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Torre de Babel Ediciones

La psicología introspectiva de los psicólogos alemanes – 7

CAPÍTULO IV
Psicología introspectiva (Brentano, Th. Lipps, Dilthey, Natorp, e influjo de estos psicólogos)

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La Psicología introspectiva. Brentano, Lipps, Dilthey – La psicología de Brentano. Su influjo; en particular la fenomenología de Husserl – Theodor Lipps; su psicología aperceptiva. Objeto y contenido. Sustancialismo y causalidad. Paralelismo y psicología fisiológica. El método de la psicología. Introspección y sus formas. Experimento interno y externo. El sistema de la actividad mental. La empatía y sus clases. Valores y religión – Dilthey. Su crítica de la psicología causal. Psícología de las estructuras. Su influjo. Jasper y Spranger – M. W. Calkins – La Psicología filosófica. P. Natorp. Crítica de éste por De Sarlo – Bibliografía

  
IV. Una cierta semejanza con la psicología de Dilthey y su escuela la ofrece la psicología del Yo (que es como podemos traducir la palabra inglesa Selfpsychology), nacida en los Estados Unidos de Norteamérica, y cuyo representante capital y creador es Calkins. Si la consideramos aquí es, pues, porque pretende presentar una concepción más unitaria del espíritu de la generalmente adoptada y combina el análisis de los elementos con la idea de que los diversos aspectos del espíritu son sólo actitudes o posiciones del sujeto. Este sujeto no es inferido, sino experimentado como: 1. º, relativamente persistente; 2.º, complejo (yo percibo, recuerdo, siento, quiero); 3.º, único e insustituible, y 4.º, relacionado con objetos personales e impersonales. Estas relaciones son llamadas también «actitudes personales». Son fundamentales las que siguen: 1.ª, receptividad y actividad; 2.ª, simpatía (como comunidad de experiencia); 3.ª, atención y sus modificaciones (egoísmo y altruismo). La relación con un objeto personal se llama relación social.

V. Dentro de la psicología actual se ha pretendido crear una psicología filosófica (30) que remonta, en mayor o menor medida, a la psicología racional de Wolff y del siglo XVIII. En primer lugar pertenece aquí toda la nueva psicología metafísica y en particular la psicología neoescolástica que posee dicha orientación, pues dentro del neoescolasticismo se ha mostrado, por ejemplo, en el grupo de Lovaina (al que pertenece el pensador español Zaragüeta), una fuerte tendencia hacia la experiencia y aun el experimento (31). Más importante que esto es que el ya citado O. Külpe, en su Introducción a la Filosofía (32), además de la psicología que estudia los hechos de conciencia, por lo tanto empírica, distingue una psicología filosófica, que, según él, incluye: 1.º, supuestos lógicos y epistemológicos de la psicología (conceptos de sujeto e individuo, causalidad psíquica, medida psíquica, métodos analíticos, sintéticos y genéticos, etc.) ; 2.º, examen de los conceptos empleados en la psicología empírica (conciencia, subconciencia, alma y su relación con el cuerpo, elementos psíquicos, etc.), y 3.º, teorías de la psicología empírica en interés de la filosofía (espacio, sensación asociación). La psicología filosófica es así próxima a la lógica, epistemología y metafísica. Como ensayo moderno cita Külpe la psicología de Rehmke (33), quien ha sido seguido después por G. T. Ladd (34). En contra de esta pretendida psicología filosófica de Külpe, se debe objetar que no es más que un agregado de problemas tomados a varias ciencias. Lógica, epistemología, metafísica y psicología.

Quizá no se hallaría, por su contenido, muy remota de este movimiento psicológico la psicología de Paul Natorp, que pertenece a la escuela de Marburgo fundada por Hermann Cohen (1842-1917). Dicha escuela ha partido de Kant, pero con la pretensión de ir más allá de él, librando al método trascendental de todas sus impurezas. Su punto de vista se designa como idealismo crítico, y su interés se dirige, en primer término, a la teoría del conocimiento. Dentro de la escuela, sólo Natorp ha elaborado una psicología.

