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Naturaleza – Filosofía Griega – Presocráticos – Sofistas – Sócrates

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA – VOCABULARIO FILOSÓFICO

PRESOCRÁTICOS

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Conceptos fundamentales explicados

Naturaleza

O Physis. La totalidad de entes o cosas naturales. El principio esencial que determina los distintos estados y movimientos que le pueden sobrevenir a las cosas naturales.  

Del griego phýsis (naturaleza).
Las primeras investigaciones filosóficas tuvieron como objeto el estudio del mundo físico o Naturaleza. En este sentido, podemos llamar a los primeros filósofos «físicos». Pero no hay que pensar que sus investigaciones eran semejantes a las de los físicos de la actualidad, por lo que se debe distinguir la física propuesta por estos autores (física filosófica) de la física moderna o física científica. De todas formas, la separación entre filosofía y ciencia es algo reciente y tal vez no es adecuada para este primer momento del pensamiento humano.
Los dos sentidos fundamentales incluidos en el concepto de Naturaleza están vigentes en la actualidad y son la Naturaleza entendida como el conjunto de cosas naturales, y la Naturaleza entendida como el principio dinámico que determina el comportamiento o modo de manifestarse de las cosas naturales

TEXTOS PRESOCRÁTICOS-SOFISTAS-SÓCRATES

Aristóteles fue uno de los principales filósofos griegos en la reivindicación de la Naturaleza y en su comprensión metafísica. En el siguiente texto clásico, Aristóteles nos ofrece la idea de la Naturaleza como principio y esencia que determina el cambio y los rasgos de los seres naturales.

Algunas cosas son por naturaleza, otras por otras causas. Por naturaleza, los animales y sus partes, las plantas y los cuerpos simples como la tierra, el fuego, el aire y el agua, pues decimos que éstas y otras cosas semejantes son por naturaleza. Todas estas cosas parecen diferenciarse de las que no están constituidas por naturaleza, porque cada una de ellas tiene en sí misma un principio de movimiento y de reposo, sea con respecto al lugar o al aumento o a la disminución o a la alteración. Por el contrario, una cama, una prenda de vestir o cualquier otra cosa de género semejante, en cuanto que las significamos en cada caso por su nombre y en tanto que son productos del arte , no tienen en sí mismas ninguna tendencia natural al cambio; pero en cuanto que, accidentalmente, están hechas de piedra o de tierra o de una mezcla de ellas, y sólo bajo este respecto, la tienen. Porque la naturaleza es un principio y causa del movimiento o del reposo en la cosa a la que pertenece primariamente y por sí misma, no por accidente .
Digo «no por accidente» porque alguno, siendo médico, podría curarse a sí mismo; pero no posee el arte de la medicina por curarse a sí mismo, sino que en este caso son por accidente un mismo hombre el que cura y el que es curado, y por eso en otras ocasiones pueden ser distintos. Ocurre lo mismo con cada una de las otras cosas producidas accidentalmente: ninguna tiene en sí el principio de su producción, sino que unas lo tienen fuera, en otras cosas, como la casa y cada uno de los demás productos manuales, y otras lo tienen en sí mismas, pero no por sí mismas, como son todas las que pueden llegar a ser accidentalmente causa para sí mismas.
Naturaleza es, pues, lo que se ha dicho. Y las cosas que tienen tal principio se dice que «tienen naturaleza». Cada una de estas cosas es una substancia, pues es un substrato y la naturaleza está siempre en un substrato. Y se dice que son «conforme a naturaleza» todas esas cosas y cuanto les pertenece por sí mismas, como al fuego el desplazarse hacia arriba; pues este desplazamiento no es «naturaleza», ni «tiene naturaleza», pero es «por naturaleza» y «conforme a a naturaleza» .
Queda dicho, entonces, qué es la naturaleza y qué es ser «por naturaleza» y «conforme a naturaleza». Que la naturaleza existe, sería ridículo intentar demostrarlo; pues es claro que hay cosas que son así, y demostrar lo que es claro por lo que es oscuro es propio de quienes son incapaces de distinguir lo que es cognoscible por sí mismo de lo que no lo es. Aunque es evidente que se puede experimentar tal confusión, pues un ciego de nacimiento podría ponerse a discurrir sobre los colores. Pero los que así proceden sólo discuten sobre palabras, sin pensar lo que dicen.

Aristóteles, Física, Libro Segundo, I
(Planeta de Agostini, Editorial Gredos, S.A. (1995), Biblioteca Clásica Gredos. Traducción:  Guillermo R. de Echandía)

© Javier Echegoyen Olleta
Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 1: Filosofía Griega. Editorial Edinumen