A MIS ILUSTRADOS COMPAÑEROS, LOS PROFESORES DE FILOSOFÍA Publiqué, separadamente, hace algunos años, unos TRATADOS DE PSICOLOGÍA, LÓGICA Y FILOSOFÍA MORAL, cuya edición agotóse no ha mucho tiempo, coincidiendo en fecha su agotamiento con la de una comunicación llegada a mis manos, acompañada del favorable, honroso informe emitido por el Real Consejo de Instrucción pública, en virtud del cual se declaraba mi obra didáctica, por aquel alto Cuerpo, de mérito para ascensos en mí carrera. Prodújome la grata nueva la satisfacción con siguiente y estimuló en mí el propósito de corregir mis libros y dar a luz una segunda edición; purgada de los defectos que yo mismo pude notar en un concienzudo examen, ayudado en él por mi ya larga y no interrumpida experiencia. Venían anunciándose desde algún tiempo atrás, probables reformas en la segunda enseñanza. El rumor público se fue pronunciando en tal sentido, y llegó al cabo la aparición del Decreto de reforma, en 16 de Septiembre de 1894. Ordenó esta disposición que la Psicología elemental fuese explicada en un curso, de lección alterna y que los Principios de Lógica y de Ética constituyesen otro curso, en igual forma. Atendiendo y respetando el mandato oficial; procurando interpretar el espíritu de la ley vigente, he escrito este nuevo libro de Psicología elemental, que ahora doy a la estampa, y en el cual he conservado cuidadosamente la pureza de la doctrina, que siempre bebí en las más claras y puras fuentes, siguiendo las sabias enseñanzas del profundo Santo Tomás, de sus más fieles y genuinos intérpretes y de nuestro preclaro Balmes. He simplificado cuanto me ha sido dable la materia; he puesto singular cuidado en su exposición metódica y en la forma o expresión, adecuada, por su sencillez, a la débil inteligencia de los llamados a aprender esta hermosa ciencia, que despierta la atención del joven y estimula su razón en los ensayos del discurso. No creo, ―e invoco en este instante el testimonio de todos mis ilustrados compañeros en el noble sacerdocio de la enseñanza― no creo, repito, que la Filosofía ni con ella ninguna de sus ramas, pueda reducirse a la forma de breves proposiciones que hayan de ser aprendidas de memoria por los alumnos. Tenemos necesidad de explicar el concepto, y lo abstracto no se explica en juicios separados e independientes. Así lo pide la índole de la interesante, profunda y trascendental materia, cuya difícil enseñanza nos ha sido confiada. Yo así lo entiendo, como entiendo claramente, que, por desdicha mía, soy el último de esta honrada, sabia y laboriosa falange, que no aspira a gloria ni a fortuna y que consume su vida, sin medro ni nombre, en la modesta y olvidada Cátedra, guiando a la juventud por el accidentado camino de la virtud y el saber. Después de lo que, no ha mucho, ha declamado una parte de la prensa periódica acerca de la abundancia excesiva de los libros de texto, del modo con que suelen estar escritos, de su precio exagerado y de algunas otras afirmaciones ofensivas y muy dignas de pública respuesta, yo estoy en el caso obligado de rogar perdones e indulgencia para este mi trabajo, en el que no pretendo, cierta mente, pasar plaza de inventor, que el empuje de la ciencia ha de venir de más alto. Solo aspiro al modesto papel del último de sus expositores, y declaro que si por los años voy trepando rápidamente por las altas ramas del escalafón, quedéme estancado y muy bajo en el saber, que noblemente envidio, respeto y aplaudo, en donde quiera que muestra sus brillantes destellos. Elijo a mis compañeros por jueces de mi obra, y si ellos se dignan hacerme la advertencia de errores y lunares de mi trabajo, me apresuraré a purgarla de ellos y agradeceré, profundamente, su benéfica y generosa observación.
JOSÉ MOREN0 CASTELLÓ |
J. Moreno Castelló – Psicología Elemental Dedicatoria |