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Torre de Babel Ediciones

Santo Tomás de Aquino – Filosofía Medieval y Cristiana – Aristotelismo

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA- VOCABULARIO FILOSÓFICO

SANTO TOMÁS

Ejercicios  –  Textos  –  Resumen de su pensamiento

Influencias y repercusiones

Conceptos fundamentales explicados

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Aristotelismo

  Conjunto de autores fieles en mayor o menor medida al pensamiento de Aristóteles. En el aristotelismo cristiano destaca Santo Tomás.

Las tres orientaciones aristotélicas de la Edad Media fueron:

  1. El aristotelismo árabe: en el año 832 se crea en Bagdad una escuela de traductores que traslada al árabe las obras de los griegos, incluidas las aristotélicas. Los primeros seguidores de Aristóteles mezclan su pensamiento con ideas neoplatónicas, así ocurre por ejemplo con Alfarabi (s. X) y Avicena (s. XI). El filósofo árabe más importante y más puramente aristotélico fue el cordobés Averroes (s. XII), llamado el “Comentador” de Aristóteles. Defendió la eternidad del mundo y el monopsiquismo: hay un sólo entendimiento agente para todos los hombres, entendimiento que es inmortal, pero no hay nada inmortal en cada hombre particular. Con él se inicia un movimiento muy influyente en la filosofía cristiana llamado averroísmo.
  2. Aristotelismo judío: primero mezclado con ideas neoplatónicas: Avencebrol (s. XI), y después en una lectura más fiel a Aristóteles, como la realizada por el también cordobés Moisés Maimónides (s. XII), muy apreciado por Santo Tomás entre otras cuestiones por su defensa de la creación del mundo de la nada.
  3. Aristotelismo cristiano: con la excepción de algunos escritos menores de lógica, la cultura cristiana desconoce el pensamiento aristotélico hasta finales del siglo XII, fecha en la que los traductores de la escuela de Toledo traducen al latín las obras de pensadores árabes, judíos y griegos. En el siglo XIII se traducen al latín, directamente del griego, las obras aristotélicas. El aristotelismo (particularmente el de los filósofos influidos por Averroes) tiene tesis problemáticas en relación con los dogmas cristianos, como las relativas a la inmortalidad del alma y la eternidad del mundo. Por ese motivo un concilio provincial de París prohibió leer los escritos de Aristóteles sobre filosofía natural (la «Física»), al que posteriormente añadió la prohibición de la «Metafísica»; sin embargo la prohibición no surtió efecto y se estudió con entusiasmo, incluso en la universidad de París. San Alberto Magno y su discípulo Santo Tomás defienden la obra de Aristóteles haciendo una lectura compatible con el dogma y enfrentándose a las interpretaciones árabes y a los teólogos platónico-agustiníanos. Finalmente, en 1366 se exigió el estudio de Aristóteles para obtener la licenciatura en la facultad de Artes.

Los rasgos característicos del aristotelismo latino o cristiano fueron:

a) frente al la interpretación averroísta

  • la inmortalidad del alma,
  • y la negación de la eternidad del mundo;

b) y frente al agustinismo

  • el predominio del entendimiento sobre la voluntad,
  • de la razón frente a la intuición,
  • la capacidad natural de la razón para llegar a la verdad sin precisar de la iluminación,
  • la clara diferenciación entre la fe y la razón (con campos y métodos propios).

Ver agustinismo y averroísmo.

Santo Tomás – Esquema de su pensamiento – Resumen de la filosofía tomista para la preparación de la PAU (prueba de acceso a la universidad)

En la Historia de la Filosofía de Zeferino González. Aristotelian influence, In A short history of philosophy. By Arch. B. D. Alexander.

imageTEXTOS DE SANTO TOMÁS

Maimónides presenta en el texto siguiente de su obra Guía de perplejos la discusión sobre el problema de la eternidad del mundo, tomando partido por la fidelidad a los textos sagrados en donde se afirma la creación del mundo

Voy a exponerte en el presente capítulo mi opinión sobre esta materia, y seguidamente aduciré las pruebas de mis asertos. Digo, pues, tocante a las afirmaciones de aquellos mutacálimes que pretenden haber demostrado la novedad del mundo, que yo no admito sus pruebas, ni quisiera engañarme a mí mismo aceptando métodos erróneos como demostraciones auténticas.  Quien pretenda enuclear una cuestión valiéndose de sofismas, no conseguirá, a mi juicio, afianzar el apetecido asenso, sino más bien debilitado, dado que, al evidenciarse la nulidad de tales argumentos, el espíritu se resiste a admitir la supuesta demostración. Preferible es que, indemostrada ésta, quede como simple materia de investigación, o que se acepte sin más uno de los extremos de la disyuntiva. Ya te expuse los métodos establecidos por los mutacálimes en pro de la novedad del mundo y te descubrí sus puntos vulnerables. Asimismo, todo lo que Aristóteles y sus seguidores alegan a favor de la eternidad del mundo no constituye, en mi opinión, una demostración decisiva, sino argumentos sujetos a graves reparos, como después podrás comprobar. Lo que me propongo elucidar respecto a la creación del cosmos, conforme a nuestra Ley, según expuse, no es un imposible, y que todos esos argumentos filosóficos, de los cuales parece deducirse no es como dejamos dicho, presentan algún viso que los invalida y hace inadmisibles para educir pruebas contra nosotros. Ahora bien, evidenciado esto, a mi juicio, y quedando indecisa esta cuestión, a saber, la eternidad del mundo o su creación en el tiempo, acepto la solución dada por la profecía, que explica lo que no alcanza a dilucidar la facultad especulativa, puesto que, como indicaremos, no es una cosa recusable, ni siquiera para quien admite la eternidad del mundo.
Después de exponer la posibilidad de nuestro punto de vista, trataré asimismo, mediante una prueba especulativa, de sobreponerla, quiero decir, hacer prevalecer la teoría de la creación sobre la de la eternidad, poniendo de relieve que, si nos vemos implicados en alguna consecuencia absurda al admitir la creación, mayor es la que se sigue de la supuesta eternidad. Voy, pues, a presentar un método para rebatir las razones de todos cuantos argumentan en pro de la eternidad del mundo.

Maimónides, Guía de perplejos, Editora Nacional

Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna.
Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.
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