J. Vicente Viqueira – La Psicología Contemporánea Capítulo VII – LA PSICOLOGÍA OBJETIVISTA
CAPÍTULO VII
La psicología objetivista
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El objetivismo en psicología. Comte y la frenología de Gall. W. Wundt y el objetivismo – Materialismo. Energetismo. Epifenomenismo – La Psicología objetiva de Bechterew – El conductismo de Watson. Su crítica de la introspección – La conducta como objeto de estudio. Reducción de lo psíquico a la conducta. Fines del conductismo. Métodos. Crítica del conductismo – El neovitalismo y Driesch – El psicoanálisis de Freud. Bleuler – Bibliografía
Hemos visto en lo anteriormente expuesto, que frente al movimiento iniciado por la psicología wundtiana se habían presentado dos grandes corrientes. Una de ellas, que ya hemos estudiado en los capítulos IV, V y VI intentaba, en el fondo, apartar la psicología de las ciencias naturales y partía de la concepción fundamental de que la vida del espíritu era algo sui generis, para cuya investigación no servían, en lo fundamental, los conceptos ni los métodos de las ciencias de la naturaleza. Éstos eran los rasgos comunes que luego hallábamos, más o menos acusados, en las doctrinas particulares. Frente a esta dirección encontramos la segunda gran corriente a que nos referíamos, y que precisamente debemos estudiar en este capítulo. Dicha dirección se halla constituida por una serie de posiciones que quieren hacer de la psicología una ciencia biológico-natural, entendiendo por dicho término sólo aquello que puede obtenerse por los medios y conceptos de la fisiología. Todo esto incluye forzosamente que la psicología, para ser ciencia, debe abandonar el estudio de los fenómenos de conciencia y el método introspectivo, o por lo menos considerar a aquéllos sólo como indicaciones, en sus construcciones científicas.
Nos hallamos, pues, aquí en la dirección objetivista ya citada (1). Se entiende en este respecto por subjetivo lo que es dado directamente por la conciencia, y por objetivo lo que no es dado por la conciencia sino aquellos datos pretendidos psíquicos, que de alguna manera existen en el mundo de los objetos, que quedan fijos en el mundo físico. La fatiga, por ejemplo, es subjetivamente el estado complejo consciente de fatiga; objetivamente se nos presentará como modificaciones funcionales fisiológicas que se expresan en el diagrama del ergógrafo. La psicología objetivista no prestará fe (en general) ni reconocerá más datos que los objetivos, o al menos pretenderá hacerlo así.
La posición capital dentro de esta corriente es, hoy día, el conductismo fundado por el norteamericano Watson. Dicha corriente no está, como puede pensarse, aislada, sino que han existido otras análogas que han sido sus antecesoras y existen movimientos semejantes en el presente. Así, antes de llegar al conductismo, debemos ocuparnos de todas estas direcciones objetivistas más antiguas. Por otra parte, la tendencia a la objetividad (en el sentido que concedimos a la palabra) es vieja en la psicología y nos convendrá, por lo tanto, hacer algunas breves indicaciones históricas antes de exponer aquellas posiciones que ahora nos interesan.
Puede hacerse remontar esta tendencia a las concepciones materialistas de la antigüedad griega. En particular, puede ponerse en relación con la teoría de los animales-máquinas de Descartes, con la que, como es sabido, enlaza el materialismo francés del siglo XVIII; según Descartes, los animales no tienen alma, son meras máquinas, y lo que puede (interpretando desde nuestro punto de vista moderno al clásico pensador) hacer una psicología animal es entender éste su mecanismo. Más importante es recordar que ha hallado un partidario decidido en A. Comte (1708-1857). Es este filósofo, fundador del positivismo, un enemigo acérrimo de la introspección. Según él, la introspección, el examen directo de la vida psíquica, es imposible porque el sujeto no puede dividirse en dos partes: la que observa y la que es observada; mientras se actúa, se es activo, pero no se observa. Precisamente la antedicha división sería esencial de la introspección y la haría imposible (2). Así Comte exigió ya una psicología, totalmente objetiva, constituida, para él, por una fisiología de los sentidos y una frenología en el tipo de Gall. El alemán Gall (1758-1828) suponía que las circunvoluciones cerebrales eran el órgano fisiológico del alma y que poseía cada una de ellas una función peculiar. Ahora bien; del desarrollo de las circunvoluciones dependía el de una facultad o sentido, y como aquel desarrollo se hacía notar modificando la forma del cráneo, en la forma de la cabeza se traducían aquellas facultades o sentidos, y podía apreciarse su existencia por ella (3). Lo que estimaba, pues, Comte en la frenología era su rudimentaria anatomía y, ante todo, fisiología cerebral.
Además de en Comte, el objetivismo tiene una raíz en el fundador mismo de la psicología experimental, W. Wundt, quien como ya se dijo, confía para las investigaciones psicológicas, no en el procedimiento introspectivo, sino en el experimento. La observación interna según él, como se expuso, es un estado mental que suplanta el proceso observado, y cuando observamos llegamos, por consiguiente, a saber sólo que observamos; la introspección sólo vale cuando sorprende momentáneamente los estados de conciencia. Además, cuando Wundt se dirige a la psicología de los pueblos y hace aquí una labor constructiva, se basa, no en precedentes introspectivos, sino en los productos de la cultura y en los hechos anteriormente conocidos por el experimento. Sin embargo, la introspección no se rechaza de plano, ni mucho menos, por W. Wundt, y en la práctica se hace un uso mucho más abundante que el que podría suponerse por dichas afirmaciones; lo que, como se dijo, coopera a dar un carácter sintético, total, a la psicología wundtiana.
Para orientarnos ahora en las diversas direcciones que vamos a exponer, debemos examinar los varios motivos de esta aspiración a la objetividad en psicología. Veremos en seguida que han sido diversos, y que precisamente de esta diversidad surgen las diferentes corrientes. Pasemos a considerar dichos motivos y las corrientes que originan. He aquí unos y otras:
1.º Para algunos el espíritu no es más que materia, o algo análogo a ella (energía). De esta afirmación fundamental surgen el materialismo y el energetismo.
2.º El espíritu es algo añadido, dependiente de la materia; a modo de una sombra suya. Esta es la tesis del epifenomenismo.
3.º El espíritu mismo no es accesible a los métodos de la ciencia exacta. De él no hay ciencia, pues la introspección no es posible como método. Es preciso dirigirse, en psicología, al estudio del sistema nervioso (psicología objetiva), o de la conducta fisiológicamente entendida (conductismo).
Después de habernos orientado de esta manera, debemos estudiar en el orden dicho los puntos de vista fundamentales enumerados. Antes es preciso insistir en que sólo el último (el conductismo) ofrece interés actualmente. Los otros pueden considerarse superados; pero como todavía tienen algunos partidarios, o al menos parecen tenerlos, debemos estudiarlos para dar una idea de conjunto de la dirección objetivista. Pasamos, pues, a la exposición de dichas posiciones.
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(1) Capítulo IV de este libro.
(2) Cours de Philosophie positive, tomo I (1830), pág. 34, tomo III (1838), pág. 774.
(3) GALL, Introduction au cours de physiologie du cerveau, 1808. |