Diógenes Laercio – Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres EMPÉDOCLES – Libro Octavo
BIOGRAFÍA DE EMPÉDOCLES
1. Empédocles, como dice Hipoboto, hijo de Metón, que lo era de otro Empédocles, fue agrigentino. El mismo Hipoboto y Timeo en el libro XV de sus Historias dicen que Empédocles, abuelo del poeta, fue un varón insigne, y lo mismo atestigua Hermipo. No menos Heráclides en el libro De las enfermedades dice que su abuelo fue de una casa ilustre, y que criaba caballos (603). Igualmente Eratóstenes, en sus Olimpiónicos, dice por testimonio de Aristóteles que el padre de Metón venció en la Olimpíada LXXI. Apolodoro, gramático, dice en sus Crónicas que era hijo de Metón; y Glauco asegura que se pasó a los turios, colonia entonces recién fundada. Y más abajo dice que los que afirman que fugitivo de su casa se fue a Siracusa y militó con los siracusanos contra los atenienses, parece proceden con suma ignorancia, pues o ya no vivían entonces, o era viejísimo. Lo cual no es verosímil, pues Aristóteles dice que él y Heráclito murieron de sesenta años, y el que venció a caballo (604) en la Olimpíada LXXI tenía el mismo nombre. Así concuerda el tiempo Apolodoro.
2. Sátiro dice en las Vidas que Empédocles fue hijo de Exeneto; que dejó un hijo llamado también Exeneto, y que en la Olimpíada misma él venció a caballo, y su hijo en la lucha o bien en la carrera, como quiere Heráclides en el Epítome. Y yo hallo en los Comentarios de Favorino que Empédocles inmoló a los espectadores un buey de miel y harina, y que tuvo por hermano a Calicrátides. Telauges, hijo de Pitágoras, en su carta a Filolao, dice que Empédocles fue hijo de Arquinomo. Que fue de Agrigento a Sicilia lo dice él mismo al principio de sus Lustraciones
¡Oh vosotros amigos
que habitáis la ciudad ilustre y grande,
de alcázares excelsos,
del dorado Acragante a las orillas!, etc.
Hasta aquí su descendencia.
3. Que fue discípulo de Pitágoras lo escribe Timeo en el libro IX de sus Historias, diciendo que se le halló el plagio de cierto discurso (lo dice también Platón), y por ello se le prohibió concurrir a las lecciones, y que hace memoria de Pitágoras diciendo:
Había allí un varón sabio en extremo,
riquísimo de bienes de la mente.
Algunos aseguran que esto lo dijo de Parménides. Neantes dice que los pitagóricos hasta Filolao y Empédocles se comunicaban mutuamente sus discursos; pero que luego que éste los publicó en verso, pusieron ley que no participara de ellos versista alguno. Lo mismo dicen sufrió Platón, pues también le fue negada la concurrencia. De quién de éstos fue discípulo Empédocles, no lo dijo; y la carta de Telauges que corre, de que lo fue de Hipaso y de Brontino, no es fidedigna. Teofrasto dice que fue émulo (605) de Parménides, y lo imitó en los poemas, pues también aquél publicó en verso un libro (606) De la naturaleza. Hermipo dice que no fue émulo o imitador de Parménides, sino de Jenófanes, con quien vivió tiempo y lo imitó en los versos, y finalmente se pasó a los pitagóricos. Alcidamas dice en su Físico que en los tiempos mismos Zenón y Empédocles oyeron a Parménides, pero que al fin lo dejaron, y Zenón filosofó por sí mismo, y Empédocles oyó a Anaxágoras y a Pitágoras, imitando del uno la gravedad de vida y habito, y del otro la ciencia fisiológica.
4. Aristóteles en su Sofista dice que Empédocles fue inventor de la retórica, y Zenón de la dialéctica. Y en el libro De poética llama homérico a Empédocles, grave y vehemente en la frase y en las metáforas, y que usó de todas las figuras poéticas. Y que además de otros poemas escribió el Tránsito de Jerjes (607) y un Proemio a Apolo, y que después lo quemó todo una hermana suya o hija, como dice Jerónimo; el Proemio contra su voluntad; pero lo tocante a Persia lo quemó a sabiendas, por ser obra imperfecta. Dice asimismo que también escribió tragedias y asuntos de política. Pero Heráclides, hijo de Serapión, asegura que las tragedias son de otro Empédocles. Jerónimo dice haber visto cuarenta y tres suyas, y Neantes, que las escribió siendo joven y las halló después.
