Torre de Babel Ediciones

La psicología introspectiva de los psicólogos alemanes – 6

CAPÍTULO IV
Psicología introspectiva (Brentano, Th. Lipps, Dilthey, Natorp, e influjo de estos psicólogos)

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La Psicología introspectiva. Brentano, Lipps, Dilthey – La psicología de Brentano. Su influjo; en particular la fenomenología de Husserl – Theodor Lipps; su psicología aperceptiva. Objeto y contenido. Sustancialismo y causalidad. Paralelismo y psicología fisiológica. El método de la psicología. Introspección y sus formas. Experimento interno y externo. El sistema de la actividad mental. La empatía y sus clases. Valores y religión – Dilthey. Su crítica de la psicología causal. Psícología de las estructuras. Su influjo. Jasper y Spranger – M. W. Calkins – La Psicología filosófica. P. Natorp. Crítica de éste por De Sarlo – Bibliografía

  
III. La vida del espíritu ha sido considerada por los psicólogos de que hasta ahora nos hemos ocupado como algo que surge de un tejido de hechos, sucesos o elementos. Pero la totalidad de dicha vida ¿es reductible a un tejido tal? ¿Son reductibles a una mera conexión los diversos aspectos de la conciencia? ¿No se ha cometido un gran error al pretender que así sucede, dejándose guiar para afirmarlo por falsas analogías naturalistas? Según Dilthey (1833-1912) la respuesta a la última cuestión debe ser afirmativa (lo que incluye la respuesta a las otras), pues ni la totalidad de la vida mental ni sus varios aspectos son reductibles a meros enlaces o conexiones de componentes psíquicos. Por el contrario, la vida del espíritu se considera por él, a la inversa de otros psicólogos, desde lo más alto, desde la personalidad entera, como un complejo organismo de estructuras o formaciones, organismo irreductible e inderivable, del que hay que partir. La psicología de Dilthey constituye de este modo una dirección dentro de la psicología introspectiva, a saber: una dirección descriptiva.

Hemos dicho psicología descriptiva, y esto excluye una psicología causal y explicativa. Efectivamente; según Dilthey, la manera de ser de lo psíquico excluye la causalidad, ya que la causalidad no es más que un enlace que el espíritu realiza en el conocimiento de la naturaleza; es decir: una estructura mental. Cuando mediante una combinación de elementos se pretende explicar, construir, la total actividad anímica, o bien se elabora una fisiología (por ejemplo, una fisiología de los sentidos), o bien lo que es peor, se inventa una ciencia ilegítima con una parodia de la causalidad natural, lo que, según Dilthey, sucede en W. Wundt mismo.  

¿Cuál es la tarea de la psicología? Para responder a esta pregunta será preciso primero saber qué es lo psíquico según Dilthey. Hemos hablado de estructuras psíquicas; ahora es el momento de insistir sobre ello. Decíamos que el alma es un organismo, una estructura que comprende bajo sí otras estructuras. Por estructura entiende Dilthey una conexión experimentada. El espíritu entero es una estructura, y una estructura teológica, pues hay en él una finalidad inmanente, y aprecia (en el sentimiento) lo que le es favorable o desfavorable, lo que tiene un valor positivo o negativo. Ante dicha apreciación reacciona y mantiene así su unidad orgánica. En este proceso general se hallan comprendidas como subestructuras lo que fácilmente puede sospecharse: la ciencia (conocimiento), la valoración (sentimiento) y la posición de fines (voluntad).

Algo nos importa decir aquí acerca de la estructura del conocimiento natural. Éste procede según conceptos fundamentales o categorías, pero las suyas no son las supremas. En esto se incluye que el conocimiento causal se halla subordinado a un principio más alto. Efectivamente; el conocimiento de la naturaleza es una actividad espiritual y, como tal, se halla sometida a conexiones que se dan en ésta. Ya que el alma es finalidad, se halla sometida a conexiones finales, la ordenación y organización de los datos de la experiencia. Es, pues, absurdo, insistiendo sobre lo antes dicho, someter a las normas que rigen en el dominio de la ciencia natural el conocimiento de lo psíquico; según Dilthey, precisamente ha de hacerse todo lo contrario. La trascendencia que para la psicología tiene esta concepción es evidente.

Volvamos ahora al método que debe seguirse en la indagación del espíritu. No puede de ningún modo ser la explicación, y quien dice explicación dice explicación causal y, según Dilthey, explicación mediante combinación de elementos. El espíritu es una estructura que comprende subestructuras, como se ha mostrado. Por consiguiente, en él es el todo antes que las partes. ¿Qué puede hacer la psicología? Describir la estructura total y las subestructuras. El método es, pues, la descripción. La descripción no nos explica los aspectos y el todo de la vida psíquica, sino que nos lo hace entender, es decir, seguirlos en su esencia y marcha. He aquí otra expresión de Dilthey con respecto al método y que debemos retener para lo que sigue: a la psicología que explica se opone la psicología que entiende.  

