J. Moreno Castelló – Psicología Elemental 1ª parte – Psicología empírica – Cap. IX
Artículo VIII – Resumen de la doctrina referente
a las facultades cognoscitivas
Conoce nuestra alma, por mediación de sus facultades, los objetos materiales y los inmateriales o incorpóreos.
Los primeros tienen la aptitud o capacidad bastante para obrar sobre los órganos de nuestros sentidos, y se verifica un proceso fisiológico hasta que llega el momento de producirse la sensación y con ella la representación del objeto en el alma, o sea la especie sensible, y tras, ella el conocimiento.
El que debemos al ejercicio del entendimiento es de categoría superior, comparado con el que al alma proporciona la sensibilidad. Ésta jamás traspasa el límite de lo sensible; en él se hallan las cualidades, que aparecen, tales como han de ser conocidas por nosotros.
El entendimiento, en cambio, al obrar sobre los mismos objetos materiales, emplea su virtud transformadora para descubrir la esencia, que es inmaterial; sirviéndole ella como de escalón, desde el cual pasa, fácilmente, al conocimiento de lo que es puramente inteligible
La evidente diferencia que media entre los objetos de una y otra facultad, revela la distinta naturaleza y categoría que las separa.
La sensibilidad es orgánica y por la tanto necesita de la mediación del cuerpo y de partes especiales de él, para alcanzar su objeto.
El entendimiento es una facultad inorgánica e independiente, por su noble naturaleza, de la acción inmediata del organismo.
Para que se verifique el conocimiento sensible, han de cumplirse muchas condiciones, sin las cuales aquel no se efectúa, a lo menos del modo conveniente; mientras que el debido al entendimiento, se realiza sin las trabas que dificultan el sensible.
En cuanto facultades, ambas son fuerzas del alma, que ésta usa y emplea para el acto del conocimiento, y ambas poseen la virtud de poder obrar, antes de que realicen sus respectivos actos, volviendo luego a la quietud de su primer estado. Ambas facultades necesitan, igualmente, de la unión del objeto con el alma, por medio de representaciones (especies sensibles e inteligibles); y ambas, por último, se mejoran y perfeccionan, gradualmente, con su respectivo y ordenado ejercicio.
Si tienen los expresados puntos de semejanza, notorias son también sus diferencias, basadas en el modo de obrar y en el objeto propio de cada una. La virtud de reflexionar, conviene solo al entendimiento. La índole misma del conocimiento, que las dos facultades alcanzan, viene a significar la distancia que las separa. La sensibilidad acaba en lo material; el entendimiento se eleva al mundo de lo espiritual
Cierto es que la sensibilidad da el primer paso en el conocimiento. El entendimiento continúa la obra y sigue ascendiendo hasta llegar a la primera, necesaria causa.
La sensibilidad se detiene en la superficie, por decirlo así, de las cosas. El entendimiento penetra hasta el fondo. No parece sino que ambas representan el admirable compuesto humano, cuerpo y alma, espíritu y materia. |