5. Sátiro escribe en las Vidas que también fue médico y orador excelente, y que fue discípulo suyo Gorgias Leontino, varón eminente en la retórica, el cual nos dejó un Arte de ella, y que según escribe Apolodoro en sus Crónicas, vivió ciento nueve años. El mismo Sátiro refiere que Gorgias dijo había estado presente cuando Empédocles ejercitaba sus encantamientos. Y aun lo anuncia así él mismo en sus poesías, entre otras muchas cosas, diciendo:
Oirsme tú solo
beneficios, prestigios, amuletos
que la vejez ahuyenten y los males.
Enfrenarás la furia de los vientos
inquietos y perennes;
los cuales excitados con sus soplos
sobre la madre tierra, la devastan,
y destruyen del campo las labores.
Si acaso se aplacaren,
harás que se levanten nuevamente.
Un temporal oscuro
lo volverás del hombre alegre calma.
A la agostada y árida sequía
darás aguas suaves
que fecundicen árboles y frutos;
aun soplos les darás que los oreen.
Finalmente, del Orco a nueva vida
las almas sacarás de los difuntos.
6. Dice asimismo Timeo en el libro XVIII que fue también varón admirado por muchas causas, pues soplando una vez con vehemencia los vientos etesios, tanto que destruían los frutos, mandó desollar asnos, hacer odres y ponerlos en los collados y vértices de los montes para coger el soplo (608). Cesando efectivamente, fue llamado Colusanema (609). Heráclides dice en el libro De las enfermedades que Empédocles dictó a Pausanias lo que escribió acerca de una mujer que no respiraba (610). Este Pausanias, como dicen Aristipo y Sátiro, era su bardaja, y le dedicó sus libros De la naturaleza en esta forma:
Oyeme tú, Pausanias,
hijo del sabio Anquito.
Compúsole también este epigrama:
Gela es ilustre patria de Pausanias,
hijo de Anquito, médico eminente,
que, cual nuevo Esculapio,
revocó del umbral de Proserpina
los míseros enfermos,
de mortales dolencias consumidos.
Y añade Heráclides que lo de la mujer que no respiraba fue que una se mantuvo treinta días sin respiración ni comida; y así lo llama médico y adivino, tomándolo también de estos versos:
¡Oh amigos que habitáis la ciudad grande
del Acragante flavo a las orillas,
y en el excelso monte, procurando
sus útiles negocios!, yo os saludo.
Yo, ya dios inmortal, entre vosotros
habito venerado dignamente
ceñido con diademas y guirnaldas,
vistosamente verdes y floridas,
con las cuales andando las ciudades
florecientes y nobles,
seré adorado de hombres y mujeres,
y de gentes seguido, preguntando
cuál es y dónde se halla
el trillado camino para el lucro.
Seguiránme también los adivinos
que oráculos anuncian, y aun aquellos
que eterna fama buscan
curando toda suerte de dolencias.
7. Potamila dice que llama grande a Agrigento porque contenía 800.000 habitantes. Y así, como Empédocles los viese redundando en delicias, les dijo: «Los agrigentinos se deleitan como si hubieran de morir mañana, y edifican casas como si hubieran de vivir siempre.» Dicen que el rapsodista Cleómenes cantó en Olimpia sus Lustraciones; lo mismo confirma Favorino en sus Comentarios. Aristóteles escribe que fue libre y muy ajeno del mando, pues rehusó el reino que se le daba (como lo dice Janto en sus Escritos sobre Empédocles), teniendo su frugalidad en mayor estima. Esto mismo refiere Timeo, poniendo también la causa de haber sido hombre tan popular y republicano. Dice que habiéndolo convidado uno de los magnates, sacaron de beber antes que la comida, y como los demás callasen, él no lo sufrió, sino que mandó sacarla; pero el convidador le dijo que estaba esperando al ministro del Senado. Luego que éste vino, fue hecho principal (611) del convite, constituyéndolo así el convidante, y aparentando con ello una imagen de tiranía, pues mandaba al convidado o que bebiese, o que se le vertiese la bebida en la cabeza. Calló entonces Empédocles; pero al día siguiente juntó Senado y condenó a los dos, quitando la vida al convidante y al príncipe del convite. Este fue el principio de haber entrado en el gobierno de la república.
8. Igualmente, como el médico Acrón pidiese al Senado sitio para construir un sepulcro a su padre, como el mayor de todos los médicos, concurriendo Empédocles lo prohibió; y entre las cosas que dijo acerca de la igualdad, le preguntó así: «Decid: ¿qué inscripción pondríamos a ese sepulcro? ¿Acaso ésta:
A Acrón, médico sumo, agrigentino
hijo de un padre sumo, cubre y guarda
la excelsa sumidad de patria suma?» (612).
Algunos leen el verso segundo así:
La sumidad extrema
de la suma vertiz la tumba tiene.
Dicen algunos que esto es de Simónides.