El interés de Dilthey no se dirigió tanto a la psicología misma como a buscar una psicología que pudiese servir de base a las ciencias del espíritu. Para esto construyó las líneas generales de una psicología estructural y descriptiva. Es Dilthey un decidido psicologista: el derecho, la economía, la religión, la ciencia, el arte son dominios a los que la psicología se aplica y en donde se trata de entender y no explicar. Dilthey mismo se ha servido de sus puntos de vista psicológicos en sus estudios de historia de la filosofía. También veremos cómo enlazan aquí con él sus discípulos.  

La concepción que acabamos de bosquejar no ha dejado, en efecto, de tener un fuerte influjo en Alemania. El filósofo Rickert considera la psicología estructural de Dilthey como una psicología de la cultura, y la indica, en su clasificación de las ciencias, como una ciencia posible de la cultura. Recientemente, en 1918 y 1921, dos psicólogos, respectivamente Jasper y Spranger, han publicado dos libros de particular éxito, de los cuales debemos ocuparnos brevemente.

Jasper, originariamente psiquiatra, en su libro La Psicología de las concepciones del mundo, abandona la psicología explicativa, según él limitada a fenómenos relativamente sencillos, y trata, con ayuda de la psicología estructural de Dilthey, que entiende y no explica, de dar razón del nacer y de los tipos fundamentales de las concepciones del mundo.

Spranger, en su libro Formas de vida (vida ética; económica, científica, etc.), sigue un camino en todo análogo al de su maestro Dilthey. Distingue entre una psicología que estudia los elementos (representaciones, sentimientos, tendencias, y que está en todo orientada por la ciencia natural, y una psicología de las estructuras psíquicas que entiende y no explica. La primera psicología fracasa en cuanto queremos aplicarla a la vida compleja del espíritu, y en sí no es más que una preparación para la segunda. Según Spranger, aquella psicología naturalista y elemental se hallaría ligada a la ciencia natural en tres aspectos, y esto la impediría ser una verdadera psicología: 1.º, es en ella un problema capital la relación de lo psíquico y lo fisiológico; es una psicología fisiológica; 2.º, pone a los elementos en relación con los excitantes físicos (por ejemplo, a la sensación con su excitante), y 3.º, trata de derivar, lo mismo que la física, de la combinación de elementos la vida del espíritu. Ahora bien; por todo esto queda al estudio de la relación de los elementos con el organismo y los excitantes físicos. Su intento de derivar la vida mental de elementos, mediante su combinación, constituye un fracaso. En efecto; la vida mental no es una mera suma, sino una unidad orgánica, en lo que, como pensaba Dilthey, el todo es antes que las partes. Aun psicológicamente, los elementos no adquieren significación más que en este todo; por eso la psicología elemental no es más que una preparación de la estructural. Si en la psicología de los elementos se pretende explicar, aquí sólo se puede pretender entender el sentido de la vida espiritual, es decir, seguirla en sus conexiones determinadas por un fin. Si el espíritu es en su totalidad una estructura, contiene en sí otras estructuras: las del saber, el arte, la economía, etc. Pero la psicología estructural no queda reducida al individuo. El espíritu se objetiva en sus productos y estos productos son objetos en tanto que: 1.º, son hallados ante nosotros; 2.º, son productos del intercambio de acciones entre sujetos, y 3.º, revelan una norma válida de producción. A estas objetivaciones del espíritu se dirige capitalmente la psicología estructural de Spranger.

Para la estimación de la psicología estructural descriptiva de Dilthey y su escuela diremos tan sólo unas breves palabras. En primer lugar debe tenerse en cuenta que dicha psicología representa una vigorosa reacción contra todas aquellas concepciones más o menos atomísticas del espíritu que intentan, mediante una química mental y un procedimiento imitado del de las ciencias de la naturaleza, explicar su actividad por una combinación de elementos. En efecto; nada más opuesto a esto que mantener que el todo es antes que las partes en el dominio de lo psíquico y que es preciso partir de este todo para entenderlo. Esta reacción antinaturalista ha sido de todo punto provechosa, pero no es, en verdad, peculiar de Dilthey; la hallamos también en otras corrientes. Lo característico de la dirección que nos ocupa es la concepción estructural del espíritu. Ahora bien; el término estructura es vago, y es preciso determinarlo más exactamente. Si tratamos de hacerlo descubrimos que por él se designa: 1.º, la unidad de la conciencia; 2.º, las relaciones lógicas y los conceptos fundamentales del conocer (fin, causa, etc.); 3.º, las representaciones espaciales y temporales; 4.º, las conexiones de aspectos o cualidades que dan lugar a los procesos. Naturalmente que nada de esto puede explicarse por una mera suma de elementos; sin embargo, no es permitido reunirlo bajo el término estructural, pues es algo muy diverso, ni pretender que los sentimientos o las sensaciones, por ejemplo, no pertenecen al dominio de la psicología por no ser estructuras.
 
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