HISTORIA DE LA FILOSOFÍA – VOCABULARIO FILOSÓFICO
ORTEGA Y GASSET Ejercicios – Textos – Resumen mínimo de su pensamiento Introducción al pensamiento de Ortega y Gasset – Influencias y repercusiones |
París – 1938 | |
Superación del IdealismoEs el tema de nuestro tiempo. Sólo profundizando en el idealismo, asimilando hasta el final su proyecto, podremos ir más allá de él y alcanzar un nuevo principio filosófico y, en último término, una nueva época. El resultado de la superación del idealismo es el descubrimiento de la vida como realidad radical y de la razón vital como el método adecuado para su comprensión. Según Ortega y Gasset, el pensamiento moderno, y su mejor expresión, el idealismo, presenta algunas tesis y actitudes a las que nunca podemos renunciar:
Tras reconocer los méritos del idealismo, Ortega propone su superación, para lo cual creerá necesario dejar de lado el modo tradicional de considerar la realidad, el ser: «Se invita, pues, a ustedes para que pierdan el respeto al concepto más venerable, persistente y ahincado que hay en la tradición de nuestra mente: el concepto de ser. Anuncio jaque mate al ser de Platón, de Aristóteles, de Leibniz, de Kant y, claro está, también al de Descartes.» («¿Qué es filosofía?», IX). Veamos los principales errores que Ortega encuentra en el idealismo. El primero consiste en interpretar el pensar como atributo de una cosa, de una substancia: la primera verdad es «el pensamiento existe», «cogitatio est». Pero Descartes no dice «el pensamiento existe», dice «pienso, luego soy, existo». El problema es que Descartes, como un antiguo o un medieval, sigue utilizando las «categorías cósmicas», y la concepción substancialista de la realidad, la comprensión del ser como ser inmóvil e invariable. Descartes no se contenta con afirmar la existencia del pensamiento, cree necesario suponer que por debajo del pensamiento, y como su soporte, debe encontrarse una cosa, una unidad estática, ciertamente no una cosa física, pero sí una cosa pensante. De este modo concluye que el yo es una cosa que piensa, la «res cogitans». Pero, objeta Ortega, nadie ha tenido jamás una intuición de dicha substancia. La existencia del pensamiento es indudable, pero la existencia de esa realidad oculta y estática «la res cogitans» es un mero supuesto, una hipótesis. De este modo, Descartes reproduce la idea griega del ser, el ser como lo inerte, como lo inmutable. Frente a esta interpretación cartesiana de la subjetividad, Ortega señala que la nota característica del pensamiento es la «inquietud»: el pensamiento no es una realidad estática, es un ser activo, es hacerse continuamente a sí mismo; el pensamiento tiene realidad, ser, cuando yo lo pienso, cuando lo hago, lo actúo, lo ejecuto. Ortega considera absolutamente necesario superar la concepción substancialista de la realidad, y con ella de la subjetividad. El ser estático tiene que ser sustituido por un ser dinámico, actuante. Otra importante crítica de Ortega al idealismo (y aquí incluye a la propia fenomenología de la que, sin embargo, tomó tantas ideas) se refiere al papel de la conciencia. El idealismo declara la conciencia como el ámbito fundamental en donde se presenta el ser. Esto le lleva a una visión intelectualista de la vida humana que Ortega rechazará. El dato primordial no es el darse cuenta de los objetos, no es el ser consciente de, es el tratar con las cosas, es el que las cosas nos conmuevan, sean un obstáculo o un instrumento para nuestros fines. Ortega no niega que las cosas se nos muestren, nos sean presentes, pero este mostrarse o hacerse presente no es de forma principal un mostrarse a la conciencia, y mucho menos a la razón. Para él la realidad se hace presente ante facultades o dimensiones no racionales del sujeto, como las relativas al deseo, a la voluntad y a la esfera del sentimiento. Ni siquiera le parece que el darse cuenta de sí mismo, la noción más peculiar de la modernidad, sea el dato primero, pues antes de darnos cuenta de nosotros mismos nos damos cuenta de las cosas. La tesis idealista -como también su otra cara, el realismo- tiene que superarse: el idealismo acierta cuando muestra que la realidad depende de la subjetividad, pero se equivoca cuando considera que es una parte de ella, que la realidad está dentro de la subjetividad. El mundo, la realidad, no está ni dentro ni fuera de nuestro pensamiento está junto al pensamiento, formando una totalidad inseparable: «como el anverso con el reverso y la derecha con la izquierda, sin que por eso la derecha sea izquierda ni reverso el anverso». Las cosas agotan su ser en aparecerme a mí; a su vez, sin la cosa que veo mi ver no existiría, es decir no existiría yo. Es cierto que no podemos salir de nosotros mismos y alcanzar un mundo independiente, pero para encontrar un mundo no necesitamos salir de nosotros mismos, lo encontramos junto a nosotros. Mi ser es ser un ser con el mundo. Soy intimidad, pero a la vez soy lugar en donde aparece el mundo, lo que no soy yo. «Sin objetos no hay sujeto. El error del idealismo fue convertirse en subjetivismo, en subrayar la dependencia en que las cosas están de que yo las piense, de mi subjetividad, pero no advertir que mi subjetividad depende también de que existan objetos. El error fue el hacer que el yo se tragase el mundo, en vez de dejarlos a ambos inseparables, inmediatos y juntos, más, por lo mismo, distintos.» («¿Qué es filosofía?», IX). |
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José Ortega y Gasset, ¿Qué es filosofía? Lección IX |
© Javier Echegoyen Olleta Edición en papel: Historia de la Filosofía. Volumen 3: Filosofía Contemporánea. Editorial Edinumen. |