9. Posteriormente, Empédocles disolvió la Asamblea de los Mil, sustituyendo magistrado trienal, compuesto no sólo de los ricos, sino también de los instruidos en los negocios populares y plebeyos. Timeo, sin embargo, en sus libros I y II (pues hace memoria de él en muchos lugares), dice que se creyó era de ánimo contrario al gobierno republicano, cuando se ostenta tan jactancioso y amante de sí mismo en sus versos, diciendo:
Yo os saludo ya dios, que entre vosotros
vivo inmortal, a muerte no sujeto, etc.
Cuando concurría a los juegos olímpicos, todos lo miraban, y de nadie se hablaba tanto como de Empédocles en las conversaciones. Finalmente, cuando se volvió a poblar Agrigento, los parientes de sus contrarios se opusieron a que regresase allá, por lo cual se retiró al Peloponeso, y murió allí. No lo perdonó Timón, y le hace sus invectivas, diciendo:
Y Empédocles, hinchado,
con sus voces forenses
abarcó cuanto pudo siendo arconte.
Los magistrados que hizo
necesitaron de otros magistrados.
10. Acerca de su muerte hay variedad de opiniones. Heráclides, tratando de la mujer que no respiraba y de la celebridad que consiguió Empédocles con haber restituido la vida a una difunta, dice que ofreció sacrificio junto a la quinta de Pisianacte, convidando algunos de sus amigos, y Pausanias entre ellos. Concluido el convite, unos se volvieron, otros se acostaron bajo de los árboles vecinos, y otros en otras partes; pero él se quedó en el sitio mismo donde había cenado. Venida la mañana, levantándose todos, sólo el no fue hallado. Hecha pesquisa, examinados los criados y familiares, y respondido que nada sabían, hubo uno que dijo que a medianoche había oído una gran voz que había llamado a Empédocles, y que, habiéndose levantado, había visto una luz celeste, luminarias de teas, y nada mas. Hallándose todos atónitos con lo sucedido, bajó Pausanias para enviar algunos que lo buscasen; pero luego fue prohibido hacer más diligencias, y dijo: «Que el suceso era muy conforme y consiguiente para ruegos; así, que convenía hacerle sacrificios como que ya era dios.»
11. Hermipo dice que hizo el sacrificio habiendo curado a una mujer agrigentina, llamada Pantea, desahuciada ya de los médicos, y añade fueron convidadas al sacrificio hasta 80 personas. Hipoboto asegura que cuando se levantó se encaminó al Etna, y que habiendo llegado, se arrojó al volcán y desapareció, queriendo dejar fama de sí de haber sido hecho dios; pero después fue descubierto, arrojando fuera la fuerza de las llamas una de sus sandalias, que eran de bronce, de cuyo metal solía llevar el calzado. Pausanias, sin embargo, siempre contradijo esto. Diodoro Efesio, escribiendo de Anaximandro, dice que Empédocles fue su imitador (613), tomando la hinchazón trágica y hasta la gravedad de los vestidos.
12. Que habiendo acometido a los selinuncios un contagio de peste por el hedor de un río cercano corrompido, de modo que no sólo morían, sino que también se les dificultaban los partos a las mujeres, discurrió Empédocles conducir a él a costa suya dos de los ríos más inmediatos, con cuya mezcla se endulzaron las aguas. Cesada la peste, y hallándose los selinuncios banqueteando a las orillas del río, apareció allí Empédocles; y ellos, levantándose, lo adoraron como a dios y le ofrecieron sus votos. Así, queriendo confirmar esta opinión, se arrojó al fuego. Pero Timeo contradice esto, diciendo abiertamente cómo Empédocles se retiró al Peloponeso y ya no volvió; por cuya razón es incierta su muerte. A Heráclides le contradice ex profeso en el libro IV, por cuanto Pitanacte dice fue siracusano y no tuvo quinta alguna en Agrigento. Y que Pausanias le construyó una memoria como amigo; pues divulgada aquella fama, como era hombre rico, le hizo una estatua pequeña, o bien una capilla como a un dios. ¿Cómo se arrojaría al volcán quien, teniéndolo cercano, ninguna mención hizo de él? Así que murió en el Peloponeso.