La psicología tradicional, según Natorp, se equivoca porque hace del sujeto una parte de la naturaleza. Arraiga así en la remota Antigüedad. En efecto; la psicología antigua consideró también al sujeto a modo de una parte de la naturaleza. Nada lo determina tan claramente como la definición que Aristóteles da del alma, cuando dice que es la «entelequia del cuerpo que tiene la vida en potencia». Esta definición para Natorp significa que siendo el alma el principio de la vida, se coloca a lo psíquico en el mismo plano que a lo fisiológico y que, por lo tanto, se hace de ello un factor natural, un componente de la naturaleza. Desde otro punto de vista, la psicología actual ha surgido de la ciencia físico-matemática del Renacimiento.

Sin embargo, el sujeto no es un momento en el proceso de la naturaleza. El sujeto es una construcción lógica, y si es construido, lo será con lo único que hemos podido tener antes: con el objeto. Realmente, un sujeto, una conciencia primaria, que no ha llegado a ser objeto y de la que éste nace, no nos es accesible, pues el objeto es la creación de algo, y aquello primitivo de la conciencia sólo llega a hacerse algo mediante la objetivación. Cuando ha llegado a ser objeto, se pone el problema de la dependencia de éste, de un Yo que no es conocido, sino experimentado y que se halla en una relación sui generis con dicho objeto, a saber: en la relación que precede a todas las relaciones. Sólo ahora puede ponerse el problema de la construcción unitaria de la conciencia, y como lo que se trata de construir es unidad primitiva, la psicología intenta su reconstrucción.

Tratemos ahora de aclarar el anterior y, en verdad, oscuro pensamiento. Es preciso hacer notar que para la filosofía de Marburgo (y por esto es idealista) el objeto del conocimiento (al que, claro, siempre nos referimos) es una creación del conocimiento, que la ciencia es una producción del pensar. Un objeto en sí no existe. Debe recordarse también, que en dicha corriente filosófica se consideran como objeto, asimismo, las normas de la ética y los productos del arte y hasta el contenido de la religión. Dichos objetos nacen de otros aspectos de la conciencia, a saber: de la voluntad y el sentir. Hay, pues, varias direcciones de objetivación: la del conocer, la del sentir (arte) y la normativa de la voluntad. La unidad de dichas direcciones constituye la conciencia, y el asunto de la psicología es construir esta unidad. Por consiguiente, la psicología ocupa dentro de la filosofía el último término, y no el primero, como pretende el psicologismo. «Debe ser un problema particular de la psicología traer a relación y armonía los supuestos de las tres esferas de la conciencia, y exponer y explicar esta unidad. Este interés por la unidad de la conciencia cultural debe ser reconocido como un interés sistemático de la filosofía. El valor de la psicología no consiste en el capítulo que forma interiormente de la fisiología, y si así pudiese llegar a ser ciencia, dejaría de pertenecer a la filosofía y de ser filosofía. El valor de la psicología está en el problema de la unidad de la conciencia. Así pertenece al sistema de la filosofía, y, dado que el sistema tiene cuatro partes, los tres miembros que preceden a la psicología tratan de los tres objetos: la naturaleza, la moralidad y el arte. La psicología tiene por exclusivo asunto la unidad de la cultura humana. Para esta unidad de la conciencia cultural reservamos la expresión de unidad de la conciencia» (35). La conciencia, pues, se entiende como una conciencia general, universal, aunque representada en cada individuo. Por esto afirma Natorp que el problema de la conciencia individual no es el primero en la psicología.

