En la filosofía aristotélico-tomista este término tiene dos sentidos: potencia activa, o capacidad para ejercer un cambio, como cuando hablamos de la potencia física de un coche o psíquica de una voluntad poderosa, y potencia pasiva, o disponibilidad para llegar a ser algo, como cuando decimos que una semilla en acto es semilla pero en potencia es un árbol. Todos los seres naturales constan de la estructura acto-potencia.
En la psicología filosófica correspondiente a este escuela, el concepto más importante es el de potencia activa: las potencias pueden ser del cuerpo o del alma; las facultades del alma son sus potencias activas o poderes del alma para provocar cambios en sí misma o en los cuerpos. Las facultades más propias del alma humana son la memoria, la percepción, el razonamiento y la voluntad.
Ver «acto«. |