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Torre de Babel Ediciones

Santo Tomás de Aquino – Filosofía Medieval y Cristiana – Argumento Ontológico

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA- VOCABULARIO FILOSÓFICO

SANTO TOMÁS

Ejercicios  –  Textos  –  Resumen de su pensamiento

Influencias y repercusiones

Conceptos fundamentales explicados

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Argumento Ontológico

Prueba para la demostración de la existencia de Dios. Cree posible demostrar su existencia a partir de la comprensión de la idea de Dios, ya que ésta implica su existencia.

El rasgo peculiar de este argumento está en que considera posible demostrar la existencia de Dios a partir de la mera comprensión intelectual del concepto de Dios (o de su esencia, según algunas versiones) y sin utilizar ningún dato del mundo, ninguna experiencia de la realidad. Se suele indicar que por ello este argumento es típicamente racionalista pues va de la mente o razón al mundo y no de la experiencia del mundo a Dios, de ahí que sea un argumento particularmente apreciado por los racionalistas (desde Descartes hasta Hegel) pero rechazado por todos aquellos filósofos que valoran más la experiencia sensible (desde Santo Tomás hasta Kant, quien precisamente dio este título a esta forma de argumentar).
El argumento, tal y como lo defiende San Anselmo (1035-1109) en su obra «Proslogion», se puede resumir del siguiente modo:

a) comienza definiendo a Dios como “el ser mayor que el cual nada puede pensarse” (con ello quiere indicar que pensamos a Dios como el ser más perfecto);

b) el insensato (así llama este filósofo al que no cree en Dios) tiene en su espíritu la idea de Dios como el ser mayor que el cual nada puede pensarse, pues:

  • al oír el enunciado lo comprende,
  • todo lo que se comprende está en el espíritu;

c) si ese objeto (Dios) existiese sólo en la inteligencia o espíritu, tal como afirma el insensato, no sería el ser mayor que el cual nada puede pensarse pues:

  • la existencia hace a algo mayor (premisa implícita),
  • el ser que existiese realmente, además de en el pensamiento, sería mayor que el ser meramente pensado;

d) si el insensato dice que Dios no existe, estaría diciendo que Dios «ser mayor que el cual nada puede pensarse» no es Dios, ya que aún podríamos pensar en otro ser que además de existir en la inteligencia existiese en la realidad, y ese sería mayor que el ser meramente pensado, y sería propiamente Dios. El ateo que niega la existencia de Dios piensa que el ser mayor que el cual nada puede pensarse no es el ser mayor que el cual nada puede pensarse, con lo cual cae en contradicción;

e) conclusión: luego Dios existe.

A este argumento el monje Gaunilón objetó que de la misma forma deberían existir las islas Afortunadas, título con el que nos referimos a las tierras más hermosas y perfectas que se puede pensar; pues no serían las más hermosas y perfectas si no existieran, luego deben existir en la realidad además de en nuestra mente. San Anselmo respondió que esa definición sólo puede aplicarse a Dios porque sólo en Él se identifican esencia y existencia.

Ver Cinco Vías, proposiciones evidentes en sí mismas y para nosotros y pruebas a posteriori para la demostración de la existencia de Dios.

        Consulta también la exposición sobre San Anselmo en la Historia de la Filosofía de Zeferino González.

Santo Tomás – Esquema de su pensamiento – Resumen de la filosofía tomista para la preparación de la PAU (prueba de acceso a la universidad)

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En el siguiente famoso texto, San Anselmo presenta el que, a partir de Kant, se llamará «argumento ontológico» para la demostración de la existencia de Dios, argumento de corte racionalista que basa toda su fuerza en la dificultad de negar la existencia de Dios habiendo aceptado que es el ser más perfecto que el cual nada puede pensarse.

Señor, Tú que das la inteligencia de la fe, dame cuanto sepas que es necesario para que entienda que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos; creemos ciertamente que Tú eres algo mayor que lo cual nada puede pensarse.  ¿Y si, por ventura, no existe una tal naturaleza, puesto que el insensato dijo en su corazón: no existe Dios? Mas el propio insensato, cuando oye esto mismo que yo digo: «algo mayor que lo cual nada puede pensarse», entiende lo que oye, y lo que entiende está en su entendimiento, aunque no entienda que aquello exista realmente. Una cosa es, pues, que la cosa esté en el entendimiento, y otra entender que la cosa existe en la realidad. Pues, cuando el pintor piensa lo que ha de hacer, lo tiene ciertamente en el entendimiento, pero no entiende que exista todavía en la realidad lo que todavía no hizo. Sin embargo, cuando ya lo pintó, no sólo lo tiene en el entendimiento, sino que también entiende que existe en la realidad, porque ya lo hizo. El insensato debe convencerse, pues, de que existe, al menos en el entendimiento, algo mayor que lo cual nada puede pensarse, porque cuando oye esto, lo entiende, y lo que se entiende existe en el entendimiento. Y, en verdad, aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si sólo existe en el entendimiento puede pensarse algo que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, existe sólo en el entendimiento, aquello mayor que lo cual nada puede pensarse es lo mismo que aquello mayor que lo cual puede pensarse algo. Pero esto ciertamente no puede ser. Existe, por tanto, fuera de toda duda, algo mayor que lo cual nada puede pensarse, tanto en el entendimiento como en la realidad.

San Anselmo, Proslogion. Capítulo II. Que Dios existe realmente
(Editorial Aguilar Argentina. Traducción Manuel Fuentes Benot)

Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna.
Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.
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