano.
(14) Precedentes en Bonnet (1720-1793) y Tetens (1736 a 1805).
 
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