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Torre de Babel Ediciones

Las siete artes liberales en la Edad Media

LIBERALES (Las siete artes).– HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

Durante la edad media se dividían las ciencias en dos partes designadas con los nombres de trivium, y quadrivium

El trivium comprendía la gramática, la retórica (y la poesía) y la dialéctica.

El quadrivium, abrazaba la aritmética, la geometría, la astronomía y la música.

Las dos clases formaban las sietes artes liberales (septem artes liberales) y tenían bastante relación con lo que después de las guerras púnicas formaba la base de la educación de los romanos.

Las artes liberales servían de introducción al estudio de la teología que era su objeto y al cual estaban subordinadas.

Algunos autores y especialmente AIcuino, dividían los estudios a la manera de los estoicos en ética que correspondía al trivium, y física, al quadrivium, encaminado también uno y otro a la teología.

Hacíanse también otras divisiones, pero la mas general es la que hemos indicado, y para recordarla se habían compuesto los dísticos bárbaros siguientes:

Gram. loquitur; Dia. vera docet; Rhet. verba colorat

Mus. canil; Ar. numeral; Geo. ponderat; Ast. colit aura

Entendíase por gramática la de lengua latina porque la lengua griega no se estudiaba sino en muy pocas escuelas, en algunas de Inglaterra y Alemania, y la lengua materna en ninguna parte. Se daban a conocer las letras, las sílabas y las diferentes partes del discurso; se hablaba a los discípulos de los acentos, de los pies, de la prosa, del metro, de la analogía, de la etimología, de la ortografía, de barbarismos, de solecismos y tropos, pero sin dar reglas para evitar las faltas indicadas, ni para formar el estilo. La mayor parte de los autores de aquella época prueban hasta la evidencia que no habían comprendido las reglas más sencillas de la gramática.

La retórica consistía en la definición de los diferentes géneros de elocuencia, en la indicación de las principales partes del discurso y de las principales figuras, pero sin añadir las reglas necesarias para formar al orador.

La dialéctica estaba reducida a las definiciones de las ideas generales, sobre todo de las categorías, de las divisiones y de las explicaciones, a que se agregaba la enumeración de las formas y figuras de argumentación. Pero si se exceptúan algunas reglas sobre el modo de emplear los silogismos, este arte contribuyó bien poco a despertar y guiar la reflexión y a fijar la atención del futuro orador en el desarrollo de su espíritu y en las necesidades de sus oyentes.

La aritmética servia mas bien a las artes mágicas que para dar reglas sólidas de cálculo.

La geometría explicaba las líneas, las figuras, los sólidos, pero los jóvenes no aprendían los teoremas sentados ya por Euclides. A esto se agregaba un resumen de la geografía tal como se la figuraban.

La música estaba reducida a nociones sobre el canto llano. En astronomía se hablaba de los círculos y los polos del globo celeste, del movimiento y de la magnitud supuesta de los astros, de la diferencia de los tiempos, de las medidas, de los instrumentos; pero sin tratar de la práctica.

Los versos siguientes expresan en resumen el objeto que se proponían en cada uno de los estudios:

Grammática. Quid quid agunt artes, ego semper prœdico partes

Dialéctica. Me sine doctores frustra coluere sorores.

Rethórica. Est mihi docendi ratio cum flore loquendi.

Música. Invenere locum per me modulamina vocum.

Geometría. Rerum mensuras et rerum signo figuras.

Arithmética. Explico per numerum quid sit proportio rerum

Astronomía. Astra viasque poli vindico mihi soli.

Como las ciencias sólo se consideraban bajo el punto de vista de su utilidad para el estudio de la teología, de suerte que las que no conducían a este fin se desechaban como superfluas cuando no como nocivas, por eso era tan limitada la enseñanza. Según Hraban Mauro, que era uno de los doctores mas célebres de la época de Carlomagno, la gramática es importante principalmente porque hace conocer los tropos y las expresiones figuradas de las Sagradas Escrituras; la prosodia por los diferentes metros de los salmos; la dialéctica porque enseña a conocer el bien y el mal, lo verdadero, lo verosímil y lo falso, al Criador y la criatura, y da los medios de combatir a los herejes; la geometría, por su utilidad para comprender la estructura del arca de Noé, del templo de Salomón; y en fin, la música, porque facilita el canto en la iglesia, y la astronomía porque enseña a computar las festividades movibles del año.

Pero estas siete artes liberales no se enseñaban por completo en todas las escuelas. En las pobres (minores) no se enseñaba más que lo estrictamente necesario para formar un eclesiástico o un monje, la lectura, la escritura, el canto, el cálculo y la gramática. En otras más ricas (majores) y por lo mismo más completas, además de las artes se enseñaba la interpretación de algunos pasajes de las Sagradas Escrituras, que es lo que se llamaba la Sagrada página (sacra página); en alguna se agregaba a la gramática el estudio de los clásicos. Pero todo esto dependía del jefe de la escuela.

Entre los que primero han escrito de las siete artes liberales, merecen citarse con preferencia Cápela y Casiodoro que han ejercido grande influjo en la enseñanza. Más tarde escribieron también tratados generales sobre el mismo asunto S. Isidoro obispo de Sevilla, Hraban Mauro y Alcuino, y después se escribieron tratados especiales sobre los ramos de estudios comprendidos en el trivium y quadrivium

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