SANTO TOMÁS |
Proposiciones evidentes en sí mismas y evidentes para nosotros
Proposiciones en las cuales el concepto predicado se incluye en el sujeto y de las que tenemos evidencia. Santo Tomás hace una clasificación de los conocimientos humanos de gran importancia para la cuestión de la demostración de la existencia de Dios. Esta caracterización de las proposiciones es un antecedente de la clasificación kantiana de las proposiciones en analíticas o sintéticas, y es la siguiente:
La proposición «Dios existe» es una proposición evidente en sí misma, pues la existencia es una propiedad que se incluye en la esencia de Dios, pero no es evidente para nosotros ya que nuestra mente no está capacitada para ver con evidencia el sujeto, ni dicho nexo o relación entre el sujeto y el predicado. Este punto es importante porque le sirve a Santo Tomás para cuestionar las argumentaciones que parten de la idea de Dios para demostrar su existencia (el «argumento ontológico» de San Anselmo). Así, el Aquinate dirá que si nuestro entendimiento fuese como el de los ángeles veríamos con tanta claridad que Dios existe como vemos que los triángulos tienen tres lados, pero dado que nuestro entendimiento es limitado, en particular por estar encarnado en un cuerpo, las demostraciones de la existencia de Dios deben partir de datos que sean para nosotros más evidentes aunque en sí mismos tengan menos racionalidad que Dios mismo. Como no sabemos en qué consiste Dios, para nosotros aquella proposición no es evidente sino que necesitamos demostrarla, y demostrarla a partir de aquello que es más evidente para nosotros, esto es, por los efectos. Además, no todo el mundo entiende por Dios aquello que es lo más inmenso que se puede pensar (como parece suponer San Anselmo) pues de hecho algunos creyeron que Dios es cuerpo. Hay que tener cuidado con esta clasificación tomista de los tipos de proposiciones pues nosotros llamamos evidente a una proposición si vemos que es verdadera, pero en la terminología tomista esto no es necesariamente así: es posible que una proposición sea evidente en sí misma y que no siempre la reconozcamos como verdadera, o que algunas personas incluso la declaren falsa; así ocurre, por ejemplo con la proposición «Dios existe», que es «evidente en sí misma» en terminología tomista, aunque hay personas que no ven con claridad su verdad e incluso que la consideran falsa. Por otro lado nosotros ahora tendemos a decir que proposiciones del tipo «los árboles pierden sus hojas en Otoño» o «los alemanes son muy trabajadores» son evidentes puesto que nos parecen muy ciertas, sin embargo en terminología tomista no son evidentes en sí mismas pues no describen una propiedad que se incluya en el sujeto. Es preciso recordar que el carácter de «evidente o no evidente en sí misma» que atribuimos a una proposición no depende del hecho de que la podamos conocer como verdadera, sino simplemente del hecho de si describe una propiedad esencial o no. Santo Tomás – Esquema de su pensamiento – Resumen de la filosofía tomista para la preparación de la PAU (prueba de acceso a la universidad) |
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Edición en papel: Historia de la Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna. Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen. |