13. Que no se vea su sepulcro no es cosa extraña, pues tampoco se ven los de otros muchos. Después de haber alegado Timeo otras razones como éstas, añade: «Pero siempre Heráclides es paradójico en sus cosas, y escritor que afirma haber caído un hombre de la luna.» Hipoboto dice que la estatua de Empédocles estuvo al cubierto primero en Agrigento, y después descubierta delante de la curia de los romanos, adonde éstos la trasladaron. De pincel todavía quedan algunas imágenes suyas. Neantes Ciziceno, uno de los que tratan de los pitagóricos, dice que muerto Metón comenzó a germinar la tiranía, y que entonces Empédocles indujo a los agrigentinos a que, dejadas las sediciones, usasen la igualdad de gobierno. Además, que a muchas hijas de los ciudadanos, las cuales carecían de dote, las dotó de propio, como era rico. Y aun por eso vestía púrpura y se ceñía con cíngulo de oro, como dice Favorino en el primero de sus Comentarios. Que llevaba también sandalias de bronce y corona délfica (614). Que tenía el pelo muy largo, llevaba detrás muchachos de servicio, y siempre se dejó ver severo de aspecto y y en un estado mismo (615). Que de esta forma salía siempre que los ciudadanos iban a buscarlo, y aun veneran esto en él como a insignia regia. Que después, yendo en coche a Mesina por causa de cierta festividad, cayó y se quebró un muslo, y enfermando de resultas, murió, siendo de setenta y siete años. Y, finalmente, que su sepulcro está en Megara (616). En orden a los años que vivió, Aristóteles difiere de los otros, pues dice murió de sesenta; los demás, que vivió ciento nueve. Floreció hacia la Olimpíada LXXXIV.
14. Demetrio de Trezene, en el libro Contra los sofistas, dice por estos versos de Homero que
Cogió una soga, atósela al gaznate,
y se colgó en la copa más excelsa
de un altísimo guindo, desde donde
a los infiernos descendió su alma
Y en la carta que dijimos de Telauges se refiere que, siendo ya viejo, cayó en el mar y murió. Esto por lo tocante a su muerte. En mi Pammetro hay unos epigramas jocosos de él, que son los siguientes:
Tú también, tú, Empédocles, otro tiempo,
sorbiéndote la llama transparente
de inmortales ardores,
purificaste el cuerpo.
No diré que te echaste voluntario
del Etna entre los ígneos manantiales;
pero sí que queriendo
desaparecer, caíste no queriendo.
Otro:
Es fama que Empédocles
cayó del carruaje en un camino,
y quebrándose un muslo, murió de ello.
Si al Etna se arrojó, si sus ardores
sorbió, ¿de qué manera
aún vemos en Megara su sepulcro?
15. Sus dogmas son éstos: «Los elementos son cuatro: fuego, agua, tierra y aire; la Concordia con que se unen, y Discordia con que se separan», pues habla así:
Albo Jove, alma Juno, Pluto y Nestis,
que en llanto anega sus humanos ojos.
Entiende por Jove el fuego, por Juno la tierra, por Plutón el aire, y por Nestis el agua; y dice que estos elementos alternan con perpetua vicisitud, se aquietan nunca, y este orden es eterno. Infiere, finalmente, que
La Concordia unas veces
los amista, y en uno los compone;
otros, por el contrario, la Discordia
a todos los separa y enemista.
Dice que el sol es una gran masa de fuego y mayor que la luna. Que ésta es semejante a un disco; el cielo al cristal, y que el alma se viste de toda especie de animales y plantas; pues dice:
Muchacho fui, y muchacha en otro tiempo;
fui planta, ave también, fui pez marino.
Lo que escribió de Física y De las lustraciones asciende a 5.000 versos; lo de Medicina a 6.000. De sus tragedias ya hablamos arriba.
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(603) Para los juegos de los circos.
(604) χέλητι, caballo indómito o saltador
(605) ξηλωτήν puede significar imitador
(606) Λόγον.
(607) De Asia a Grecia por un puente de barcos sobre el Helesponto, a imitación del que su padre había hecho en el Bósforo de Tracia.
(608) Parece que no puede haber expediente más propio para un cuento de niños. Plutarco dice en dos lugares de sus opúsculos que lo que hizo Empédocles fue mandar cerrar cierta abertura o quebrada de monte por donde pasaban estos aires y comunicaban el contagio que había en la otra parte.
(609) χωλυσανέμαν, prohibidor de los vientos
(610) De esto se habló en la nota 11 del proemio.
(611) συμποσαρχος, princeps compotationis
(612) La repetición de la voz άχρος, que en griego significa sumo, excelso, elevado, etc., hace toda la agudeza de este epigrama. Aun la misma Agrigento, llamada Acragas por estar fundada en un monte alto, y el río que pasaba junto a él, tenían el mismo nombre. La moderna Girgento está a la otra parte del río.
(613) έξηλώχει oemulabatur
(614) στέμμαΔελφιχόν. Acaso sería corona de laurel, como cosa perteneciente a Apolo Délfico. Suidas dice: llevaba en las manos coronas délficas
(615) ένός σχήματος de una figura
(616) Entiendo la Megara de Sicilia, nombrada en la vida de Epicarmo.