Los conceptos fundamentales o categorías de la ciencia de la naturaleza no pueden, pues, aplicarse a esta tarea de la psicología, pues son sólo momentos en la creación de una de las formas de objetivación de la conciencia, y emplearlos en la explicación de ésta sería convertirla arbitrariamente en una de sus determinaciones; a saber: en objeto de la naturaleza. En cuanto al método, no es ni la explicación causal ni la descripción. «Hecho y ley, descripción y explicación, van indefectiblemente unidos. El hecho no ha de asegurarse de otro modo más que en la ley. Descripción es una subsunción bajo conceptos generales, y estos conceptos generales necesitan de justificación y no pueden ser justificados más que en las ciencias de leyes (o filosóficas). Sin duda tienen en toda descripción sólo un valor preparatorio precisamente para la ley que es el único modo accesible, el único sentido comprensible de la explicación de un mismo objeto en diferentes ciencias. En esto queda dicho que la descripción, lo mismo que la explicación, significan objetivación. La psicología debe ser la ciencia de lo subjetivo. Descripción es análisis, abstracción, poner de relieve momentos particulares tomados de la totalidad de la experiencia a la que se refiere el problema de la psicología. Así toma ésta la misma dirección del conocer que se halla en la explicación. Si se da, en vez de explicación, una descripción, significa esto que se comienza el camino de la objetivación, pero que se detiene uno en su marcha y no se prosigue, hacia adelante, hasta el fin» (36).

Dado esto, el único método posible, según Natorp, es el reconstructivo, pues en cierta manera debemos destruir la obra del análisis que lleva a la construcción del objeto. «Después que se ha puesto de relieve por el análisis las partes constitutivas de la complexión, se deja determinar la complexión misma tal como era dada en un principio antes del análisis» (37). Mostrar, pues, reconstruyéndola, la unidad en que se hallan comprendidas las direcciones de la objetivación, es, pues, la única tarea de la psicología.  

Muy digno de interés en la psicología actual es el italiano De Sarlo, quien enlazando con Lotze capitalmente, conserva la tradición metafísica en íntimo contacto con la investigación psicológica experimental moderna. Tratamos de él aquí con motivo de su crítica de Natorp. De Sarlo hace notar agudamente, frente a éste, que el sujeto no es para los marburguienses más que un mero lugar de normas, y que esto sería un sistema de normas, pero no un sujeto. Por otra parte, indica que, si dichas normas se realizan, debe existir forzosamente un sujeto que las realice, y este sujeto excederá a lo meramente lógico. Por último, el método de la reconstrucción es imposible, pues sin conceptos, sin conceptuación no se puede conocer; este conocimiento efectivo es, precisamente, el que Natorp llama constructivo y declara excluido de la psicología (38).  

Lo que para nosotros es evidente, es que lo que llama Natorp psicología no es psicología, puesto que ésta tiene por objeto la inmediata realidad de lo psíquico, la vida de conciencia, y no el sistema unitario de los principios del conocimiento, el arte y la acción.

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(30) Véase GUTTLER, Psychologie und Philosophie. Ein Wort zur Verständigung, 1906. Hay, según él, una psicología empírica y una psicología metafísica; sólo la última es filosófica. A la escuela de Lovaina pertenecen el cardenal Mercier, el psicólogo experimental Michotte y otros.
(31) Véase Capítulo III de este libro.
(32) Einleitung in die Philosophie. Última edición por su discípulo Messer.
(33) Lehrbuch der Allgemeinen Psychologie 1894. Por lo demás, su contenido no coincide con la enumeración de problemas que hace Külpe, pues se ocupa: 1.º, de la esencia del alma y su relación con el cuerpo; 2.º, de la conciencia objetiva, de estado, y causal y del sujeto de conciencia; 3.º, de la vida del alma (conciencia temporal, pensar, memoria, acción y persona).
(34) The Philosophy of Mind, 1895.
(36) COHEN, Logik der reinen Erkenntnis, 1902, págs. 15-16.
(36) Allgemeine Psychologie.
(37) Allgemeine Psychologie.
(38) DE SARLO, Psicologia e Filosofia, 1918, tomo I, pág. 114.
 
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